Las relaciones que se establecieron entre las comunidades indígenas de la Guajira con las sociedades y autoridades de las provincias de Riohacha y Maracaibo, en el período 1750-1850, respondieron a intereses que cada uno tuvo en determinadas circunstancias. Las relaciones de los nativos con la provincia de Riohacha estuvieron mediadas por una larga trayectoria de contactos, negociaciones y enfrentamientos que se iniciaron desde mediados del siglo XVI, y que para la segunda mitad del siglo XVIII habían creado «reglas» de «negociación» que se aplicaban en la resolución de los conflictos entre indígenas y criollos. En la provincia de Maracaibo tal proceso no parece darse sino hasta bien entrada la segunda mitad del siglo XIX, pues las autoridades de Maracaibo solo comienzan a hacer presencia sistemática en la zona cuando el manejo administrativo y político de la población de Sinamaica, cercana al territorio étnico guajiro, es trasladado a su competencia en el lapso 1790-1792. Los enfrentamientos entre indígenas, criollos y autoridades de Maracaibo son una constante durante buena parte del siglo XIX por la presencias militar del Estado venezolano, empeñado en controlar el oriente de la península de la Guajira por su posición estratégica de cara al golfo de Coquivacoa y el lago de Maracaibo. Esta orientación diferenciada de las relaciones nativo-criollas posibilitó en gran parte un mestizaje más pronunciado de los indígenas con la sociedad de Riohacha, resultando de ello importantes mediaciones mestizas que se tornaron funcionales para las dos sociedades. En la provincia de Maracaibo, por el contrario, existió durante buena parte del siglo XIX la estrategia de detener la expansión de los guajiros hasta el río Limón e incluso reducir su radio de acción mediante la fundación de poblados que en la práctica funcionaron como factorías militares.
Pedro Iacobelli Delpiano, Eduardo González Velázquez y Luis Sánchez Ayala (edición académica)
Año:
2024