Naturalezas, Sociedades
y vida cotidiana”
Entrevista con la profesora del departamento
de antropología Elizabeth Ramos Roca
Elizabeth Ramos Roca es profesora del Departamento de Antropología y es antropóloga de la Universidad de los Andes con Maestría y Doctorado de la Universidad de Pittsburgh, EE. UU. Investiga sobre procesos de adaptación humana, particularmente el tema del patrimonio alimentario y natural, desde una perspectiva biocultural, y de largo alcance temporal. Se interesa en el estudio de las tradiciones culturales relacionadas con la alimentación desde la época prehispánica hasta la actualidad y en la aplicación de los estudios antropológicos, arqueológicos, bioantropológicos, y zooarqueológicos, a problemáticas actuales relacionadas con el tema del patrimonio alimentario y la conservación de la biodiversidad.
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GENERALMENTE TENDEMOS A PENSAR LA RELACIÓN ENTRE NATURALEZA – SOCIEDAD DESDE LOS GRANDES FENÓMENOS Y ESCALAS, casi como si este vínculo se consolidara a partir de procesos ajenos al presente, a nuestra existencia cotidiana y particularmente a cada una de las decisiones y acciones que llevamos a cabo día a día. Sin embargo, la antropóloga y arqueóloga Elizabeth Ramos Roca ha encontrado en la cotidianidad sutilezas que reflejan la manera como vivimos y entendemos la relación entre los seres humanos con el entorno. Es así, como desde las prácticas que realizan día a día los individuos y comunidades, la profesora Elizabeth estudia la relación entre Naturalezas y Sociedades, un interés que comenzó con una experiencia que la cambiaría como persona e investigadora: “Eso pasó ya hace algunos años (…) Estaba en trabajo de campo realizando excavaciones a orillas de la Ciénaga del Convento en el Bajo Río Magdalena cerca de Barranquilla, (ahí) estaban conmigo varios pescadores (cuyo trabajo) ocurre en la noche (por lo que) en el día aprovechaban para ganarse un dinero trabajando en el proyecto. Un día en campo (…) uno de los pescadores me preguntó sobre los huesitos de los animales que estaban saliendo de la excavación y yo empecé a contarle cuales especies eran, por qué estaban allí y cómo eran utilizadas por la gente en el pasado (…) entonces me contó que muchos de estos animales son los mismos que ellos todavía pescan para vender y para comer y me invitó a que fuera a un día de pesca para que (…) conversáramos sobre estas especies ” 1 .
Una madrugada la profesora Elizabeth decidió acompañar a los pescadores en su rutina de trabajo. Al momento del arribo de los botes “Isidro”, pescador adulto, se detuvo para mostrarle que entre los pocos productos de la faena de la noche había atrapado en la red dos tortugas hicoteas, especie que está amenazada. Por lo que, la antropóloga Elizabeth le preguntó si sabía que estas tortugas podrían estar en riesgo de desaparecer, razón por la que su captura está prohibida en algunas regiones, a lo que el pescador respondió: “sí yo entiendo lo que usted dice, pero estas dos hicoteas son casi lo que come mi familia en dos semanas”.
“Desde ese momento se volvió para mí una prioridad en mi trabajo como arqueóloga, encontrar caminos para que los resultados de la investigación arqueológica contribuyan de forma más directa a la comprensión de las varias y contradictorias realidades inmersas en los discursos ambientalistas que entran muchas veces en contraposición, con la cotidianidad de sociedades como esta, las cuales en gran parte no tienen como suplir necesidades básicas como el acceso al alimento”. Debido a esta experiencia la docente Elizabeth ha utilizado la investigación para no caer en realidades generalizadas. Esto ha sido posible a través de la implementación de dos herramientas con las cuales desarrolla sus trabajos.
La primera, incorporar la arqueología con el fin de tener una visión temporal más amplia de l a problemática que permita conectar el pasado y el presente.
1. Entrevista llevada a cabo el miércoles 06 de julio 2022 en la Universidad de los Andes
Esto no significa que ambas temporalidades sean equivalentes, si no qué, ambas pueden complementarse para entender cómo a través del tiempo los humanos nos hemos relacionado con el entorno y cómo las decisiones que hemos tomado derivan en unos cambios que se relacionan con las realidades actuales, proporcionándonos herramientas útiles para entender el presente y visualizar el futuro.
Para esto la Arqueología hace uso de subdisciplinas como la zooarqueología, la arqueobotánica, la etnoarqueología y la arqueología aplicada , la s cua les nos ofrecen información valiosa “para dar a conocer y valorar el pasado, cómo se relacionaba la gente con el entorno y cómo era (su) alimentación, entre otras cosas. (Esto puede proporcionar) herramientas para reflexionar sobre lo que está (sucediendo) hoy en día. Cómo ha sido el uso de distintas especies en la alimentación a través del tiempo, y, por ejemplo, cuales de estas especies han desaparecido como causa de la sobreexplotación o por otros motivos. También (hay) la posibilidad de que algunas de las especies en riesgo de desaparecer hoy en día puedan seguir existiendo sin necesidad de renunciar a comerlas, a disfrutar de esos platos que son tan importantes en algunas de las comunidades para su identidad, para sus propias relaciones sociales”2 .
A si mismo, la profe sora Elizabeth en sus investigaciones antropológicas trabaja de la mano con las personas que viven en los lugares de estudio, ya que estas son agentes fundamentales, no sólo para comprender las problemáticas actuales desde las vivencias cotidianas de la comunidad, sino para aportar desde una mirada crítica a las acciones a desarrollar. “Comprendí de manera más clara la importancia de “escudriñar” en las particularidades que cada región y cada comunidad involucra, y en la importancia del quehacer arqueológico aplicado a la comprensión de las problemáticas actuales en un país de múltiples diversidades como el nuestro”.
2. Las palabras que no están en cursiva se agregaron por parte del comité editorial de la revista La Imprenta para adecuar este testimonio oral a una versión escrita
Estas dos herramientas se han incorporado en la investigación que está llevando a cabo denominada: Patrimonio Alimentario y Culinario Vida Cotidiana y Biodiversidad en la Región Caribe donde trabaja desde una perspectiva antropológica y arqueológica, la tensión entre la preservación de las prácticas alimentarias y culinarias
en relación con la conservación de la biodiversidad en el corregimiento de Tierrafirme en Mompox, Bolívar3 . Allí desde una perspectiva arqueológica se vienen realizando trabajos para interpretar las evidencias de la alimentación en el pasado y en el presente. Indagando, por ejemplo, cuáles eran las especies que consumían las personas en la antigüedad, si estás especies han cambiado en la alimentación actual, y las diferencias y similitudes que se observan a la hora de alimentarse. Esto con el fin de “plantear posibles acciones para la conservación tanto de las tradiciones culturales ligadas con la alimentación como de los ecosistemas (…) patrimonios que necesitan ser entendidos desde esas nuevas lógicas, desde muchas diversidades”.
Para la investigación es de gran valor estudiar las cocinas, ya que estas en sus distintas maneras dan cuenta de un estilo de vida, evidenciando de múltiples formas la manera de relacionarnos con lo que nos rodea. La profesora Elizabeth cree que, como ya lo expresó el periodista Michael Pollan en su conocida frase, “cocinar es un acto político”, este acto engloba no sólo cocinar sino todos los eventos y momentos involucrados en la cadena alimentaria, que van más allá de procesar, servir y compartir los alimentos. “Tiene que ver realmente con toda la cadena alimentaria que empieza cuando tú decides qué es lo que quieres comer, de dónde vienen los ingredientes de los que quieres comer, quién, cómo y dónde se producen. Eso es toda una cadena que implica una serie de “actos políticos”, a quién le compras los alimentos ¿a los campesinos que los producen o los compras en el supermercado?” Por lo tanto, hay unos criterios detrás de esas decisiones que tomamos cotidianamente a la hora de alimentarnos los cuales impactan en el medio ambiente y a las sociedades en muchas esferas y sobre los cuales pocas veces reflexionamos. Aunque para gran parte de los seres humanos en la actualidad la comida es fundamentalmente una actividad para suplir una necesidad primordial, esta tiene otras connotaciones que pueden entenderse desde la frase de la antropóloga argentina Patricia Aguirre (2017:18), parafraseando al sociólogo francés Claude Fischler: “los humanos comemos nutrientes y sentidos”. Es decir, en esa interacción entre la comida y los seres humanos se gestan tradiciones, valores y significados que se reviven a través de la cocina.
Lo valioso de prácticas como cocinar es que justamente no se materializan únicamente por medio de las palabras si no de múltiples acciones, es en la forma como se hacen las cosas donde se plasman mensajes evidenciando de manera contundente las maneras como las sociedades humanas entienden el vínculo entre Naturaleza-Sociedad. A partir de esta aproximación cotidiana la Naturaleza y la Sociedad no se perciben desde una única mirada, por el contrario, su complejidad radica en que no hay una sola manera de entender esta contraposición. Por lo que, la docente Elizabeth propone hablar de naturalezas y sociedades, las cuales a su vez permitan reconocer la multiplicidad de realidades que se construyen en el día a día y con eso ampliar “la importancia y la urgencia que desde distintas nociones tenemos sobre la relación entre naturaleza y sociedad (…) (para que estas) puedan ser dialogadas en unos términos entendibles para todos”.