La vigencia de la filosofía crítica se explica por su carácter paradójicamente inconcluso. La crítica de la razón, de la que Kant decía que no podía ser sino una, y en la que de ningún modo es permitido opinar, pues en ella lo que se necesita es certeza, nunca estará acabada porque en el fondo es un asunto de método, de pensar al mismo tiempo tanto los limites de la razón como su articulación interna completa. A diferencia de sus colegas los ilustradores franceses, que al exaltar a la razón la convierten en la nueva diosa, Kant no dudó en mostrarla al mundo sin recato ni pudor alguno, descubriendo los encantos y las vergüenzas de una facultad extraordinaria que puede muchas cosas pero que está muy lejos de poderlo todo. Kant es, por eso mismo y a la vez, el mejor ejemplo de la ilustración filosófica y el más severo crítico de la Ilustración.