La fábula, escrita por Mónica Espinosa Arango, Sonia Archila y Juan David Correa, invita a reflexionar sobre la importancia de aprender del pasado para enfrentar los desafíos presentes y futuros. A través de la historia de Zuley, se rompen los prejuicios sobre la vida campesina, mostrando su complejidad y las luchas que ha tenido que enfrentar la economía de este.
En la región del norte de Nariño, una pequeña llamada Zuley se embarca en una travesía que la llevará a reconectarse no solo con su entorno natural, sino con las raíces históricas de su tierra. Así comienza La Fábula de los Hilos Rojos, una historia que relaciona la imaginación con las realidades complejas que enfrentan las comunidades rurales en Colombia.
Zuley, dando un paseo es sorprendida por un tiempo de páramo, un fenómeno climático que afecta las altas montañas de la región. En su búsqueda de refugio, la niña cae accidentalmente en una tumba indígena, donde es confrontada por la fuerza del volcán Ama. En ese momento es en que los “hilos rojos” se tejen simbólicamente, conectando la historia de la tierra con el presente de la chica, una metáfora sobre la continuidad entre la naturaleza y la historia humana.
El volcán, a través de Ama, representa la voz de la tierra que busca recordar a los habitantes de la región la importancia de vivir en armonía con el entorno. Los hilos rojos que se entrelazan con una amapola son claro ejemplo de las luchas del campesinado en su relación con el medio ambiente y la economía ilegal.
La Fábula de los Hilos Rojos es una obra que trasciende el ámbito de la literatura infantil para ofrecer una reflexión sobre la relación entre los seres humanos y la naturaleza, y sobre las luchas del campesinado colombiano. A través esta historia, los autores nos recuerdan que es a través de la conexión con nuestra tierra y nuestras raíces donde encontraremos las respuestas a los desafíos del presente.
Con su mezcla de imaginación y crítica social, este cuento se convierte en una herramienta poderosa para repensar la sostenibilidad, la justicia social y las políticas ambientales en Colombia. Es una invitación a soñar con un futuro mejor, donde los hilos de nuestra historia nos guíen hacia un mundo más justo y equilibrado.
“La importancia de relacionar el pasado con el presente está en que el pasado nos puede enseñar mucho sobre lo que nos ocurre en el presente. En el caso de las experiencias humanas y de las experiencias de las sociedades del pasado, podemos aprender mucho de cómo ellas enfrentaron lo que les acontecía en los entornos que habitaban y, sobre todo, como ellas pudieron relacionarse de maneras muy distintas y muchas veces resultaron en unas formas que fueron muy adecuadas para estar en los entornos a habitar con esos entornos y tener unas relaciones armoniosas con ellas. En nosotros, en nuestro presente, vemos que en muchos casos esas relaciones no son armoniosas y entender ese pasado, entender cómo las sociedades humanas vivieron antes, nos puede ayudar a comprender cómo nosotros podemos vivir hoy mejor o por qué nos pasan las cosas que nos pasan hoy. Pero también hay algo muy importante y es que esto sí tiene unas implicaciones para las personas y las sociedades que habitamos actualmente, pero también para las generaciones venideras. Esas enseñanzas del pasado nos pueden ayudar a comprender mejor cómo forjarnos unos futuros menos inciertos alrededor de esas implicaciones de nuestras vidas en relación con los entornos que habitamos”.
Mónica Espinosa