El más reciente informe del Barómetro de las Américas–LAPOP en el país ha puesto al descubierto los efectos nocivos que el carisma de los gobernantes, y el apego de los ciudadanos a los mismos, tiene sobre los valores democráticos.
El caudillismo carismático pareció retomar sus hábitos más tradicionales, en el caso colombiano, gracias a un estilo de gobierno que fomenta la participación política por medio del contacto directo con los ciudadanos. Este estilo cultiva el apego personal hacia la figura del líder presidencial y erosiona la institucionalidad democrática. En la historia reciente de Colombia, por ejemplo, es casi redundante pronunciar el nombre de Álvaro Uribe Vélez al hablar de líderes carismáticos.
El más reciente informe del Barómetro de las Américas–LAPOP en el país, Cultura Política de la democracia en Colombia, 2011. Actitudes democráticas en la sucesión, realizado por el Observatorio de la Democracia del Departamento de Ciencia Política de la Universidad de los Andes, constituye quizás la primera evidencia de los efectos nocivos del carisma de los gobernantes sobre los valores democráticos de los ciudadanos.
Para aproximarse empíricamente al análisis del carisma personal del gobernante, el estudio se apoya en las siguientes preguntas: ¿hasta qué punto tiene confianza usted en el Gobierno Nacional? y ¿Hasta qué punto confía usted en el presidente? La diferencia de estos dos indicadores, es decir, la confianza en el presidente menos la confianza en el gobierno nacional, permite construir una medida de apego personal del ciudadano hacia la figura del gobernante. De acuerdo con los resultados comparativos, Colombia era en 2008 el país en América Latina con mayor apego al presidente.
Por otra parte, el análisis de los datos de las encuestas realizadas en Colombia entre 2008 y 2011 muestra que aquellos individuos con un mayor apego hacia el presidente tienden a respaldar menos la democracia como forma de gobierno, a estar menos satisfechos con su desempeño y a apoyar menos el sistema político. Igualmente, estas personas tienden a mostrar actitudes contrarias a los principios democráticos de separación de poderes y de respeto por las minorías y la oposición. Esta relación entre el culto a la personalidad y el desapego a la democracia es independiente, entre otros factores, de la ideología del ciudadano o de su filiación partidista.
El estudio encontró también que el sentimiento de apego hacia el jefe de estado, que se mantuvo fuerte especialmente durante la segunda administración de Uribe, se ha reducido a la mitad entre 2008 y 2011. Esta disminución coincide con un patrón que muestra que las actitudes en contra de los principios de la democracia liberal han cedido considerablemente. En otras palabras, en lo que lleva el gobierno de Santos, los colombianos valoran más el respeto por la oposición y las minorías, así como el equilibrio entre los poderes públicos.
Los estudios del Barómetro de las Américas para Colombia se llevan a cabo anualmente desde 2004. Aproximadamente 1.500 personas fueron encuestadas en todas las regiones del país para la realización de este informe.
Estos resultados del Barómetro de las Américas-LAPOP para Colombia constituyen, hasta donde sabemos, la primera evidencia de los efectos nocivos del carisma de los gobernantes. Por otro lado, los hallazgos exponen que, si bien no parece haber nada esencialmente antidemocrático en la cultura política de los colombianos, las actitudes políticas sí tienden a ser maleables por las circunstancias y por el estilo de los gobernantes.
El estudio contiene, entre otros temas, distintos datos sobre las variaciones en las percepciones de los ciudadanos en relación con el cambio de gobierno en Colombia. Si quiere conocer más de estos resultados, consulte nuestro sitio web www.obsdemocracia.org. Ahí no sólo encontrará los informes anuales realizados para Colombia desde 2004 sino que también podrá tener acceso a nuestras bases de datos, cuestionarios y publicaciones sobre diferentes temas de la cultura política de Colombia y América Latina.