El libro nos pone tras la pista de los orígenes religiosos de nuestros sistemas de dominación. La actual relación entre los conceptos de la teoría moderna del Estado y algunos conceptos teológicos no solo se debe a que el Estado haya incumplido su misión unificadora, sino también a la inminencia de proyectos teocráticos que resultan tan amenazantes como incomprensibles. Por su parte, la relación entre la teología política y la imagen apenas comienza a explorarse en la academia hispanoamericana. La imagen es parte obligada del análisis teológico-político debido a que accede a estratos de la personalidad difíciles de alcanzar para un discurso argumentativo. Los teóricos de la imagen han mostrado que las imágenes pueden representar estados de cosas complejos sin omitir el pathos que les es inherente. Las imágenes son satisfacción de deseos reprimidos y deformaciones traumáticas de estos, por lo que son adecuadas como parámetros de lo político.