Algunas personas (principalmente en los EE. UU., el Reino Unido y Europa del Norte) parecían rechazar el uso de máscaras, pero al mismo tiempo podíamos ver que estaban siendo adoptadas con entusiasmo en Colombia, España y muchos otros países.
En teoría, las máscaras deberían disminuir la confiabilidad de los rostros porque reducen la cantidad de información social contextual que un observador puede procesar, creando ambigüedad. También ocultan la identidad de alguien, lo que puede conducir a una desconexión moral. Además, consideramos la teoría del sistema inmune conductual. Las máscaras quirúrgicas en particular pueden estar asociadas con enfermedades, lo que lleva a las personas a evitar que las usen por miedo a infectarse. Anticipar esta reacción podría desalentar el uso de máscaras.
Por lo tanto, dividimos a los participantes en dos grupos, mostrando la mitad de ellos caras cambiadas con Photoshop para usar máscaras quirúrgicas, mientras que el grupo de control vio las caras originales sin máscaras. Medimos varias variables de resultado, incluida la cantidad de participantes que confiarían en cada rostro, la probabilidad de que pensaran que la persona estaba enferma y qué tan cerca socialmente se sentirían cómodos de estar con ellos (amigos, vecinos, colegas, etc.).
Predijimos que el grupo de control sería evaluado más alto en cuanto a la confiabilidad y la distancia social deseada, mientras se consideraría que fue menos probable que estuviera enfermo. También utilizamos encuestas estándares para medir ciertas diferencias individuales que pensamos que podrían modular estos efectos, razonando que los participantes con un alto nivel de confianza general y / o social tendrían más probabilidades de confiar en los rostros enmascarados, mientras que aquellos con un alto nivel de ansiedad social y sensibilidad al asco querrían evitarlos.
Entonces, ¿qué encontramos? Básicamente, nuestras hipótesis fueron solo parcialmente respaldadas. Las caras enmascaradas se vieron como más propensas a enfermarse, pero también se vieron como más confiables, y los participantes estaban más dispuestos a tenerlas como un contacto cercano. Encontramos que una alta sensibilidad al asco predijo juicios de menor confiabilidad y deseabilidad social; la alta ansiedad social predijo mayores enfermedades y juicios de menor confiabilidad; y la confianza social generalizada predijo una mayor confiabilidad y menos juicios de enfermedad.
Sin embargo, no encontramos ninguna interacción entre las diferencias individuales y la condición. El efecto sobre este tipo de actitudes de ver una cara enmascarada parecía ser general y no individualmente variable, al menos para esta población (principalmente estudiantes universitarios colombianos y españoles).
Lo que llevo a casa de todo esto es que, en términos de la distancia social deseada (es decir, cuán dispuesta sería la gente para tener a alguien como contacto cercano) el efecto positivo en la confiabilidad de ver a alguien usando una máscara supera los efectos negativos de las asociaciones con la enfermedad. Pienso en esto en términos de las normas sociales: el valor de señalización de mostrar adherencia a una nueva norma socialmente beneficiosa es suficiente para anular las preocupaciones más automáticas sobre la infección y la falta de información de las expresiones emocionales.
Advertencia: se aplican las limitaciones de muestreo habituales: si vives en un país de habla hispana, si tus contactos son de edad y clase universitaria, en este momento, etc. Estamos planeando abordar algunas de estas limitaciones con un nuevo estudio con el objetivo de replicar estos hallazgos en una población de habla inglesa (probablemente mecánicos con sede en EE. UU.).
Lo más emocionante para mí desde un punto de vista teórico, también incluiremos medidas implícitas utilizando una tarea de enfoque / evitación para ver si siguen el mismo patrón que las medidas más explícitas en el primer estudio.
Tenemos una página OSF si desean consultar nuestros métodos y datos. Agregaremos pronto otras cosas, como scripts, y también una pre-registro para el estudio de seguimiento que menciono arriba: https://osf.io/3bpdw/
Keep your (social) distance: Pathogen concerns and social perception in the time of COVID-19Previous research suggests that individual differences in pathogen disgust sensitivity and social anxiety predict avoidance behavior, especially of pathogen cues, and reduced tolerance for social ambiguity. Conversely, generalized social trust is associated with approach behavior and a greater tolerance for social ambiguity.Click here for more informationSe trata de un proceso de orientación y psicoeducación frente a dificultades emocionales, relacionales o de cualquier otro tipo que no impliquen necesariamente una patología, enfermedad o trastorno. Cualquier persona que quiera mejorar su bienestar mental, adquirir hábitos de vida efectivos y duraderos, recibir guías para resolver situaciones difíciles o estrategias para el manejo del tiempo, entre otras, pueden acceder a este servicio.
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Sin embargo, en este escenario, la salud parece estar un paso adelante, según una investigación de los profesores Carlos Gantiva y William Jiménez Leal y el estudiante Joan Urriago-Rayo, del departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales, de la Universidad de los Andes
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El que alguno de los participantes empleado, líder o proveedor cometa un error pareciera que se convierte en una oportunidad invaluable para tomar ventaja en una cultura donde se lucha por el poder.
Lo noto desde la interacción con los clientes que esperan que cuando la empresa comete un error les regalen algo o se salten procedimientos que hagan que los atiendan más fácil o más rápido; y este principio se replica en toda la compañía. Si un compañero de trabajo comente algún error, deberá tener claro que queda con una deuda y en una desventaja ante algún inconveniente en el futuro, y que no se le ocurra cometer más errores porque la deuda crecerá.
Dentro de esta dinámica, identifico también que con el tiempo las personas entienden que no deben cometer errores y aunque intentan por todos los medios subir su nivel de exigencia, los errores pasan y son parte de vivir y de construir. Considerando esto, las personas esconden sus errores y pareciera que los errores disminuyen significativamente pero cuando profundizamos en estas culturas organizacionales nos encontramos con que las personas no se sienten a salvo y lo que han hecho es ocultar sus errores llevando a un estancamiento en el mejoramiento de los procesos, poniendo a la organización en un alto riesgo ante dificultades que nadie conversa y claramente impactando algo tan deseado recientemente… la innovación.
Recuerdo una vez una presentación de un consultante ante sus compañeros de trabajo resaltando un indicador donde mostraba con orgullo muy pocas quejas de sus clientes, pero cuando entre los dos profundizamos en cómo se estaba midiendo ese indicador, quedaba en evidencia que pocos clientes daban su opinión y que las preguntas que se hacían en la encuesta eran tan superficiales que esta misma persona reconocía que probablemente estaban pasando muchos errores que no estaban siendo visibles. ¿Qué había detrás? Una cultura que criticaba y desacreditaba ante el más mínimo error, lo que hacía que el foco se pusiera en cuidar la imagen que daba a los demás, más que en generar acciones que brindarán desarrollo organizacional.
Recuerdo otro cliente que estaba teniendo problemas con su propio equipo de trabajo pues se mostraban inconformes y desmotivados, me contó que los había invitado a comer una pizza y les había dado la oportunidad de que le dijeran si algo estaba mal pero cuando profundizamos en la manera en que les hizo esta invitación se dio cuenta que en realidad él no quería saber qué era lo que estaba mal, sólo quería contarle al presidente que sí los había escuchado pero que ellos no habían reportado ningún problema.
Amy Edmonson reconoce este fenómeno como las organizaciones que no son psicológicamente seguras para que los empleados conversen abiertamente de los errores, debatan, se cuestionen, dificultando el aprendizaje en la organización. Ella menciona desde sus estudios sobre el trabajo en equipo, que ante más contexto de incertidumbre las personas deben sentir que la organización en la que están les brinda seguridad psicológica para poder preguntar, para tomar decisiones antes contextos inciertos y sobre todo sentir que sus errores son aprendizajes que se conversan para poder mejorar.
En sus investigaciones ha encontrado que las compañías con mejores resultados no son aquellas que reportan menos errores, sino precisamente son aquellas que han reportado mayor cantidad de errores y que han aprendido de ellos.
Considerando el reto que tenemos como humanidad frente a esta pandemia, considero que es esencial que las organizaciones inviertan en que su cultura organizacional sea psicológicamente segura para opinar, para preguntar, para aportar, para equivocarse, para debatir, pues desde mi labor como consultora he encontrado consultantes de distintos cargos, incluso altos cargos directivos en donde no se sienten seguros para dar su opinión, uniformando las creencias, promoviendo un estatus quo, que disminuye la creatividad, intoxica la colaboración entre los equipos e imposibilita que brillen los invaluables talentos de sus integrantes.
En este Webinar se presentaron avances de investigaciones que se están realizando actualmente sobre estos temas en el Departamento de Psicología de la Facultad de Ciencias Sociales. Además, se identificaron líneas de acción que ayudarán a todos a prevenir la propagación y los efectos negativos de la pandemia actual y de situaciones similares que puedan ocurrir en el futuro.
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Así mismo, compran y envían mercados o transfieren dinero a través de plataformas digitales a personas de bajos recursos entre quienes se incluyen a veces sus propios amigos, a veces sus familiares con mayores necesidades, a veces solamente desconocidos.
El esfuerzo en la mayoría de los casos es notable; donar una parte de un salario que por ahora sigue llegando a unos cuantos -a pesar de la esclavización del trabajo virtual- y ante la incertidumbre financiera, no es poco.
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Pero también precisamos del aburrimiento, de la tristeza y de la apatía para ayudar a entendernos lejos de la productividad y el rendimiento sonámbulos que perseguimos sin miramientos. Un análisis de un profesor experto en psicología.
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Desde la Facultad de Ciencias Sociales entrevistamos a la profesora Sandra Báez, para conocer de cerca la investigación que la hizo merecedora de este gran reconocimiento y su experiencia como psicóloga realizando investigaciones científicas:
El proyecto tiene como objetivo evaluar los correlatos cerebrales y conductuales relacionados con el juicio moral y las emociones sociales, en pacientes con autismo y esquizofrenia. La investigación indaga en ¿Cómo se comportan los pacientes con esquizofrenia y los pacientes con autismo, cuando tienen que realizar pruebas de juicio moral y de emociones sociales?, analizando también la asociación entre el perfil de rendimiento que tienen los pacientes y el volumen y funcionamiento. Los beneficios de comparar directamente estas dos patologías radican en la posibilidad de esclarecer los criterios diagnósticos, lograr un mayor conocimiento sobre su etiología y fisiopatología, y mejorar los tratamientos existentes o desarrollar nuevas estrategias de intervención no farmacológica.
Hace varios años estoy trabajando en neurociencia social, es decir en entender cuáles son los correlatos cerebrales y biológicos de la cognición social. La cognición social son los procesos que nos permiten relacionarnos efectivamente con otros seres humanos, en este campo se incluyen habilidades como poder reconocer las emociones de otros, leer intenciones, sentir empatía, poder juzgar moralmente una acción, etc. Especialmente me interesaron estas dos patologías porque hay estudios que sugieren que son trastornos psiquiátricos que tienen bases genéticas comunes y neurobiológicas, e incluso tienen características clínicas compartidas. Una de esas características que comparten los pacientes de ambas patologías son los trastornos en la cognición social; son personas que tienen dificultades para interactuar con otros. En particular, me interesaron los procesos relacionados con las emociones sociales, las cuales son las que sentimos en la presencia real o imaginada de otro, y los juicios morales. Estos dos procesos son muy relevantes para la cognición social, pero no habían sido estudiadas para el caso de ninguna de las dos patologías. Además, estos dominios no son evaluados en la clínica y por ende no son tratados, afectando la calidad de vida de los pacientes y de sus familiares.
Sabía de la convocatoria desde hace unos años cuando me encontraba realizando mi doctorado en el exterior, pero la verdad no me había presentado, porque cuando leía los requisitos de aplicación pensaba que la convocatoria estaba dirigida a las ciencias básicas. Esta vez me animé a participar porque eran más amplios los criterios de selección de los proyectos, y como estoy trabajando con poblaciones clínicas, lo enmarqué dentro de las ciencias de la salud.
Además, me parece que es una convocatoria súper importante para destacar el rol de las mujeres en la ciencia. Está presente en muchos países, y es una forma importante de apoyar y destacar a las mujeres del mundo presentes en la ciencia.
Es muy satisfactorio haber ganado el premio, la verdad no me lo esperaba porque no soy de ciencias básicas, algunas veces a la Psicología directamente no la consideran una “ciencia” en ciertas convocatorias. Entonces me parece importante resaltar que no fue excluyente no tener de base una profesión de las ciencias básicas; creo que eso también es un logro, que no se excluyan disciplinas de las ciencias sociales.
Si bien es cierto que las mujeres hemos sido excluidas del campo de la ciencia durante prácticamente toda la historia, creo que en este momento las cosas están cambiando y han aparecido iniciativas que nos apoyan, como es el caso de este premio. A las estudiantes les digo que se animen a participar en este tipo de convocatorias, que no solamente sirven para apoyar los proyectos de investigación financieramente, sino también para destacar el papel de la mujer en la ciencia. Anímense a seguir incursionando en el campo de la ciencia, afortunadamente cada vez es más inclusivo. Sin embargo, todavía estamos lejos, son pocas mujeres las que nos dedicamos a la ciencia, pero el mundo está tomando conciencia de esa desigualdad y se están tomando acciones para que sea más equitativo. No se sientan excluidas por el hecho de ser mujeres, las oportunidades se están abriendo cada vez más.
El Geneva Challenge es una competencia internacional creada en el 2014 por el Geneva Institute, con el apoyo del diplomático suizo Jenö Staehelin. La competencia busca estimular en los estudiantes de posgrado, la reflexión y la innovación desde múltiples disciplinas hacia problemas con relevancia internacional, a través de la construcción de propuestas fundamentadas teóricamente, pero con un enfoque pragmático. En el 2019 la competencia tuvo como temática el reto de la salud mundial.
La estudiante de la maestría en Psicología Clínica, Lina Morales, al enterarse del concurso y de la temática propuesta, convocó a sus compañeros: Mateo Bernal también de la maestría en Psicología Clínica, Bernardo Tocua de la maestría en Salud Pública y Alma Guaidía, de la maestría en Psicología Clínica de la Fundación Universitaria Konrad Lorenz.
Los estudiantes, impulsados por encontrar alternativas para el manejo de la salud mental en Colombia, desarrollaron la propuesta de una aplicación y un portal web que permite evaluar las principales problemáticas de salud mental que se presentan en el país, y posteriormente al detectar algún problema, la aplicación brinda estrategias de atención, basadas en la evidencia científica. De esta forma, el proyecto con el que concursaron busca que profesionales especializados y no especializados en el campo de la salud mental mejoren la detección y eventual atención de estas problemáticas, sobre todo en los sitios donde acude la mayor parte de la población: los centros de atención primaria en salud.
El proyecto fue seleccionado como el mejor de Sudamérica y compitió junto con propuestas de Asia, Norteamérica, Europa y Oceanía, ocupando finalmente el tercer lugar a nivel mundial.
Mateo y Lina están conscientes que como psicólogos tienen que tener un papel activo en la sociedad y deben influenciar en las políticas públicas que se crean alrededor de la salud mental, con el propósito de fomentar la prevención, reducir la estigmatización y promover la atención a este tipo de problemas. Estar en el concurso y tener contacto con académicos internacionales les permitió a los estudiantes darse cuenta que la salud mental y el estigma que se teje sobre ella, no es un asunto que aqueje únicamente a Colombia, es un reto a nivel mundial. Por este motivo, los estudiantes invitan a crear más propuestas que consideren como tema prioritario la salud mental y las diferentes estrategias de atención, ya que, como ellos mismos mencionan, “no hay salud sin salud mental”.
Por último, Mateo y Lina invitan a todos los estudiantes uniandinos a participar en este tipo de iniciativas: “Como estudiantes tenemos que perder el miedo a creer en nuestras ideas. Claro, estamos en un proceso de formación y es normal sentir que no tenemos aún todas las herramientas. Sin embargo, el mundo y nuestra realidad también están en proceso de formación y es nuestra responsabilidad crear el cambio que queremos ver.”
El Próximo año, el Geneva Challenge tendrá como temática central la inclusión social, todos los estudiantes interesados en el tema y en llevar sus conocimientos teóricos al mundo práctico están invitados a participar.
¡Desde el Departamento de Psicología felicitamos a Lina y Mateo por este gran logro!
Universidad de los Andes | Vigilada MinEducación
Reconocimiento como Universidad: Decreto 1297 del 30 de mayo de 1964.
Reconocimiento personería jurídica: Resolución 28 del 23 de febrero de 1949 MinJusticia.
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