El texto introductorio del Volumen I, estuvo a cargo de Alberto Valencia Gutiérrez, y se titula Academia y Sociedad. Allí se recogen una serie de textos diversos escritos antes de 1990, que nos permiten comprender su concepción de la sociología como un oficio y del sociólogo como un artesano intelectual, consciente y crítico; el tipo de investigación que realizaba y las diferentes etapas de su producción intelectual. El lector encuentra aquí no solamente aportes valiosos que siguen siendo vigentes a pesar del paso del tiempo, sino también documentos muy útiles para el estudio de las orientaciones y las características de la producción sociológica en Colombia, en sus primeras tres décadas de vida, ya que el autor perteneció a la tercera generación que se formó en la Facultad de Sociología de la Universidad Nacional de Colombia (fundada en 1959) y fue un representante del nuevo tipo de intelectual y de investigador que irrumpe en el escenario cultural que se inaugura en esa época. El volumen recopila igualmente los resultados de la investigación realizada por el autor durante la primera mitad de la década de 1980 sobre el tema del trabajo informal, que en ese momento había pasado a un primer plano de la agenda pública. Y como esta publicación constituye una conmemoración, hemos incluido un apéndice con el testimonio de algunas de las personas más próximas a su trabajo, ya que parte fundamental de su obra fue su propia vida, la que compartió con sus amigos y la que sobrevive en el recuerdo de los que estuvimos cerca.
Para el caso del Volumen II, Estructura y coyuntura social y política en Colombia, Luis Javier Orjuela escribió su introducción. En el volumen se hace una reflexión de las primeras generaciones de sociólogos que fueron pioneras en el desarrollo de las ciencias sociales en Colombia, y dejaron un legado intelectual para la comprensión de los problemas del país, que aún hoy, después de más de tres décadas, sigue vigente. Este Volumen II recoge, principalmente, sus escritos sobre la estructura y la coyuntura de la realidad sociopolítica del país, entre los años 1970 y 2000, en los cuales se nota un influjo del marxismo y de la teoría de la dependencia. El hilo conductor de este tomo, que podría servir de clave de lectura de los textos que en él se recogen, es el esfuerzo del autor por relacionar los fenómenos políticos con la dinámica de la acumulación de capital y el desarrollo del país, lo cual nos habla de la perspectiva estructuralista y, por lo tanto, de largo plazo, que subyace a dichos análisis, pero sin descuidar las necesarias particularidades atribuibles al enfoque coyuntural o de corto plazo. La articulación de estas dos perspectivas nos permite afirmar que los hombres hacen su propia historia, pero no en las condiciones de su elección, como decía Marx en El dieciocho brumario de Luis Bonaparte, que Camacho solía citar en sus clases, como un ejemplo de un clásico análisis político que articulaba la estructura con la coyuntura.
El Volumen III, Violencia y conflicto en Colombia, es introducido por Álvaro Guzmán Barney y contiene los textos que se ocupan de las violencias, la democratización y la seguridad ciudadana. En su conjunto muestra, de manera paradigmática, los rasgos de un intelectual universitario que, desde la sociología, procura identificar rasgos centrales de estructuración de la sociedad colombiana. Lo hace de manera “contenciosa”, es decir, mostrando el papel de las clases y de los grupos subalternos, en los marcos de formas de dominación autoritarias y no pocas veces sostenidas a sangre y fuego. Pero no solamente se preocupó por hacer análisis. Tuvo una inclinación muy grande por traducir sus interpretaciones en recomendaciones y en políticas que pudieran ser apropiadas por los actores estatales o colectivos de ciudadanos. Así, jugó un papel clave en la Comisión de Estudios sobre la Violencia, nombrada por el presidente Barco en 1987, en la Comisión para la Reforma de la Policía de 1993 o bien, en años más recientes, como miembro del Centro Nacional de Memoria Histórica, en trabajos como el dedicado a Trujillo. Aunque estudioso de las violencias, su motivación central era la de politizar la vida social, contrarrestar la idea profundamente arraigada en nuestra sociedad de que solo las armas tienen capacidad de triunfo y fortalecer el tejido social y estatal con los valores de la civilidad y la democracia, o la democratización de nuestra sociedad, que era su objetivo, académico y político. Todos estos aspectos el lector los puede encontrar desarrollados en este volumen de su Obra selecta.
Por último, el Volumen IV que lleva por título El narcotráfico en la sociedad colombiana, presentando por Nicolás Rodríguez, se ocupa del narcotráfico, y con seguridad es uno de los tópicos sobre los que más investigó y escribió Álvaro Camacho. Los textos aquí reunidos son importantes por varias razones. Mencionemos tres: la postura ética y esperanzadora frente al prohibicionismo, el cual sigue siendo un lastre moral que pesa sobre el país, más allá de que en los Estados Unidos ya se empiecen a ver cambios tectónicos en el discurso político y la legislación frente al consumo de marihuana; el tono desenfadado pero respetuoso con que acometió un tema tan serio y difícil como puede ser el de la violencia; y la posibilidad de inmersión que brindan los textos en un testimonio académico que abarca las últimas tres décadas de historia colombiana. Un testimonio privilegiado que permite que presenciemos no solo las certezas personales de un intelectual formado en la década de los sesenta, sino los desengaños políticos y las frustraciones, los anhelos y también sus contradicciones.