En Colombia, como en todo el mundo, se reconoce que la educación de la sexualidad es el derecho que tenemos todas las personas de recibir, buscar y obtener información oportuna, basada en el conocimiento científico acerca de todo lo relacionado con la dimensión sexual del ser humano.
Diversas investigaciones muestran que la educación de la sexualidad que recibimos desde el mismo momento del nacimiento nos aporta la información que requerimos para respondernos preguntas fundamentales para el bienestar físico, psicológico, sexual y social como las siguientes: ¿quién soy yo como mujer o como hombre? Como hombre o mujer ¿cómo me siento con mi cuerpo, con mi forma de ser, de sentir y de actuar, y con lo que logro en la vida?
Los estudios también indican que cuando las personas acceden a oportunidades de educación de la sexualidad de buena calidad tienden a tomar decisiones autónomas con respecto a su vida sexual y a llevar a cabo comportamientos de cuidado que les permiten mantener su bienestar. Es por eso que en todo el mundo se están impulsando iniciativas de educación de la sexualidad acordes con el nivel de desarrollo de las niñas, niños, adolescentes, jóvenes y adultos.
Para aportar evidencia sobre quiénes se están encargando de la educación de la sexualidad de niñas, niños y jóvenes en el país, qué tan bien lo están haciendo y qué evidencias hay de lo que están logrando, un equipo de investigación conformado por dos psicólogas de la Universidad de los Andes y tres economistas de la Universidad del Rosario1, llevaron a cabo un análisis a profundidad de algunas preguntas de la Encuesta Nacional de Demografía y Salud (ends) financiada por el Ministerio de Salud y Protección Social, el ICBF, USAID y realizada por Profamilia en el 2010.
En el estudio a profundidad se analizaron los datos de 21.065 mujeres colombianas, de 13 a 24 años de edad, habitantes de zonas tanto urbanas como rurales de 258 municipios ubicados en seis regiones (Caribe, oriental, Bogotá, Central, Pacífica y orinoquía – Amazonía). En los análisis también se incluyeron datos sobre los servicios de salud amigables para adolescentes y jóvenes que proporcionó el Ministerio de Salud y Protección Social y datos del programa de Educación para la Sexualidad y Construcción de Ciudadanía que aportó el Ministerio de Educación Nacional.
Los resultados de este estudio son muy reveladores e indican que en términos de educación de la sexualidad vamos en la dirección correcta. En primer lugar, contrariamente a lo que popularmente se cree, se encontró que solamente un 20% de las mujeres menores de 18 años de edad reconoció haber tenido relaciones sexuales vaginales (ver figura 1). Este hallazgo es consistente con otros estudios realizados por el grupo Familia y Sexualidad con adolescentes hombres y mujeres.
En segundo lugar, se encontró que la mayoría de las mujeres reconoce haber recibido educación sexual por primera vez a partir de los 12 años de edad (ver figura 2). Este dato sugiere que la educación intencionada y explícita sobre temas relacionados con la sexualidad se inicia al mismo tiempo que comienzan a aparecer los cambios de la pubertad, lo cual debe llamarnos la atención sobre los objetivos y contenidos de la información que se proporciona. otros estudios sobre el tema revelan que en este contexto la educación de la sexualidad tiende a centrarse en aspectos biológicos y tiene fines preventivos más que promocionales. Se dirige a evitar que las mujeres se involucren en relaciones sexuales o que se «cuiden» de los riegos de la actividad sexual.
1 El 60% de los recursos para la financiación de este estudio fueron aportados por la Universidad del Rosario y la Universidad de los Andes, el 40% restante lo aportó el Fondo Interinstitucional conformado por Profamilia, el Fondo de Población de las Naciones Unidas -UNFPA-, el Instituto de Ciencia Política Hernán Echavarría Olózaga, la Fundación Hernán Echavarría Olózaga y la Fundación Corona.
Con respecto a las fuentes de información que identifican las mujeres en su trayectoria de vida, los datos muestran que tener acceso a un mayor número de agentes de educación sexual en el contexto escolar reduce la probabilidad de iniciar actividad sexual vaginal en la secundaria y de unirse a una edad más temprana.
Por su parte, la probabilidad de que los temas de educación sexual sean percibidos como de buena calidad aumenta según el número de temas de los que les han hablado, el número de fuentes de información que identifican en el ámbito familiar, la utilidad que perciben de la información recibida y un mayor desarrollo del Programa de Educación para la Sexualidad y Construcción de la Ciudadanía del Ministerio de Educación Nacional en el municipio en que viven.
Así mismo, se encontró que las mujeres que tienen pareja y que residen en municipios donde se ha alcanzado un mayor nivel de desarrollo de los Servicios de Salud Amigables para Adolescentes y Jóvenes tienden a informar un mayor número de temas de la sexualidad sobre los cuales les han hablado.
Además, el estudio reveló que las mujeres que valoran más positivamente la calidad de la educación sexual recibida informan un mayor número de comportamientos de autocuidado, entre los cuales se incluyen prácticas tales como no tener relaciones sexuales vaginales, tener relaciones sexuales usando algún método moderno para evitar el embarazo, usar el condón para prevenir las infecciones de trasmisión sexual y hacerse la citología.
La percepción favorable de la calidad de la educación sexual también se relaciona con mejores conocimientos sobre temas de salud sexual y reproductiva, así como mayor desacuerdo con la violencia hacia las mujeres y actitudes más incluyentes o menos discriminatorias hacia las orientaciones sexuales diversas y hacia las personas que viven con el VIH.
Varios estudios han identificado que una de las principales barreras para garantizar el derecho a la educación de la sexualidad en el colegio es la creencia tanto en madres y padres de familia, como en docentes, de que hablar de temas sexuales en la niñez y adolescencia acelera el inicio de la actividad sexual penetrativa e incrementa los comportamientos sexuales de riesgo. En este estudio se logró establecer que las mujeres que tuvieron la primera relación vaginal después de haber recibido educación sexual por primera vez informan un mayor número de prácticas sexuales seguras. En general, el estudio permite concluir que la educación de la sexualidad que se lleva a cabo con calidad está relacionada con efectos favorables para la salud sexual y reproductiva de las mujeres que participan en esos procesos.
En términos de educación de la sexualidad vamos en la dirección correcta.
Si le interesa ampliar información sobre ésta y otras investigaciones del grupo Familia y Sexualidad, puede hacerlo en: https://fys.uniandes.edu.co