He querido comenzar estas reflexiones con esta referencia a Therborn porque de manera provocadora sugiere dos cosas que me parecen de la máxima importancia: de una parte, que lo disciplinar y lo interdisciplinar resultan ser enfoques completamente insuficientes para dar cuenta de lo global y, de la otra, que lo global es la manera como se representa la complejidad en la vida social. Para decirlo en otros términos: si las sociedades modernas constituyen “sistemas complejos e interconectados”, entonces, para aproximarse a su naturaleza, se requiere de unos enfoques que den cuenta de dicha complejidad, entendida esta no como una simple agregación de elementos sueltos, sino como un proceso que se constituye a partir de la densidad de las interacciones entre sus elementos fundamentales.
Para que se comprenda mejor qué entendemos por complejidad diremos que alude a una alternancia de períodos de orden y fases de caos en el desarrollo histórico, destaca la importancia de los acontecimientos (la singularidad y lo aleatorio) en los procesos, asume la indeterminación y la imprevisibilidad del o los fenómenos, presta atención a las expresividades del tiempo y el espacio en las sociedades, y se inclina por explicaciones en término de interacciones más que de causalidades2.
A diferencia de esas visiones un tanto simplificadoras que consideraban que el elemento nodal de la globalización estaba constituido por las conexiones o por la trascendencia de lo nacional, considero que la globalización es una de las principales formas como la complejidad se realiza en el ámbito de lo social, porque esta última asume la sociedad con sus lógicas dispersas, su variabilidad de espacios y tiempos, las porosidades e interdependencias de sus subsistemas y las horizontalidades y transversalidades de sus interacciones. Es decir, a diferencia de aquellas imágenes que contrastaban de manera simplificada la infra y la superestructura o el Estado y la sociedad, la complejidad y la globalización la enriquecen porque invitan a entenderla como una figuración topológica con relieves, escabrosidades, etc.
Dentro de esta línea de pensamiento, la complejidad sugiere una perspectiva no estática por la importancia que han adquirido las condiciones de tiempo y espacio en el estudio de las sociedades. Igualmente, tiene que ser un enfoque que concibe la complejidad social, tal como viene siendo sugerida por ciertos estudios sobre la globalización, procurando distinguir sus rasgos topológicos, es decir, tratando de dar cuenta de las relaciones, interacciones, interdependencias de elementos y variables en su densidad en lugar de la presunción de que esta no es más que una mera sumatoria de componentes.
Un análisis en términos de complejidad revoluciona la manera habitual de ver el mundo y de comprender lo internacional. Si estas dinámicas constituyen las principales relaciones de fuerza de la contemporaneidad, podemos, entonces, vislumbrar la distancia que guardan con la idea misma de orden mundial. Este tiende a ser fijo y estable, a reconocerse en la búsqueda del equilibrio y en el reconocimiento de formas de jerarquización que privilegian la configuración estado céntrica y, por tener una disposición universalista, en el sentido que prevé ser reproducible por todo el mundo.
La complejidad y la globalización invitan a entender la sociedad con sus lógicas dispersas, así como sus interdependencias e interacciones.
Muy distinto se presenta el panorama cuando la realidad mundial es visualizada desde los ángulos de la complejidad y de la globalización porque estas apuntan a situaciones que distan del equilibrio en donde la frecuencia de las crisis y las disrupciones son la norma. No hay jerarquías reconocidas de antemano, sino las que surjan a partir de la dinámica de las cosas. Su radio de acción es el mundo, vasto escenario donde se conjugan situaciones que se inscriben dentro del rubro de las relaciones internacionales con otras que podríamos conceptualizar como “relaciones internas al mundo”. Segundo, complejidad y globalización destacan los espacios de intermediación de las sociedades y entre los distintos ámbitos sociales y, en ese sentido, descolocan la centralidad tradicionalmente asignada a la soberanía, a los territorios y a las fronteras. Tercero, estos son conceptos móviles e inestables, lo que calza con la imagen de dinamismo innato de las sociedades contemporáneas.
Cuarto, complejidad y globalización son multifocales y multiniveles por lo que reconocen una amplia gama de tópicos en la agenda internacional, nucleados preferente, pero no únicamente por la seguridad humana (v. gr., la desigualdad, la pobreza, la crisis climática), situación que de inmediato tiende a relegar los temas más convencionales del poder político y militar a un lugar secundario. Quinto, estos constituyen procesos que le han dado un claro realce a lo social, redimensionamiento lo local (multiescalar), globalizando y ya no mundializando (como ocurrió durante la Guerra Fría) el sistema mundial. Sexto, complejidad y globalización ensanchan la comprensión del mundo porque dan cuenta de situaciones de índoles muy variadas, que van desde los propiamente planetarizados, pasando por los mundializados, los internacionales e internacionalizados y los “glocales”. Esta variabilidad de escenarios descentraliza y complejiza las figuraciones que se realizan habitualmente del poder. Por último, estos ocasionan que las relaciones entre sociedades sobresalgan sobre las relaciones interestatales clásicas, lo cual sugiere otra manera distinta de entender lo internacional en el presente3.
Desde otro punto de vista, el estudio de lo global, en términos de complejidad, presupone que las tendencias identificadas reflejen las realidades inmanentes de cualquier rincón del planeta y no sean la proyección de una experiencia localista con pretensión universalista. Estos procesos tienen que ser lo suficientemente estructurales para que puedan ser observables en su actuación en las distintas realidades regionales. En este sentdo, debe identificarse más con experiencias multilingües que monolingües. O sea, se debe evitar caer en el error habitual de extrapolar las características de unas experiencias societales al conjunto de la humanidad4, tal como ocurrió en el siglo pasado con la mayor parte de las teorías de la modernización. Lo global tiene que ser versátil para que la lectura del conjunto dé cuenta de las dinámicas de los distintos ámbitos sociales. Nada resulta más peligroso que establecer un primado a priori, porque se cae en el error de reducir la complejidad social a una única variable con lo cual se pierde la oportunidad de una intercambiabilidad explicativa de las causas y las consecuencias. Debe ser flexible porque debe ser capaz de entender que la historia comporta tendencias, pero que constituye un sistema abierto, distante del equilibrio al encontrarse a merced de todo tipo de circunstancias y contingencias que, en cualquier momento, pueden modificar el curso de los acontecimientos y de los procesos. Flexible también para comprender que las dinámicas sociales asumen rasgos singulares en las distintas experiencias sociales y que el período representa una unidad de tiempo que puede tener distintos rostros. Profundo porque las claves principales del presente se localizan en dinámicas que existen como corrientes subterráneas o fuerzas profundas; las más de las veces no son perceptibles a simple vista porque están ocultas detrás del acontecer diario. Para su comprensión y exposición se requiere de un elevado nivel de abstracción que permita identificar y jerarquizar las tendencias que definen la actualidad. Y reflexivo porque se requiere de un observador activo y consciente de que su resultado se origina en medio de ese movimiento de ida y vuelta entre él y el objeto de estudio.
1 Göran Therborn, El mundo una guía para principiantes, Madrid, Alianza, 2012.
2 Pierre Martin y Hanspeter Krieski, Crise mondiale et systèmes partidistes, París, Éditions Science Po, 2018.
3 Bertrand Badie, L’hegemonie contestée. Les nouvelles formes de domination internationale, París, Odile Jacob, 2019, pp. 130-142.
4 Alessandro Stanzani, Eurocentrism and the politics of global history, Londres, Palgrave, 2018.
Hugo Fazio
Profesor del Departamento de Historia y Geografía. Universidad de los Andes