En 2010, el entonces Rector de la Universidad de los Andes, Carlos Angulo, tomó la decisión de revitalizar el Centro de Estudios Internacionales (CEI) que en los años ochenta y noventa había logrado situar a la Universidad como referente en el análisis de temas internacionales en Colombia. Desde entonces, el propósito ha sido recuperar progresivamente un espacio interdisciplinar de reflexión sobre esos fenómenos que hoy catalogamos como “internacionales” y/o “globales”.
De esta manera, el CEI inició su nueva etapa como un proyecto vinculado al Departamento de Ciencia Política y a la Escuela de Gobierno Alberto Lleras Camargo. Y ahora, después de dos años, razones tanto coyunturales como académicas justifican un importante cambio en el centro: el CEI ha pasado a depender directamente de la Facultad de Ciencias Sociales y, en particular, de la Vicedecanatura de Investigaciones y Posgrados, en coordinación con la Escuela de Gobierno.
La labor desarrollada por el CEI a través de cuatro ejes –Investigación, Docencia, Organización de Eventos y Consultoría– le ha dado una trayectoria lo suficientemente sólida para dar un salto cualitativo que lo sitúe de nuevo como un lugar destacado en el panorama universitario colombiano y latinoamericano. Este punto de inflexión viene motivado, principalmente, por dos nuevos proyectos en los ámbitos de Investigación y Docencia: i) la elaboración de una propuesta para la creación de un grupo de investigación en Estudios Internacionales, y ii) la puesta en marcha de la Maestría en Estudios Internacionales (MEI) en 2014.
Diecisiete profesores de planta y once estudiantes de maestría y doctorado, procedentes de cinco facultades y centros de la Universidad, integran la propuesta del Grupo de Investigación. Este propone cuatro líneas de investigación: i) Diplomacia en el sur global y relaciones sur sur; ii) Seguridad y flujos ilícitos transnacionales; iii) Religiones y reformulaciones de lo público y lo privado en un mundo global, y, iv) Cooperación internacional y desarrollo. La envergadura del proyecto y el hecho de necesitar para la comprensión de estas problemáticas a especialistas en varias áreas del conocimiento, apuntan a la conveniencia de elevar el ancla y zarpar del muelle de la Ciencia Política rumbo a los mares de la interdisciplinariedad. Asimismo, la MEI, cuyo programa aúna y sistematiza los conocimientos y cursos ofrecidos por la Universidad en temas “internacionales” y/o “globales”, arroja la misma conclusión.
El intento de comprender los fenómenos contemporáneos muestra que muchas de las categorías de las ciencias sociales con las que tratábamos de aprehender y comprender el mundo se revelan como constructos analíticos de dudosa validez.
Adicionalmente, este salto que da el CEI atiende también a motivaciones que podríamos llamar de naturaleza académica. El intento de comprender los fenómenos contemporáneos, quizá no motivados exclusivamente, pero sí cristalizados en eso que llamamos globalización, muestra que muchas de las categorías de las Ciencias Sociales con las que tratábamos de aprehender y comprender el mundo se revelan como constructos analíticos de dudosa validez. Toda época cuestiona, desplaza y crea nuevas categorías, pero en estos momentos parece diluirse la que ha sido, desde sus orígenes, uno de los vértices de articulación y orden de los conocimientos de las Ciencias Sociales: la frontera estatal soberana.
Por lo tanto, el estudio de lo que veníamos catalogando como “transnacional”, “mundial”, “internacional”, ha dejado de ser el objeto exclusivo de reflexión y análisis de un tipo de historiador, un tipo de jurista, un tipo de economista y un tipo de politólogo bautizado desde mediados del siglo XX como internacionalista. La pulcra diferenciación dentro-fuera, nacional- internacional, ha quedado desacreditada y, en su lugar, los fenómenos sociales parecen formularse y reformularse a través de múltiples dimensiones espaciales.
Todo parece indicar que debemos redibujar nuestra mirada analítica para arrojar algo más de luz sobre la comprensión de las complejas dinámicas sociales actuales. Sin duda, esto exige una reflexión de altura sobre la solidez de los cimientos modernos de las Ciencias Sociales. Pero, por el momento, a los efectos de estas líneas, bastará con reconocer que el diálogo entre nosotros es imprescindible. El CEI es un espacio que, ineludiblemente, necesita comprender desde la interdisciplinariedad y fortalecer su posición tanto en la Facultad de Ciencias Sociales como en la Universidad. Su labor nos convoca a todos y, por ello, acogemos con satisfacción la decisión de convertirnos en un proyecto de investigación y posgrado directamente vinculado a la Facultad de Ciencias Sociales.