«A grande semelhança da América Latina está na sua unidade linguística, ou seja, no Português e no Espanhol, línguas irmãs mutuamente inteligíveis e base da nossa unidade cultural» (Gadotti, 1992)1
Desde que surgió Mercosur en 1991, la importancia de la lengua portuguesa en el continente latinoamericano ha ido creciendo. Uruguay y Venezuela instituyeron la enseñanza del portugués en sus escuelas y, desde 2005, Brasil estableció la enseñanza de la lengua española en sus colegios. En Colombia, tanto la demanda como la oferta de cursos de portugués es amplia, y cada día hay más actividad en las universidades, en institutos de lenguas o en clases privadas. La Universidad de los Andes imparte cursos de portugués desde 2003 y su oferta ha crecido significativamente en los últimos años.
El interés por la lengua portuguesa, que antes tenía mucho de romántico, hoy ha conquistado a un público con motivaciones diferentes, un público que quiere acceder al mundo académico y al mundo de los negocios. El objetivo es entonces un escenario de integración regional donde el portuñol ya no es suficiente y debe ser superado.
Este panorama nos lleva a preguntarnos por una didáctica del portugués como lengua extranjera específica para hispanohablantes. Es sabido que los idiomas portugués y español son dos lenguas próximas, lo que supone algunas (des)ventajas para los estudiantes. Las similitudes que facilitan el entendimiento, al mismo tiempo hacen más difícil la comunicación debido a las constantes interferencias de la lengua materna. Como consecuencia aparece una interlengua comúnmente llamada portuñol.
Al reconocer que el español y el portugués son dos lenguas cercanas se percibe la necesidad de un tratamiento específico en el proceso de enseñanza y aprendizaje del portugués dirigido a estudiantes hispanohablantes, que suelen ser considerados falsos principiantes ya que traen consigo conocimientos y habilidades que son comunes a las dos lenguas. Por ejemplo, la transparencia a nivel léxico de la lengua portuguesa para el hispanohablante es significativa ya que las dos lenguas pertenecen a la familia románica de la rama ibérica y, por tanto, comparten gran número de palabras de origen latino. Es importante decir que compartir un léxico en esa escala facilita la comprensión de lectura de un texto formal pero, en lo que se refiere al léxico del día a día o expresiones idiomáticas, el estudiante presenta más dificultad de comprensión en un contexto de no inmersión.
Al reconocer que el español y el portugués son dos lenguas cercanas, se percibe la necesidad de un proceso específico de enseñanza y aprendizaje del portugués a estudiantes hispanohablantes que suelen ser considerados falsos principiantes.
El problema está cuando el portuñol, que puede permitir un nivel de comunicación básico y engañoso, no es superado en etapas más avanzadas de la enseñanza y los errores de la interferencia se fosilizan. En ese escenario muchos investigadores en el tema recomiendan un curso de portugués para hispanohablantes basado en el análisis contrastivo. Es decir, estimular al aprendiz a que tome conciencia de las diferencias entre el portugués y el español. Para que eso sea posible el profesor debe dominar los dos sistemas lingüísticos (portugués y español), no solo en lo que se refiere a los aspectos formales de la lengua sino también a su uso en determinados contextos sociales.
Daniele Grannier (2000), por ejemplo, propone una metodología heterodoxa donde las actividades de producción oral deben ser controladas mientras que las actividades relacionadas con la escritura deben ser incentivadas en niveles iniciales. Se trata de no estimular la producción oral libre en una etapa inicial: los estudiantes al comprender la lengua tienden a arriesgarse más en la producción oral, sin embargo como no han adquirido todavía elementos fundamentales lingüísticos tienden a producir el portuñol y a creer que hablan portugués. Ya en una actividad de producción escrita, el estudiante dispone de más tiempo para pensar lo que puede desarrollar naturalmente y para hacer un auto monitoreo y tomar conciencia de sus propios errores.
Así, se propone primero un periodo de relativo silencio en el cual se busca una exposición a la lengua hablada. Aquí se da mayor atención a la percepción auditiva y a la comprensión oral, a la práctica de la relación grafía/pronunciación, a la primacía del escrito en la producción del aprendiz. Después vendrá una etapa en la cual habrá un desarrollo progresivo de la fluidez oral en portugués.
El tema de la enseñanza de portugués a hispanohablantes es reciente así como la preocupación por la superación del portuñol. Todavía hay mucho que hacer: producción de materiales didácticos, planeación de cursos y formación de profesores. Todo esto será fundamental para proporcionar al estudiante hispanohablante un curso de portugués acorde con sus necesidades y que no esté apenas enfocado en las (des)ventajas de la proximidad entre las dos lenguas (y culturas) sino que también promueva un diálogo intercultural en el continente latinoamericano.
Referencias
Gadotti, M. (1992). Diversidade cultural e educação para todos. Río de Janeiro: Graal.
Grannier, D. M. (2000). «Uma proposta heterodoxa para o ensino de português a falantes de espanhol«. En: III Congresso da SIPLE. Brasilia: Intertexto. pp. 57-80.
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1″La gran semejanza de América Latina está en su unidad lingüística, es decir, en el portugués y en el español, lenguas hermanas mutuamente inteligibles y la base de nuestra comunidad». (Traducción mía).
Docente de Planta Asociado