En agosto de 2012 defendí mi tesis doctoral, que presenté posteriormente a evaluación para su publicación en formato de libro. El título con el que saldrá publicado es Mujeres patriotas y realistas entre dos órdenes. Discursos, estrategias y tácticas, en la guerra, la política y el comercio (Nueva Granada 1790-1830). Pero ¿de dónde surgió el interés por el tema? Al revisar los primeros recuentos que se escribieron sobre las mujeres, encontré que la historiografía colombiana del siglo XIX e inicios del siglo XX las representó como telón de fondo de las acciones emprendidas por los hombres, considerados como únicos forjadores de la emancipación. Si bien la historiografía latinoamericana que estudia la participación de las mujeres en los procesos independentistas ha avanzado significativamente en las últimas décadas, la tendencia general ha sido la de largos períodos donde la producción historiográfica no ha trabajado el tema de manera global. Las búsquedas iniciales que realicé en los archivos me ofrecían indicios de una participación mucho más activa e independiente en el marco del proceso de Independencia.
Algunas de las preguntas que guiaron la investigación me llevaron a preguntarme con insistencia: ¿fueron las mujeres tan pasivas o subordinadas como lo sugieren ciertas narrativas históricas?, ¿o será más bien que la historiografía se dejó atrapar por las construcciones que fundamentaron la exclusión femenina de la comunidad recién fundada de ciudadanos plenos, y las representaron bajo ese mismo lente, confundiendo esas representaciones con la realidad? De acuerdo con las preguntas generales y específicas formuladas, la propuesta central del trabajo fue analizar e interpretar el sentido de las acciones de las mujeres neogranadinas tanto de las élites como del común en su diversidad -condición económica, de edad, educación, ubicación geográfica o de filiación política-, desde finales de la Colonia (1790), hasta los primeros años de la república de la Nueva Granada (1830). Así mismo, busqué visibilizar y determinar las distintas formas de participación de las mujeres en los espacios públicos en la década de 1810, identificando cómo se introdujo en su práctica el discurso revolucionario de la época, cuando tanto las mujeres como los hombres dejaron de ser vasallos del Rey. Prestando igual atención a las mujeres que profesaron el realismo como a las patriotas.
En retrospectiva, considero que una de las mayores fortalezas de mi investigación es el enorme trabajo de archivo realizado en bibliotecas nacionales y extranjeras, en los archivos que reposan en la Academia Nacional de Historia, y en las Secciones Colonia, República y Archivo Anexo del Archivo General de la nación. Realicé también una minuciosa búsqueda en distintos fondos del Archivo General de Indias en Sevilla. De una enorme riqueza para el trabajo fueron los ‘Papeles de Cuba’, en especial la serie documental que contiene el Archivo de la Gobernación de Cartagena entre 1815 y 1821.
Las mujeres trasgredían con su voz y su práctica los lugares que les asignaban, apelando a los fundamentos de los propios discursos hegemónicos como sexo débil, pero también como patriotas que habían entregado fortunas, hijos, padres, hermanos, maridos, a las causas que dividían la sociedad.
De manera muy resumida puedo decir que entre 1790 y 1830 el orden transitó por un momento de maleabilidad donde quienes podían participar en política, como las reglas fundamentales que definirían a la Nación se estaban definiendo. Quiero señalar que aunque muy distintos, en las fuentes de la autoridad y la legitimidad, realistas y patriotas concebían el lugar de lo femenino como uno asociado a la protección masculina, el honor, el recato y la aceptación de la subordinación. Con la llegada de los Ejércitos expedicionarios del Rey, ambos bandos buscaron interpelar el apoyo femenino para ganar la guerra. En esos años las mujeres trasgredieron el lugar que el ‘Gran Arco’ les asignaba y participaron de la economía, la política y los reclamos, demostrando que no fueron ni pasivas ni ajenas a lo que ocurría, sino por el contrario; activas, defendiendo sus fortunas, sus opiniones, sus derechos ya fuera en clave monárquica o en clave republicana. Este trabajo aportó al no pensar lo político, únicamente como espacio político, sino en los pliegues entre lo privado y lo público.
Este sector subalterno, el de las mujeres, por tanto tiempo asumido como pasivo y recluido en el espacio del hogar, estuvo involucrado en los procesos y dinámicas sociales de su tiempo, haciendo gala de capacidad de argumentación y agenciando prácticas asumidas como exclusivamente masculinas. Por más hegemonía de la Iglesia y de los gobernantes, las mujeres trasgredían con su voz y su práctica los lugares que les asignaban, apelando a los fundamentos de los propios discursos hegemónicos como sexo débil merecían protección, pero también como patriotas que habían entregado fortunas, hijos, padres, hermanos, maridos a las causas que dividían la sociedad.
No obstante, la ampliada presencia de las mujeres en el manejo económico y de la política en la década de 1810, las disposiciones legales de la Constitución de 1821, rompieron en lo que refiere a las mujeres, con el horizonte de expectativas que bajo la promesa de inclusión para todos les había ampliado los espacios de experiencia en la década anterior. Años en los cuales las mujeres como los hombres utilizaron el lenguaje que buscaba definir las expectativas sociopolíticas que reflejaban el ideal democrático de la nueva república. La década de 1820 no fue, como tal vez algunos alcanzaron a soñar, un camino ascendente de participación y de progreso. El declive del reconocimiento a las mujeres después de los años de más fuerte participación muestra con claridad que la historia política de las mujeres no fue una línea progresiva ascendente, quedando invisibilizadas de la Ley y relegadas al olvido. De forma que las primeras historias que se escribieron, y la historiografía después, representaron a las mujeres como seres apolíticos, ignorantes de los grandes debates del momento, y ajenas a las disputas que dividían a la sociedad.