El propósito de este libro es mostrar la variedad de miradas sobre la relación entre pueblos indígenas y arqueólogos en diferentes países de América Latina. A diferencia de otros trabajos similares este libro acoge posturas radicales, antitéticas y, en algunos casos, indebidas desde el punto de vista de la corrección política pero representativas del amplio espectro en el cual se sitúan. Los dieciocho artículos y la declaración que componen este libro provienen de varios países de la región (México, Colombia, Ecuador, Perú, Bolivia, Chile, Argentina y Brasil) y están estructurados alrededor de la relación entre indígenas y arqueología en el marco de las historias nacionales y desde la perspectiva de la emergencia del interés nativo por asuntos, objetos y escenarios que antes desdeñaban y que los arqueólogos consideraban exclusivamente suyos, sin indagación ni contestación. La historia reciente de la región, que hace eco de políticas multiculturales mundiales, muestra que ante la insubordinación de las historias locales y ante la crisis de las formas modernas de legitimación del saber provocadas por el dominio de la razón instrumental sobre la razón histórica, el establecimiento arqueológico se ha visto forzado a reflejar el control que tuvo sobre la producción de sentidos históricos a partir de los objetos, estableciendo estándares éticos, viéndose limitado por prescripciones legales o siendo desbordado por el activismo indígena.