¿No sería el momento de apostar por publicaciones bilingües donde garantizamos el acceso al conocimiento local al mismo tiempo que lo promovemos en una comunidad global?
LUCIANA ANDRADE-STANZANI (LAS): Actualmente, se asume que el inglés es la lengua franca en las publicaciones de artículos científicos. Curry y Lillis (2018) afirman que cerca de 27.000 periódicos incluidos en el Science Citation Index están en inglés. Sin embargo, las autoras mencionan que más de 9.000 están en otros idiomas: francés (3.500), alemán (2.700), español (2.300) y chino (1.400). La mayoría de ellos no aparecen en los índices de prestigio, lo cual termina por perpetuar, según ellas, la ideología de que el inglés es la lengua franca académica global.
Asumir una única lengua como posible en este tipo de publicaciones tiene algunas implicaciones. Para Curry y Lillis (2018), “se pierde la divulgación local del conocimiento producido. No todos los investigadores o estudiantes hablan o leen inglés, y exportar la investigación producida en contextos locales a audiencias globales de habla inglesa puede socavar el desarrollo de sociedades y culturas de investigación locales en general”.
Eso también nos lleva a pensar en la lengua en la cual se hace la investigación en Colombia, que no es la misma en la cual se escriben sus resultados. La traducción implica no sólo un conocimiento general del inglés, sino un conocimiento específico sobre su escritura académica. Todo eso toma tiempo e inversión en la formación en investigación. Además, la traducción puede ser imprecisa cuando tratamos de explicar términos o conceptos tan arraigados a una lengua y cultura, como el caso de “desplazamiento forzado”. Eso sin hablar de investigaciones que dialogan directamente con contextos locales y que probablemente para su comunidad de investigación no tiene sentido publicar en inglés.
AM: El sistema parece funcionar en dos direcciones contrarias: por un lado, la comunicación transparente y universal, además del mito de la comunidad científica. Pero en la realidad esto significa escribir en un idioma impropio (no-propio), contratar a correctores de estilo y a traductores para que den forma a unos textos pensados en un idioma local, validar un idioma que no producimos sino con la ayuda de otros. Por otro lado, reivindicar los mitos de la diferencia, los saberes locales, lo contextual y lo situado. Dos grupos de valores contrarios, que en apariencia crean una atractiva dialéctica de fuerzas opuestas: lo universal y lo específico. En realidad: una esquizofrenia dictada por un deber ser. Desde otro punto de vista, significa expurgar decenas de revistas locales de las clasificaciones en uso. En este caso, local termina significando inferior, y solo por cuestiones lingüísticas.
LAS: Con relación a los contextos globales, se argumenta que la traducción de la investigación al inglés abre puertas a revistas prestigiosas y bien rankeadas, abre espacio en la comunidad internacional y amplía el público lector. Esto puede ser cierto; sin embargo, muchas de estas revistas no tienen acceso libre y el público queda restringido a quien paga. Si hacemos un paralelo con las revistas latinoamericanas que son en su mayoría de acceso abierto y los repositorios de tesis que hay en universidades de la región, nos damos cuenta de que hay un gran flujo de conocimiento científico de libre acceso en otras lenguas. La pregunta no es sobre el papel del inglés en las publicaciones sino sobre las implicaciones de validarlo únicamente como posible lengua para las ciencias.
AM: El orden del discurso, en términos de Foucault (1973), no es democrático. La lengua no es un sistema neutro. No solamente porque reproduce la historia de los que la han usado y modificado, sino porque reproduce jerarquías de poder. La lengua es un sistema terriblemente vertical: nos dice todo el tiempo qué es correcto y qué no lo es; nos moldea el pensamiento para que nos parezcamos a ese ser ideal que la personifica. El inglés de la comunicación científica encarna un extrañamiento, un anonimato. Es como un vestido de otra talla, es como un par de tacones. Me los pongo, pero no soy yo. El uso de la lengua franca, más allá de la comunicación, es la adopción de una actitud ajena, es querer ser otro.
LAS: Sobre eso, Revuz (2001) escribe que “el yo de la lengua extranjera no es, jamás, completamente el de la lengua materna” (p. 225) y que “aprender una lengua es siempre, un poco, volverse otro” (p. 227). En este ejercicio de ser otro, nos enfrentamos a la realidad de que el lenguaje forma parte de la constitución de los sujetos y, por lo tanto, de su lugar en el mundo. Así, el lenguaje es universal al mismo tiempo que es particular, y estructura ciertas formas de pensar, actuar, relacionarse, transmitir ideas y tradiciones. Perini (2004) cita el caso de Enio, poeta latino del siglo II a. C., que decía tener tres almas porque hablaba tres lenguas: griego, latín y osco. Perini afirma que “es curioso observar que Enio expresó con eso una cosa muy importante relativa al conocimiento de una lengua: no se trata simplemente de otra manera de decir las cosas, sino otra manera de entender, concebir, tal vez mismo de sentir el mundo” (pp. 41-42).
El inglés de la comunicación científica encarna un extrañamiento, un anonimato. Es como un vestido de otra talla, es como un par de tacones. Me los pongo, pero no soy yo. El uso de la lengua franca, más allá de la comunicación, es la adopción de una actitud ajena, es querer ser otro.
LAS: Y en esa batalla, ¿con quiénes nos estamos comunicando?, ¿quiénes están beneficiándose de los hallazgos de las investigaciones que no se producen en inglés?
AM: El mito de la comunicación universal tiene sus razones de ser ideológicas, como cualquier mito. Nos promueve como investigadores y como universidades, nos rankea o nos ranquea, nos pone en lista de espera en las puertas del paraíso. Mira hacia arriba, no hacia abajo. No está interesado en el público de los lectores y menos en el número de ellos. Quizás esto debería empezar a parecernos monstruoso. ¿Seríamos capaces de renunciar a nuestro privilegio a favor de lo local? ¿Cuánto nos costaría esa renuncia? •
Referencias
Curry, M. J. & Lillis, T. (2018). The Dangers of English as Lingua Franca of Journals. Inside Higher Ed. https://www.insidehighered.com/views/2018/03/13/domination-english-language-journal-publishing-hurting-scholarship-many-countries
Eco, U. (1994). La búsqueda de la lengua perfecta. Grijalbo Mondadori.
Foucault, M. (1973). El orden del discurso. Tusquets.
Perini, M. A. (2004). A língua do Brasil amanhã e outros mistérios. Parábola.
Revuz, C. (2001). A língua estrangeira entre o desejo de um outro lugar e o risco do exílio. En I. Signorini (Ed.), Língua(gem) e Identidade: Elementos para uma discussão no campo aplicado. Mercado das Letras.
Roche, T. (2010). Blow up. Un regard anthropologique. Yellow Now.
Steiner, G. (1960). Después de Babel. Fondo de Cultura Económica.
Conversación entre:
Alessandra Merlo
Profesora. Departamento
de Lenguas & Cultura
Luciana Andrade-Stanzani
Docente. Departamento
de Lenguas & Cultura