Un diálogo inusual entre
antropología y vulcanología:
¿Cómo enlazar la memoria geológica de una tefra*, un lugar de conmemoración a los ancestros de sociedades indígenas del pasado y un cultivo de amapola en la huerta de una familia campesina de El mundo de la vida alguna vereda del corregimiento de Las Mesas en Nariño?
EL COMPLEJO VOLCÁNICO DOÑA JUANA ES UNA MARAÑA DE MUNDOS VITALES CUYOS PROTAGONISTAS SON UN VOLCÁN ACTIVO CON NOMBRE DE MUJER, las huellas materiales de pasados indígenas poco conocidos, paisajes interconectados de bosque andino y páramo, quebradas y ríos sujetos a intervenciones antrópicas y un escenario rural de gran complejidad socioambiental, económica y cultural, que enlaza a familias campesinas con las interdependencias desiguales y expansivas del capitalismo tardío. El volcán Doña Juana es una entidad nohumana que resuelve la dinámica natural con la transformación de sí misma y del entorno a escalas que incluyen los ciclos vita les humanos y sus memorias intergeneracionales y culturales. Doña Juana es el volcán más joven dentro de una familia de volcanes que surgió hace cerca de un millón de años en el nororiente de Nariño, en la cordillera central de Colombia. Este volcán hace parte del Cinturón de Fuego del Pacífico, un corredor vulcanotectónico de aproximadamente 40,000 km de longitud, en el que esfuerzos majestuosos favorecen la destrucción del fondo denso del océano, destinado a hundirse bajo los continentes, para reciclarlo en las profundidades del manto.
El volcán Doña Juana es una entidad nohumana que resuelve la dinámica natural con la transformación de sí misma y del entorno a escalas que incluyen los ciclos vitales humanos y sus memorias intergeneracionales y culturales
Perceptible gracias a una enorme concentración de sismos, el Cinturón y los volcanes que lo conforman, incluido Doña Juana, son la exteriorización vigente de la energía potencial, la energía vital (termodinámica y cinética) y la peligrosidad creativa de la Tierra, que se autodestruye y reconstruye constantemente. En la s entraña s del Macizo Colombia no, en la cuenca alta de los ríos Juanambú, Mayo y Cascabel, al menos cuatro generaciones volcánicas se han encargado de canalizar la materia y energía acumulada en el interior de la Tierra hacia la superficie, para esculpir y modelar el relieve, circular fluidos, expulsar lavas y cenizas, fertilizar los suelos y la atmósfera, pautar los cursos hidrográficos e impulsar las interdependencias ecológicas que se tejen entre el valle Cauca-Patía, el bosque andino y los páramos del suroccidente colombiano. Allí, y durante los últimos 5,000 años, Doña Juana ha dibujado, desdibujado, tallado y regulado naturalmente la transformación del paisaje habitado. En vulcanología obsesiona reconstruir las estratigrafías**, las cualidades de las erupciones, las formas de ser y hacer del volcán mientras se cartografían, se muestrea y se examina a múltiples escalas.
Poco a poco, surgen mapas en que las Se refiere a un depósito producido por una erupción volcánica explosiva, independientemente del mecanismo de transporte y acumulación. Estudiando el tipo, distribución de tamaños, composición química, distribución y espesores de las tefras, se pueden conocer atributos de las erupciones volcánicas explosivas, como su magnitud e intensidad. Además, el estudio de las tefras permite interpretar su origen: es decir, el proceso volcánico explosivo que transportó y acumuló las partículas en un lugar determinado, en un momento dado. La cronología de tefras o tefrocronología es una excelente herramienta de correlación estratigráfica, por lo que ayuda a establecer los marcos temporales de una sucesión estratigráfica. *tefra: geociencias encajan las piezas del rompecabezas de erupciones pasadas, a medida que integran el trabajo de campo, la petrografía, la geoquímica y la geocronología. Leer la historia eruptiva es deducir el carácter del volcán, con la esperanza de guiar la convivencia de las poblaciones actuales con sus pulsos.
*tefra:
Se refiere a un depósito producido por una erupción volcánica explosiva, independientemente del mecanismo de transporte y acumulación. Estudiando el tipo, distribución de tamaños, composición química, distribución y espesores de las tefras, se pueden conocer atributos de las erupciones volcánicas explosivas, como su magnitud e intensidad. Además, el estudio de las tefras permite interpretar su origen: es decir, el proceso volcánico explosivo que transportó y acumuló las partículas en un lugar determinado, en un momento dado. La cronología de tefras o tefrocronología es una excelente herramienta de correlación estratigráfica, por lo que ayuda a establecer los marcos temporales de una sucesión estratigráfica
Dado que la arqueología y la antropología trabajan también de un modo experiencial y multiescalar entre muy largas, medianas y cortas escalas de tiempo e historicidades propias de los sistemas humanos y sus valores culturales, surgió un diálogo inusual entre una vulcanóloga, una paleoecóloga, una arqueóloga y tres antropólogas enlazadas en una experiencia de largo aliento que involucra también a colegas de Ingeniería Civil y Ambiental, Ciencias Biológicas, Educación y Diseño. Debido a que las/os antropólogas/ os consideran esencial comprender la perspectiva cotidiana de las personas y de las comunidades que habitan el volcán-páramo, dándole sentido a los pulsos, eventos y procesos que allí se desarrollan, y a que las/os antropólogas/os trabajan con perspectivas temporales de larga duración, nos hemos propuesto reconstruir diversas formas de habitar estos entornos volcánicos mediante una colaboración interdisciplinaria, una investigación participativa-colaborativa y una perspectiva multiespecie. Integrando ciencias naturales, la antropología y la arqueología percibimos rápidamente que este volcán era un ente paramuno, tan atmosférico como ígneo, ligado al bosque alto andino y al páramo, a los regímenes de lluvias, a la climatología y los vientos, a la experiencia cotidiana de las personas y familias acostumbradas a trasegar hondonadas abruptas, a cultivar laderas, criar ganado y moldear paisajes. También encontramos que el volcán-páramo es un ser tierra relatado y querido por sus habitantes desde siglos atrás.
**Estratigrafía:
Se refiere a la disciplina científica que estudia la posición, distribución y edad relativa de una sucesión de estratos o capas de rocas y sedimentos con materiales antrópicos, fósiles o restos orgánicos que se depositan sobre un fondo de acumulación con el tiempo. Los estratos contienen elementos de diverso origen que son transportados por varios medios (viento, ríos, océanos, hielo, gases) y acumulados en distintos ambientes. La estratigrafía busca interpretar dichos ambientes, medios de transporte y fuentes de sedimentos/ materiales y ordenarlos en una escala de tiempo geológico.
Entre todos, hemos examinado un conjunto de relaciones desde las nuevas teorías de la complejidad y de los sistemas, la memoria del paisaje y las huellas que han dejado sus habitantes. También, lo hemos explorado desde la manera quienes lo habitan hoy entienden su relación con estas huellas, así como el impacto de la toxicidad en sus vidas actuales, derivado de la intensa fumigación con glifosato que acompaña una estrategia de lucha antinarcóticos en contra de la economía de la amapola, que continúa apresada en el dilema errado de erradicar o fumigar. E l volcán-páramo Doña Juana no es roca inerte. Sobre ese suelo volcánico, interfase de los ciclos biogeoquímicos que se desenvuelven entre roca, tefras, fluidos y múltiples especies, el EHMS, funcionarios comprometidos del Parque Nacional Natural Doña Juana Cascabel y las comunidades locales hemos hilado un mosaico hecho de fragmentos de memorias socionaturales, diferentes registros, voces y recuerdos. Hemos aprendido y desaprendido desde abajo acompañados por las conversaciones sobre Mamá Juana, a poco menos de 4,000 metros sobre el nivel del mar. •