Rorty afirma que es imposible salirse de la historia y de la propia cultura y acceder, de este modo, a una racionalidad transcultural pura que sirva de fundamento ético universal en nuestro trato con otras culturas. Pero si no hay una matriz común de valores y de verdades, ¿Cómo es posible defender la importancia de una cultura liberal incluyente y abierta a la diversidad de culturas? ¿es el relativismo ético un dragón hecho a la medida de los temores del realista metafísico? ¿esa la noción de racionalidad transcultural constitutiva de la ética, como sostienen Habermas y Putnam, o es posible, por el contrario, reinterpretar coherentemente la noción de ética desde el etnocentrismo? La respuesta a tales preguntas nos permitirá determinar si es cierta la acusación según la cual el etnocentrismo de Rorty implica de manera inevitable el relativismo, o si, por el contrario, el etnocentrismo proprio de una cultura liberal permite sostener que dicha cultura no es etnocéntrica al ser etnocéntrica, esto es, que ser fiel a la tradición liberal es estar abierto a otras tradiciones. El etnocentrismo de Rorty no constituye una amenaza para la comprensión de la normalidad al proponer una interpretación del universalismo como fabilismo sin criterios desde una noción de racionalidad débil.