La permanente imposición del Estado de Sitio en Colombia hizo que las fuerzas militares, especialmente el Ejército, tuvieran autonomía en el manejo del orden público. Esto ocasionó que la institución influyera en la constitución geopolítica de la nación, de sus regiones y en la definición del enemigo interno. Ocuparse entonces de cómo los altos mandos del Ejército (activos y en retiro) conciben su misión, definen al enemigo e inventan su tradición, permite acercarse a una de las instituciones protagonistas de la turbulenta vida nacional.
En la coyuntura de los actuales diálogos en La Habana, el Ejército se prepara para un eventual escenario pos-firma en el que algunas de sus representaciones/ creencias se cuestionan. A saber: el enemigo a quien por más de cincuenta años se ha combatido pasará a ser parte de la sociedad a defender, el conflicto al que las tropas y los oficiales están acostumbrados cambiará y la institución deberá adaptar su mística, su forma de actuar y su tecnología a los nuevos escenarios.
Siguiendo este norte, las investigaciones en las que me encuentro trabajando se ocupan de dos preguntas: ¿Qué sentimientos despierta el diálogo adelantado en La Habana entre los miembros del Ejército (oficiales y soldados rasos)? y ¿Cuáles son las definiciones que altos mandos y tropas construyen de víctima y victimario?
La primera pregunta cobra sentido al tratar de entender la heterogeneidad de opiniones y de tendencias que entran en tensión en el horizonte militar. No todos los oficiales están de acuerdo con el diálogo y quienes lo están, no necesariamente comparten los derroteros del gobierno actual. Es importante recordar que los diálogos se inscriben en la tradición militar y que no necesariamente se entienden como un camino a la reconciliación, o a la mejoría de las condiciones de vida de los colombianos. Todo lo contrario, se producen narrativas en las que los oficiales ven a las guerrillas como el enemigo “que ha robado el corazón de los colombianos”.
La segunda pregunta comprende las inconformidades existentes entre las tropas y los altos mandos cuando son definidos como victimarios. Muchas veces se olvida que la lógica de la guerra pone en tela de juicio la tajante división víctima/victimario; es decir, los soldados hacen frente a sus miedos, reaccionan a ataques no convencionales por parte de sus enemigos, y lidian con las pasiones del campo de batalla, entre otros. Por lo tanto, y siguiendo las afirmaciones de los soldados, al describir a los guerreros como perpetradores se desconoce “el sacrificio de centenares de hombres”, lo que afecta “la moral de la institución”. Vale la pena mencionar que en sus narrativas los oficiales y los soldados exigen ser considerados como víctimas: unos y otros afirman sufrir por “desamor de amplios sectores del pueblo colombiano” y por las heridas físicas, psicológicas y emocionales que deja la guerra. En un hipotético escenario pos-firma, las reformas que se hagan para adaptar la institución al nuevo contexto deberán lidiar con los dolores y las emociones incorporadas en las filas.
Para responder ambas preguntas, me inscribo en el marco de la antropología interpretativa que, palabras más, palabras menos, resalta la importancia de entender el significado de las acciones sociales en el contexto de su producción. Es decir, comprender las narrativas de los oficiales y de los soldados rasos implica conocer los escenarios en las que estas cobran vida y adquieren sentido. Lejos de promover una mirada acrítica de los discursos de las fuerzas militares, intento comprender su carácter de ficción. Más allá de la veracidad o la falsedad de los hechos narrados, me interesa conocer el sentido de las acciones sociales y de las narraciones que configuran los fundamentos sobre los que soldados y oficiales legitiman sus acciones. Cuestión que es indispensable para formular e impulsar reformas y políticas públicas eficaces que promuevan el desarrollo de las fuerzas militares en un contexto de pos-firma en el que su imagen de mundo y sus certezas serán discutidas constantemente.
Profesora Coordinadora de Posgrados, Profesora Asociada