Las competencias globales se entienden como las formas efectivas que cada persona usa para relacionarse con su entorno local (sí mismo) y global.
¿Qué es lo global?
Entendemos competencias globales como formas efectivas que cada persona usa con el fin de relacionarse con su entorno, desde lo más local (sí mismo) hasta lo más global. Varias teorías de competencias interculturales han abordado este relacionamiento(1,2,3). Por ejemplo, el aula de segunda lengua no tiene por qué ser un sitio de traducción donde el estudiante simplemente traduce sus habilidades existentes a otro código, sino un sitio de transformación donde se desarrollan las habilidades necesarias para la comunicación que deja a un lado el aislamiento y las respuestas automáticas de protección del ego, algo que bien nos conviene incluso en nuestra lengua materna. Además, queremos apartarnos de las diferencias vacías entre lo nacional y lo global y sus fronteras imaginarias. El viaje más difícil para la comunicación interpersonal no es entre personas de diferentes países, sino entre personas diferentes.
En el mundo contemporáneo curiosamente existe más similitud entre dos estudiantes universitarios de universidades de élite que entre “esos” estudiantes y “otras personas” en su entorno local. Millones de adolescentes alrededor del mundo entienden inglés y saben bailar el mismo baile de tiktok, pero otros, a solo metros de distancia, no lo hacen. No queremos que la discusión sobre competencias globales se limite a cómo vincular a nuestros estudiantes con una élite global o con un mercado laboral internacional que, si bien es importante, no es el objetivo único ni principal de la educación.
Lo global, creemos, empieza en el individuo mismo, hacia adentro, entendiendo su emocionalidad, su intelectualidad, sus capacidades, sus motivaciones y sus sueños. Continúa inmediatamente en la relación con otras personas, en donde se resignifica constantemente, se transforma y transforma a los demás en diálogo y construcción colectiva, incluso por medio de la incomodidad(4).
Así se puede ir hasta lo más global, entendiendo y construyendo con personas en cualquier lugar del mundo. Y más allá de las personas, se explora, empatiza y construye junto con y para el medio ambiente, otros seres vivos, y, por qué no, todo lo que el espacio exterior ofrece(5).
- Michael Byram. Teaching and Assessing Intercultural Communicative Competence. Clevedon, Multilingual Matters, 1997.
Darla Deardorff, “Identification and Assessment of Intercultural Competence as a Student Outcome of Internationalization”. Journal of Studies in International Education, 10 (2006): 241-266. DOI: 10.1177/1028315306287002
Darla Deardorff, “Assessing intercultural competence”. In Special issue: assessing complete general education student learning outcomes 11(2011): 65-79. https://doi.org/10.1002/ir.381
Melina Porto y Michalino Zembylas, “Pedagogies of discomfort in foreign language education: cultivating empathy and solidarity using art and literature”. Language and Intercultural Communication, 20 (2020): 1-19. https://doi.org/10.1080/14708477.2020.1740244
Nicole Coleman e Ivett Guntersdorfer, (2019). Intercultural Competence for Global German Studies. Die Unterrichtspraxis/Teaching German, 52 (2019): 138-145. https://doi.org/10.1111/tger.12096
La educación liberal inspira en la transformación de la realidad y en la formulación de preguntas profundas, estando lejos de certezas absolutas.
Podemos aplicar estas ideas para acercarnos a los conflictos y avanzar hacia la construcción de comunidad, adoptando un enfoque “elicitivo”, que implica sacar lo mejor de nosotros mismos y ponerlo al servicio del grupo. Para ello, Rosenberg(6) propone aprender a reconocer nuestras propias formas de actuar que pueden aumentar la desconexión y educarnos para estar presentes y potenciar la armonía y la cooperación, priorizando lo necesario sobre lo meramente deseado. En este mismo paradigma, la transformación elicitiva de los conflictos implica una filosofía trans-racional que va más allá de la razón y debe considerar la multidimensionalidad de los conflictos. Según Rosenberg(7), los cuatro pasos de la comunicación no violenta (observar-expresar-conceder-transformar) nos guían para dejar de lado las reacciones automáticas y adoptar respuestas conscientes. Asimismo, nos pueden guiar los principios del mapeo elicitivo de los conflictos, ubicarnos en nuestro contexto y ayudarnos a mejorar nuestra comunicación en lo intrapersonal, interpersonal, comunitario y social.
Lo global en la educación liberal
La educación liberal se presenta hoy como un regreso a lo fundamental frente a la crisis de identidad de la educación superior ante el desarrollo de la inteligencia artificial capaz de volver obsoletos muchas deformaciones disciplinares, profesionales y técnicas usuales. Regresar al compromiso con la educación liberal es redescubrir el valor de una educación que, más que formar obedientes empleados en oficios tradicionales, forma transformadores de la realidad que se hacen preguntas profundas y son capaces de caminar con la incertidumbre de siempre estar avanzando, pero también siempre estar lejos de las certezas absolutas.
La educación liberal hace estrellar a los estudiantes con las preguntas fundamentales: ¿qué es el ser humano?, ¿qué es la realidad?, ¿qué es el poder?, ¿qué es la sociedad y para dónde debe ir? y ¿cómo conocemos y qué es el conocimiento? Estas preguntas son universales y nos acompañan siempre y siempre están abiertas. Ninguna de estas se puede responder desde una sola disciplina ni sin las habilidades que brinda la educación liberal, como es el pensamiento crítico, el pensamiento integrador, la curiosidad, la exploración, la interculturalidad incluyente, el respeto por la diferencia, y el compromiso por un mundo mejor. Por tanto, las competencias de la educación liberal son la base para la formación global de los estudiantes.
Una educación liberal y global es una aventura por esas preguntas, que nunca serán del todo respondidas, y por el desarrollo de estas habilidades. A partir de esta aventura, en sí misma maravillosa, la educación liberal llama a la acción: ¿cómo soluciono problemas complejos en mi campo de trabajo?, ¿cómo integro lo que sé para responder a lo que no sé?, ¿cómo parto de las personas y las comunidades para entender los problemas?, ¿cómo me comunico y me relaciono para construir juntos?, ¿cómo lidero desde la construcción colectiva? Para esto se exploran y se aporta a los saberes de las disciplinas, las técnicas y las teorías que permiten aplicar lo conocido de manera rigurosa. Y claro, más allá de la solución inmediata de problemas, la educación liberal sueña con guiar en medio de la incertidumbre en los llamados de vida: ¿cómo me comprometo con transformar el mundo para que sea más libre y beneficioso para más personas, con un mejor medio ambiente, con más felicidad?, ¿cómo me enfrento a la injusticia?, ¿cómo respondo a la desigualdad y exclusión del disfrute de la vida, de las oportunidades y de la libertad?, ¿cómo hago todo esto cuando siempre habrá conflicto y diferencia entre los humanos que intentan abordar lo mismo? En pocas palabras, ¿cómo me convierto en un ser humano responsable y en un ciudadano respetuoso de la democracia que no se limita a proteger los derechos de quienes piensan como yo, sino precisamente las libertades de quienes no lo hacen?
6. Marshall Rosenberg, Nonviolent Communication: A Language of Life (3rd ed.). PuddleDancer Press, 2015.
7. Wolfgang Dietrich, The Elicitive Conflict Mapping. The Palgrave International Handbook of Peace Studies: A Cultural Perspective. Palgrave Macmillan, 2017.
Sebastián Bitar
Escuela de Gobierno
Universidad de los Andes.
Emilia Cedercreutz
Departamento de Lenguas y Cultura
Universidad de los Andes.
Jimena Hurtado
Facultad de Economía
Centro de Ética Aplicada
Universidad de los Andes.
Ana Milena Rincón
Departamento de Lenguas y Cultura
Universidad de los Andes.