Santiago de la Cadena es politólogo y economista de la Universidad de los Andes. Durante sus últimos semestres en la universidad, fue beneficiario de la Beca Dora Röthlisberger y gracias a este programa pudo finalizar ambos pregrados. Posteriormente, realizó la Maestría en Economía en los Andes, donde también recibió la beca para maestría de la Vicerrectoría de Investigaciones, y el próximo semestre comenzará el doctorado en Economía, también en nuestra universidad.
Actualmente, trabaja como especialista en desarrollo humano en el Banco Mundial. Le apasiona implementar políticas públicas y programas que tengan un impacto social positivo en comunidades vulnerables; y para esto fusiona muy bien sus dos carreras, combinando las teorías económicas y sociales, que le permiten crear y llevar a cabo programas sostenibles y consecuentes con las comunidades donde se implementan. Es un abanderado de la interdisciplinariedad.
Desde la Facultad de Ciencias Sociales, tuvimos la oportunidad de hablar con Santiago sobre su experiencia con la Beca Dora Röthlisberger, su paso por la universidad y su vida profesional. Les invitamos a conocer su historia:
¿Por qué te postulaste a la Beca Dora Rothlisberger? ¿Qué recuerdos tienes de esos momentos?
Recuerdo perfectamente esos momentos porque apliqué para poder terminar los pregrados. En cuatro años hice las dos carreras, y estaba justo en Francia en un intercambio. Mi mamá es cabeza de hogar, no somos de una familia acomodada, ni mucho menos. Entonces realmente para mí estudiar implicó un esfuerzo financiero muy grande, y lamentablemente por cuestiones de la vida hubo un período significativo de tiempo en la carrera en donde mi mamá perdió su empleo. Durante la carrera, realicé muchas actividades en la Universidad, era monitor, buscaba por todas partes recursos para poder ayudar en mi casa, creo que en la Facultad me conocían mucho por todas las actividades en las que estaba.
A raíz de ese esfuerzo, pude hacer el intercambio en Francia. Ese momento, fue el más difícil de la situación económica en mi casa, ya no había ninguna forma de que yo pudiera terminar mis últimos dos semestres de Ciencia Política. A partir de ese momento, decidí aplicar a la Beca, casi como único recurso.
Entonces mi ensayo de aplicación fue sobre la democracia y lo importante que era fomentarla, construirla y mantenerla en un país como Colombia, con una situación tan compleja en torno a la paz; creo que es realmente una necesidad muy grande. Todos los profesores sabían de mi situación; yo no iba a poder seguir estudiando, entonces antes de que saliera la respuesta, yo me acuerdo que me llamó Angelika a decirme: “quedaste seleccionado” y fue una noticia fantástica para mi casa, para mi familia.
También, en ese semestre pude avanzar en mi Maestría en Economía. Cuando empecé mi maestría ya tenía avanzado muchísimo, de la maestría solo estudié un semestre. Fue una época muy difícil, donde estudié mucho, pero me dieron también la oportunidad de reducir lo que tuve que pagar después de maestría.
¿Cómo te sentiste haciendo el doble programa? ¿Encontraste lo que buscabas en Ciencia Política y Economía?
Desde chiquito tuve muy claro que quería estudiar Economía y Ciencia Política. Yo pasé por Economía primero, pero apenas pude inscribirme en Ciencia Política me inscribí. Me acuerdo que no había cupo en Introducción a la Ciencia Política, entonces fui y le golpeé la puerta a Luis Javier Orjuela y le pedí el favor de que me dejara entrar porque necesitaba empezar la clase y yo creía que no podía empezar por otra materia, pensaba que lo primero era ver Introducción a la Ciencia Política; creo que fue tanta mi insistencia que Luis Javier me dejó entrar en ese momento a la clase.
De ahí en adelante, fue fantástico poder combinar al tiempo ambas carreras. Yo no seguí en orden el pensum, y eso me permitió aprender de dos enfoques, de dos facultades completamente distintas en muchas cosas. Llegó un momento donde tuve una crisis de identidad, no me sentía ni politólogo ni economista, porque era demasiado hippie para los economistas, -probablemente porque me gustaba mucho la sociología-, pero cuando llegaba a clases de Ciencia Política o de Ciencias Sociales, yo era la persona más de extrema derecha según ellos. Entonces fue una cosa muy interesante, poderme ver de las dos formas al tiempo y creo que la flexibilidad, la calidad por supuesto de las clases, de los profesores es tan alta que me permitió a mí ir cambiando de lo que me gustaba a lo que en este momento me parecía interesante, y después decía: “no ya no me gustó”, desde el Marxismo hasta la parte más de derecha, y todo lo que quise ver. No solo haber salido como el economista tradicional, ni tampoco como un politólogo, o un científico social, sino realmente esa mezcla ha sido lo que yo necesitaba realmente para ser y lo que me permitió al final, conectarme con el mercado del mundo laboral.
Yo casi no me voy de la Universidad, quise quedarme hasta que pude, ayudé a hacer la acreditación de la Facultad de Economía, trabajé un tiempo con Mónica Pachón de asistente, con Miguel García apoyando en LAPOP. Fueron un montón de cosas. Fui profesor en Economía de complementarias de muchas materias, siempre me parecía muy raro, porque siempre me han gustado mucho las matemáticas, ¡mucho! Entonces yo era profesor de Econometría, pero también de la Historia del Pensamiento Económico, y entonces era raro porque siempre la gente es más matemática o más teórica, y a mí me gustaban por igual ambos; por eso yo hice Política Comparada y Teoría Política.
Mi paso por la Universidad fue esencial para formar el profesional que soy hoy en día. Tuve la oportunidad de explorar realmente todo lo que la Universidad ofrecía; hice ópera, tengo opción en francés, hice todo lo que quise hacer, aprovechando también el esfuerzo financiero que mi familia estaba haciendo y que yo mismo estaba haciendo para poder pagar la Universidad. Creo que justo esa diversidad me abrió un poco la mente y me ayudó a pensar de forma distinta, lo cual es parte esencial de mi trabajo hoy en día en el Banco Mundial. Y creo que las oportunidades que tuve en la Universidad, por ejemplo, poder ser parte de un semillero, ser parte de un grupo de investigación, ser monitor; esas experiencias y esa guía que recibí, al final fueron las cosas que me ayudaron a entender un poquito qué era lo que yo quería hacer más adelante, porque como les dije, hice todo lo que pude y al final decía: “no sé muy bien qué voy a hacer después de esto, pero por ahora voy a ser feliz en el proceso”.
¿De qué se trata tu trabajo en el Banco Mundial? ¿Qué es lo que más te apasiona de tu trabajo?
Yo trabajo en muchos temas: salud, educación, protección social, empleo, género, etc. Tengo un cargo de economista de desarrollo humano en el Banco, que es una cosa muy rara. La gente generalmente es especialista en algo: en salud o en educación, etc., somos 5 personas en el mundo, en todo el Banco Mundial que tenemos este cargo interdisciplinar. En el proceso de selección, que fue internacional, competí con muchas otras personas, y el pensamiento que la Universidad misma desde la formación me generó de interdisciplinariedad para poder pensar los temas de distintas formas, fue lo que me dio a mí la ventaja para ser el seleccionado. Empecé como consultor y ya soy un funcionario de planta, estoy muy feliz en mi trabajo. Ahora que me permiten volver a estudiar soy más feliz aún, porque para mí siempre la academia y estudiar ha sido algo muy importante.
En este momento me apasionan dos cosas. Me he enfocado mucho en lograr que los gobiernos efectivamente sean capaces de implementar las cosas; que lleven a cabo los programas y las estrategias que diseñan. Hay algo que pasa en América Latina, no sólo en Colombia, y es que somos muy buenos para diseñar y no tan buenos para implementar, entonces uno ve programas que en el papel se ven maravillosos, por ejemplo, Familias en Acción, el Programa de Nutrición Escolar, Ingreso Solidario ahora en la crisis, etc. Y cuando uno va y revisa efectivamente la capacidad que tienen los gobiernos para implementar, uno se da cuenta que todavía no está la estructura preparada para hacer una implementación adecuada; esto tiene implicaciones en la parte de la eficiencia y sobre todo tiene implicaciones sobre los ciudadanos. Es el hecho de que si yo genero una estructura de pagos de transferencias en Baloto, por definición la persona en situación de pobreza extrema que vive en la selva en la mitad del Amazonas, no tiene un Baloto cerca, entonces tiene un subsidio y nunca lo va a poder cobrar, o se va a tener que ir por un río 25 horas para poder cobrar una transferencia que vale mucho menos que lo que gastó en el transporte. Ese tipo de pensar en los servicios sociales desde el punto de vista de los ciudadanos, desde el punto de vista de la implementación es quizá lo que me apasiona hoy en día.
Lo otro es trabajar con las entidades nacionales; desde que trabajo en el Banco, estoy con el programa de alimentación escolar de forma muy cercana y he tenido la posibilidad de viajar a los lugares más remotos de este país; es allá donde uno realmente ve que es necesario fortalecer ciertas cosas en los territorios, involucrar más a las comunidades. Ahora estoy haciendo un proyecto que mi yo más joven no entendería porqué lo estoy haciendo, pero el tema es de alimentación escolar indígena, de poder garantizar que la comida que comen los niños en los colegios indígenas no sea comida mayoritaria, no sea comida que no se consume en las comunidades cotidianamente; en el Guainía en este momento están entregando cajitas de leche con quesito y cosas así, que no pertenecen a la cultura alimentaria del indígena. Y muchas veces no hay esa voz, los programas no se piensan desde las comunidades.
Entonces la parte de la comunidad, de pensar los servicios sociales desde los ciudadanos, es un poco lo que hago hoy. Mi trabajo en este momento en pandemia es apoyar al gobierno, desde la Vicepresidenta de la República, con quien me he reunido muchas veces para mirar el tema de reactivación, de la economía informal, el empleo, con los ministros, hasta con los pescadores y campesinos en las regiones que necesitan soluciones urgentes a sus problemas. Eso es lo que hago y por eso creo que mi trabajo es muy emocionante, ahorita es de escritorio, por el COVID, pero realmente yo suelo ir a los territorios a ver los proyectos. También este año tenía muchos planes de ir a la Patagonia, a mirar cómo entregan servicios sociales en el Polo, en medio de la nieve y esto lo que quiero investigar más a profundidad en el doctorado que voy a empezar.