La obra analiza cómo los sectores populares —campesinos, jornaleros, tenderas, artesanos y personas anteriormente esclavizadas— se convirtieron en los principales consumidores de productos extranjeros en el siglo XIX, transformándose en actores clave de un mundo atlántico interconectado.
El libro desafía las visiones tradicionales sobre la dependencia latinoamericana del Norte Global y revela la relación entre el consumo cotidiano, la economía y la política en la Colombia decimonónica.