Hecho por: Sofia Ospina Starchevich
El arte, como resistencia, es un grito y una muestra de rebeldía. Una protesta que conmueve a multitudes y crea conexiones. Canciones que narran nuestra historia, la tuya, la mía, la de todos, una historia marcada por la injusticia y la violencia. Música para resistir, para protestar y para unir. Ella ha sido testigo y ha acompañado los momentos más intensos de la historia en América Latina. Ha estado presente en cada acto revolucionario, documentándolo y perpetuándolo en la memoria colectiva. La música, como lo demostró la Nueva Canción Chilena, es un arma poderosa la cual nunca muere.
En 1960 surgió un movimiento conocido como la Nueva Canción Chilena. Artistas como Víctor Jara, Violeta Parra y Quilapayún, entre otros, crearon canciones que simbolizaban fuertemente la lucha contra las desigualdades y las inquietudes sociales. Las palabras, acompañada de melodías, se convertían gradualmente en armas poderosas capaces de movilizar y concientizar a miles de personas a lo largo del continente. El partido político de la Unidad Popular de Chile se apoyó en la música de este movimiento para promover sus ideologías y, por supuesto, sus candidaturas presidenciales. De esta manera, varias canciones se convirtieron en himnos de la libertad y el progresismo en Chile.
Esta música compartía un objetivo y un principio similar al entonces candidato Salvador Allende. Las canciones hablaban de un Chile más justo y democrático, un Chile que debía luchar en contra las desigualdades sociales y la violencia, asimismo debía liberarse de toda influencia extranjera. Durante las campañas y movilizaciones, el arte era la piedra angular. La música hacía que la gente se identificara con el movimiento lo que lleva desde la unión y solidaridad de la gente con problemas similares, hasta un proyecto común de esperanza y cambio.
En 1973, Augusto Pinochet lideró un golpe de Estado que derrocó al gobierno de Salvador Allende. Durante la dictadura militar que se instauró, el arte y la música sufrieron una fuerte represión. El régimen impuso una neblina de silencio y censura, buscando eliminar cualquier expresión artística que pudiera desafiar su autoridad. Conscientes del poder movilizador de la música, la dictadura prohibió canciones que promovían la unidad y la resistencia, obligando a apaciguar el objetivo inexorable de la música. A raíz de esta represión surgen canciones como ¡El pueblo unido jamás será vencido! esta canción del grupo chileno Quilapayún se convirtió en el himno de las protestas sociales más populares en los países Latino Americanos. (Exilio Chileno En México, n.d.) Esta canción es un poderoso ejemplo de cómo la música puede transgredir la opresión. Nacida en un contexto silencioso y opresor, adquirió fuerza suficiente para trasgredir la dictadura y el tiempo. Sus palabras, cargadas de energía y significado, apoyaron las causas de las protestas encargándose con su ritmo pegajoso de que todos escucharan y notaran al pueblo.
Muchos artistas fueron perseguidos, exiliados o incluso asesinados por expresar sus ideas al igual que por promover ciertas ideologías a través de la música como fue el caso de victor jara. Víctor Jara, nacido en 1932 y asesinado en 1973, se convirtió en un símbolo de resistencia tras ser asesinado durante el golpe de Estado de Pinochet. Con tan solo 41 años, este cantautor se erigió como una figura emblemática de la lucha política en Chile, apoyando fervientemente al presidente Salvador Allende. Sus letras, cargadas de inquietud y compromiso social, le dieron voz a los más desfavorecidos y alimentaron el espíritu rebelde de una generación. La música se convirtió en una forma de rebeldía lozana la cual generó conciencia social, con melodías cargadas de sentimientos junto a mensajes revolucionarios llevando a la gente una vez más a las calles.
El arma, jurada indestructible, se rindió ante el tiempo, oxidándose apaciblemente. La nueva canción chilena, con su fuerza arrolladora, libró innumerables batallas. Aunque su eco aún resuena en los acordes de la protesta, en las melodías de la esperanza e incluso en las actividades ociosas, un movimiento musical de tal magnitud y compromiso político no se ha repetido, la historia no ha sido testigo de ver tal reiteración. Su legado, sin embargo, perdura como un hito en la historia de nuestro continente, recordándonos siempre la historia ardua de nuestros paises.
Estoy convencida que la nueva canción chilena sigue viva. Considero que, a pesar de que no se haya podido repetir este suceso, los artistas que participaron en este movimiento siguen vivos, en cada acto de rebeldía, en cada acto de disconformidad y en cada acto revolucionario del pueblo. Esta poderosa arma, por más de que se oxide, sigue existiendo y atacando fuerte para asegurarse de que nunca olvidemos nuestra historia. El movimiento despertó ideas que, hoy en día, hacen que la música sea una forma de protesta pacífica. Actualmente, podemos encontrar repercusiones como muchos artistas que, a través del rap u otros géneros, cantan y cuentan al mundo los problemas sociales a los que se enfrentan ellos mismo o sus comunidades, protestando y mostrando sus inconformidades al mundo.
Referencias
- Exilio chileno en México. (n.d.). https://memoricamexico.gob.mx/es/memorica/Temas?cId=MjMwOGQxMGUtZDk2MC00MjdlLTg0MDgtZTliOTMzZTY2ZGM3&gId=38deb971-e6c3-4c35-b449-6d581f407c07&ctId=7d88a1e7-5937-4990-98ea-691fae0362f6&cd=false#:~:text=La%20Nueva%20Canci%C3%B3n%20Chilena%2C%20como,universitarios%20entonaban%20durante%20sus%20asambleas.
- Kutschke, B. (2013, April 1). Music and Protest in 1968. Cambridge Core. https://www.cambridge.org/core/books/abs/music-and-protest-in-1968/music-and-protest-in-1968/4B8CCEAAB5F5919E6CC5E7C0793E0D84
- La nueva canción chilena. (n.d.). Memoria Chilena: Portal. https://www.memoriachilena.gob.cl/602/w3-article-702.html