La conquista ibérica del Atlántico a comienzos del siglo XVI tuvo un impacto notable en la conformación de un nuevo orden mundial en el cual la Europa cristiana proclamó control sobre buena parte del planeta. Esto fue posible gracias a la confluencia de factores diversos e inseparables: el desarrollo de nuevas capacidades técnicas y condiciones geográficas favorables para navegar grandes océanos, el cometido cristiano por la expansión de la fe, la necesidad de nuevas rutas mercantiles y una organización imperial con anhelos de dominio global. Si bien los barcos cumplen una función central en esta historia, las máquinas del imperio son entendidas como amplias y complejas redes de actores heterogéneos en donde confluyen factores científicos, técnicos, políticos, religiosos y comerciales. El autor explora nuevas formas de abordar y relacionar viejos problemas historiográficos del Renacimiento como son el descubrimiento y la conquista de América, el nacimiento de la ciencia moderna y el problema del eurocentrismo; esta vez en referencia a actores y regiones poco visibles en la compleja historia de la Europa moderna: las naves, el viento, los navegantes, sus instrumentos, sus dioses, santos y demonios.