La naturaleza como Sujeto de Dolor
En este escenario complejo, la “naturaleza” y el “territorio” (incluyendo sus modulaciones discursivas y conceptuales) han surgido como “objetos” de preocupación para entender la violencia, alimentándose de una discusión interdisciplinaria reciente que nos habla (problematizando el “dualismo ontológico” o la dicotomía cultura-naturaleza) de la interdependencia de aquello que es más-que-humano. Por ejemplo, el reciente Informe de la Comisión de la Verdad (2022) explora tímidamente la relación entre “naturaleza” y “violencia” a través de un gesto ambivalente: por un lado, el de reconocer el territorio y/o la naturaleza como “víctima”, es decir, como un “sujeto de derecho” alrededor del cual se puede pensar en una justicia transicional “verde”, la más reciente variación sobre el tema restaurativo. Por otro, “como sujeto de dolor”, cuyo planteamiento nos permite aventurar una lectura sistémica de las “violencias de larga temporalidad” en las que el “territorio” y las “capas históricamente situadas de devastación”, las formas de “estatalidad”, la “apropiación” de “cuerpos” y “espacios” nos invita a relatar la “violencia” de otra manera, más allá del arco narrativo de la confrontación político-ideológica en función de la competencia por el Estado.
El IV Encuentro del PECT se sitúa en esta tensión.