¿Qué hacer con las confesiones de los responsables de crímenes de lesa humanidad? ¿Debe promoverse que ocurran esos testimonios, a fin de que las víctimas y familiares puedan conocer lo ocurrido y encontrar una cierta paz al saber la verdad? ¿Deben además divulgarse ampliamente esas narraciones, para que la sociedad reflexione colectivamente sobre esas violencias sistemáticas y puedan lograrse garantías efectivas de no repetición e incluso una cierta reconciliación? ¿O deben evitarse las versiones de esos hechos atroces, por cuanto reabren heridas y dificultan la consolidación democrática? ¿O debe limitarse la divulgación de esos relatos, por cuanto se fundan en la versión de los propios victimarios, que es siempre unilateral y tiende a justificar lo ocurrido y puede incluso victimizar nuevamente a las victimas y a sus familiares? Este libro, testimonios perturbadores, de la politóloga estadounidense Leigh Payne, ofrece respuestas muy sugestivas y pertinentes a los anteriores interrogantes, por medio de una combinación de reflexiones teóricas y en estudio detallado de siete confesiones realizadas en cuatro países: Argentina, Chile, Brasil y Sudáfrica. A pesar del número relativamente limitado de casos, su análisis comparado resulta muy fecundo, pues las transiciones han sido muy diversas y los distintos victimarios han tenido propósitos disímiles al confesar sus crímenes.