A lo largo de muchos milenios de ocupación, generaciones de pobladores andinos han creado los paisajes que hoy vemos. Estas transformaciones son casi imperceptibles en algunos lugares, al menos para el ojo no entrenado, pero en otros los cambios son de proporciones monumentales. Las terrazas de cultivo construidas por los Incas en el Valle del Urubamba constituyen un impactante ejemplo de la sofisticación con la cual los sistemas tecnológicos andinos se integraban en el paisaje, y no sólo a nivel técnico. Mi fascinación por recuperar esta infraestructura para enfrentar la pobreza rural dio lugar a una investigación en cuatro países de América del Sur y al reciente libro peruano-colombiano La recuperación de Tecnologías Indígenas: Arqueología, Tecnología y Desarrollo en los Andes.
Desde la punta de los glaciares hasta el mar, y de allí al firmamento nocturno y de regreso, antes de la Colonia el ciclo del agua se hallaba domesticado. Caminatas o peregrinaciones anuales marcaban el inicio del ciclo agrícola, y en un puñado de lugares las faenas comunales anuales aún se marcan con ofrendas de agua de mar, trazando zanjas al pie de los glaciares, música, baile y bebida. Gracias a los mitos y ritos descritos por los cronistas y extirpadores de idolatrías de la época colonial temprana, conocemos, entre otras cosas, el rol y nombre de algunos dioses tutelares apu que se identificaban con montañas y glaciares particulares. Las redes de relaciones entre personas alrededor de lugares, en muchos casos se articulaban en torno a metáforas acuáticas. El manejo técnico y simbólico del agua, en otras palabras, era más importante que la construcción de territorios.
En las últimas décadas, trabajos de prospección arqueológica han detectado que algunos elementos de los amplios sistemas de canales, terrazas y humedales artificiales que otrora integraran el manejo de los bosques, el pastoreo y la agricultura a lo largo y estrecho de las escarpadas cuencas andinas, aún cumplen su función hídráulica luego de 500 años de abandono. Una serie de intentos institucionales por utilizar esta infraestructura y rescatar las técnicas y semillas originarias en el marco de proyectos de desarrollo rural han surgido a lo largo de las tres últimas décadas. Sus limitados logros se deben, en parte, a que los mitos de la modernidad vernácula se hallan atravesados por la fe en la cosmología de la máquina, una visión mecanicista del mundo dentro de la cual las tecnologías mecanizadas ocupan un lugar preeminente.
Ante los retos planteados por los procesos de cambio en los regímenes climáticos a nivel planetario, el resurgimiento de hambrunas y la volatilidad de los precios de los alimentos básicos en el mercado mundial –dominados por un reducido grupo de conglomerados transnacionales–, la seguridad alimentaria (la capacidad de un país o región de alimentarse) y la soberanía alimentaria (hacerlo con lo que produce) están a la orden del día. En este contexto, es pertinente voltear la mirada hacia la milenaria historia de las formas autóctonas de manejo del agua, el suelo y la biodiversidad en los Andes.
Herrera, Alex. 2011. La recuperación de tecnologías indígenas. Arqueología, tecnología y desarrollo en los Andes. Bogotá y Lima: Consejo Latinoamericano de Ciencias Sociales, Instituto de Estudios Peruanos y Universidad de los Andes.