El incremento en los índices de mortalidad y morbilidad de las poblaciones alrededor del globo, producto de la adquisición de enfermedades crónicas no transmisibles (ECNT), pone de relieve la importancia de hacer una apuesta por estrategias de promoción de la salud capaces de acompañar el avance de nuestras sociedades y hacer frente a los nuevos desafíos que ésta conlleva. Varios expertos alrededor del mundo han sostenido que si fuera posible crear una píldora capaz de contrarrestar los efectos de las ECNT o, más importante aún, que lograra prevenir su aparición, el principio activo sería sin duda la práctica de actividad física (AF). En este sentido, están también las recomendaciones mundiales en promoción de la salud y prevención de la enfermedad, coincidiendo en que la práctica regular de AF se traduce en beneficios tangibles para la salud de los individuos, así como en mayores niveles de bienestar general.
Sin embargo, lo que indican las cifras es que las personas evidencian una tendencia cada vez más marcada para ser sedentarias, independientemente de la región del globo en la que se encuentren. Pese a los esfuerzos a nivel mundial que las organizaciones de salud han venido realizando para impulsar la práctica de AF, los resultados no son muy alentadores. En Colombia, las cifras sobre los niveles de AF de la población parecen seguir la tendencia mundial y los reportes existentes apuntan a que cerca del 46% de la población adulta colombiana es inactiva.
La evolución que ha sufrido el concepto de salud ha permitido que lla disciplina psicológica y la salud pública, dos disciplinas aparentemente distintas, encuentren un marco de trabajo afín que posee un carácter complementario.
La evolución que ha sufrido el concepto de salud, transitando desde una visión puramente biomédica a otra con un carácter integral que tiene en cuenta tanto las diferentes dimensiones del sujeto como su contexto, han conferido la oportunidad para que también la disciplina psicológica hallara en el proceso de salud-enfermedad un objeto de estudio. Así, no caben dudas de que hoy día existe un área de la disciplina que se dedica al entendimiento de los determinantes psicosociales de la enfermedad, así como de los comportamientos relacionados con la salud. Es en este dominio que la psicología y la salud pública, dos disciplinas con epistemologías aparentemente distintas, encuentran un marco de trabajo afín que, si bien no es equivalente, posee claramente un carácter complementario. Por ejemplo, el área de la salud pública se beneficiaría del uso metódico de las técnicas y teorías de cambio comportamental, mientras que para la psicología también sería una ganancia trabajar desde un marco pensado a gran escala.
Es dentro de este panorama que surge el interés por comprender la influencia de algunas variables cognitivas en la explicación de la adopción de estilos de vida activos, a través del uso de las tecnologías de información y comunicación.
Desde la perspectiva de la salud pública, se han realizado atribuciones negativas respecto a la responsabilidad de algunas tendencias tecnológicas en el estilo de vida sedentario de las poblaciones, toda vez que éstas han favorecido la adopción de conductas con tales características. Ciertamente esos argumentos son válidos, pero en este proyecto el desafío se ubica precisamente en abogar por el potencial de esas herramientas tecnológicas como un medio efectivo en la entrega de intervenciones en salud, específicamente en la promoción de AF. En otras palabras, se pretende evidenciar la efectividad de una aplicación para Smartphone, construida con base en la Teoría Social Cognitiva de Albert Bandura, para promover la práctica inicial de AF. Asimismo, es interés de este trabajo comprender el mecanismo de cambio subyacente a la intervención, entreabriendo así una ventana al entendimiento de por qué funciona o no la intervención, y bajo qué circunstancias ocurre su desempeño.
No sobra decir que una intervención con estas características particulares de entrega (i.e., a través de un teléfono celular inteligente) tiene manifiestas ventajas bajo una lógica de costo-beneficio. Esto es verdad en la medida en que no todas las personas quieren o están en capacidad de acceder a intervenciones «cara a cara», con el agravante de que éstas serían más costosas tanto en recursos humanos como económicos. Sobre todo, se ha dicho que estas tecnologías tienen un gran potencial de alcance y posible impacto en las poblaciones y que, en efecto, permiten intervenciones adaptadas y personalizadas.
El desafío se ubica en abogar por el potencial de las TIC, específicamente una aplicación para Smartphone, como un medio efectivo en la promoción de la actividad física.
Sin duda, este es un trabajo que contempla retos adicionales, particularmente en cuestiones de carácter metodológico o respecto a los costos relacionados con el mismo proyecto. Con todo, creo que detenta un potencial importante en la medida que plantea la utilización de un marco motivacional específico (usando estrategias como el auto-monitoreo, resolución de problemas, retroalimentación, establecimiento de metas personalizadas, etc.), y porque permite destapar posibilidades más incluyentes en la promoción de la salud de nuestras poblaciones.
Para una lectura informada sobre las recomendaciones de AF, se puede consultar el informe Healthy People 2020 o el Report of the Physical Activity Guidelines Advisory Committee.