El evento quiso abrir un debate nacional en el que la agenda de la paz no se limite a las negociaciones de la Habana y su cubrimiento mediático, sino que pase por la intervención política de la ciudadanía, más allá de refrendar los acuerdos entre el gobierno y la insurgencia por medio de mecanismos de participación electoral. Teniendo en cuenta este horizonte de reflexión, el encuentro dejó planteadas las siguientes inquietudes, que deberían recogerse y ser evaluadas desde un debate de la academia y las Ciencias Sociales expuesto a reconsiderar las condiciones de una sociedad democrática, pensada como condición ineludible para la paz.
Terminación del conflicto y construcción de paz
Horacio Serpa abrió su intervención señalando que «La paz es ante todo participación» y que «la solución de la paz debe ser un ejercicio en el que participe el conjunto de la sociedad colombiana». Pero enfatizó que por cuestiones prácticas no es posible que el conjunto de la sociedad colombiana participe en las mesas de la Habana, pues estas tienen un objetivo definido, el de discutir la terminación del conflicto armado. Por lo tanto, la participación ciudadana debe ser posterior a la firma de un acuerdo; es decir, en la etapa de reconciliación que busca crear nuevos acuerdos que hagan sostenible un país en paz.
"La construcción de la paz no puede reducirse a la terminación del conflicto armado porque la paz significa acabar con los órdenes de la violencia que componen nuestra realidad social", manifestó Leopoldo Múnera, profesor de la Universidad Nacional.
Leopoldo Múnera intervino diciendo que la construcción de la paz no podía reducirse a la terminación del conflicto armado, o sea, a la dejación de armas por parte de la insurgencia. Fundamentalmente, porque la paz significa acabar con los órdenes de la violencia que componen nuestra realidad social. Pero también la propia terminación del conflicto armado tiene que ver con la construcción de paz, por lo que es muy difícil distinguir esos dos momentos, como lo quiere el gobierno y los sectores dominantes de la opinión pública. Por ello, es de crucial importancia la participación de la ciudadanía que no debe tener espacio en la Habana, sino desde los espacios que la propia sociedad civil construya para exigir los cambios sociales y políticos que hacen posible el cese de los órdenes de la violencia y la construcción de la paz.
Construcción de paz y participación ciudadana
El representante a la cámara, Iván Cepeda, afirmó que la intensificación de las acciones militares en medio de las negociaciones no ayuda a la construcción de la paz. La razón es que un aumento en las escaladas de la violencia sería un obstáculo para implementar los acuerdos que tengan lugar en la Habana. La construcción de la paz pasa por una voluntad de «frenar la guerra» que no debe ser necesariamente el cese bilateral, sino un descenso paulatino en la confrontación armada a través de una estrategia humanitaria.
De acuerdo con Cepeda, la participación ciudadana debe buscar la consolidación de una nueva institucionalidad en las zonas donde el conflicto armado ha tenido una alta intensidad. Esta nueva institucionalidad creada y operada por los mismos ciudadanos sería la garantía del cumplimiento de los acuerdos de la Habana y posibilitaría una integración de los actores violentos en la sociedad. Finalmente, el representante dejó abierta la pregunta de cómo articular un movimiento ciudadano por la paz con un movimiento por la transformación del modelo económico que ha venido ganando espacios en la vida nacional, teniendo en cuenta que las élites del establecimiento están divididas en el propósito de conseguir la paz. Este es el tránsito de un «Estado antidemocrático» a un «Estado democrático» que permita la participación real de la ciudadanía en los asuntos que le conciernen.
Finalmente, Alberto Castilla, vocero del Coordinador Nacional Agrario y miembro del Congreso de los Pueblos, indicó que la movilización social y política de los sectores populares debía entenderse como una forma de participación ciudadana que construye agendas para la paz. De allí que la paz no sea simplemente el conjunto de acuerdos con la insurgencia, sino que debe pasar por una transformación radical del Estado y los hábitos democráticos del país en donde se permita la protesta social.