La concepción tradicional de seguridad nacional, surgida y consolidada durante la Guerra Fría, debe ser sustituida o al menos seriamente redefinida. Así lo exigen los cambios ocurridos en el panorama mundial desde la caída del muro de Berlín. Pero, más allá de mostrar la necesidad de un replanteamiento conceptual, estos cambios indican la urgencia de sustituir las prácticas políticas propias de esa época pasada, pues continúan predominando las visiones militares en los asuntos de seguridad, con resultados negativos para la estabilidad de los pueblos. La visión tradicional de seguridad nacional en Colombia sigue vigente dada la persistencia de la subversión y la reiterada desatención de las autoridades civiles a los problemas de seguridad. Hasta los años ochenta, la adopción de los principios de la seguridad nacional por parte de las instituciones militares fue más que todo esquemática e ideológica. De ahí que se redujera la capacidad necesaria para que la Fuerza Pública pudiera enfrentar con eficacia a guerrillas y paramilitares. La inepcia de esta situación llegó hasta el gobierno del presidente Samper. Y en el cuatrienio del presidente Pastrana la incompetencia política del gobierno contrastó con la recuperación operativa militar, que contó con la ayuda de Estados Unidos. El manejo político dado a la crisis nacional ha tenido serios desaciertos que han llevado a agravar en grado sumo la situación. Una solución política, como debe ser el camino a seguir, no puede dejar de lado el manejo militar inmediato del conflicto. Esa solución deber ser una política del Estado, que se oriente a subsanar los factores que en gran medida han generado la crisis. Pero aun considerando que una política de este tipo es fundamental, el problema que hay que asumir en primer término -como parte de esa política- es el del conflicto armado.