un lazo de armonía con la naturaleza
Zanahorias, lechugas, caléndulas, entre otras plantas harán parte de este espacio de siembra y encuentro de la Facultad de Ciencias Sociales.
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“ ESTAMOS CULTIVANDO Y VIENDO CRECER . ALGO SIMILAR A LO QUE HACEMOS DÍA A DÍA EN LA FACULTAD”, cuenta Mauricio Nieto, decano de la Facultad de Ciencias Sociales, durante la inauguración de La Huerta Franca, una iniciativa para promover el encuentro y la creación. Ese día, los textos académicos quedaron a un lado y en las manos de profesores, administrativos y estudiantes abundaban las plántulas de rábano, zanahoria, toronjil y hasta de mizuna, una variedad de lechuga asiática. Y es que nos hemos convertido en verdaderos campesinos urbanos, cuenta Eliana Medina, secretaria general de la Facultad. La convocatoria fue tan exitosa que más de 100 personas participaron en los cinco talleres que brindó el Jardín Botánico de Bogotá,
motivando a varias personas a construir su propia huerta en casa. La Huerta Franca debe su nombre a dos razones: la primera debido a su ubicación, pues está situada en el Edificio Roberto Franco, de la Universidad de los Andes y la segunda a la franqueza y comunicación clara que caracteriza a esta dependencia, de acuerdo con las palabras del Decano.
Eliana cuenta que arrancaron con unas materas y que todos los días en la mañana , varios se encontraban luego del café para regarlas y cuidarlas. La primera cosecha fueron unos rábanos que se convirtieron en conservas.
“Nuestra huerta es una que vamos a cuidar nosotros mismos. No tiene sistema de riego, no tiene nada automatizado, porque para nosotros más que un proyecto de biología o agropecuario, es un proyecto de
trabajo en comunidad. Es un proyecto en el que nos estamos integrando todos y nuestro interés es ver crecer algo desde la semilla”, agrega Eliana. En la entrada de las oficinas de la Facultad era usual ver plantas por todos los rincones, cada una con un pequeño aviso. Elena Quintero, asistente de decanatura, era una de las cuidadoras principales. Ella cuenta que pasó de ver las plantas como un adorno a entender que cuando las riega también se está cuidando a sí misma. Antes de la siembra, la huerta contó con un ritual indígena Misak, que invocó a los espíritus del territorio, una actividad que suelen hacer en el sur del País para pedir que las plantas y sus frutos crezcan sanamente. Julio César Tunubala, estudiante de la Maestría en Antropología e indígena Misak lideró este acto inicial
Julio César también recordó que todos los elementos de la madre tierra -sean tangibles o no tienen vida y por lo tanto nos escuchan y sienten. En agradecimiento con la Universidad, el estudiante sembró además plantas que serán las guardianas de la huerta: alegría, orejuela y borrachero .
Las tres tienen diferentes misiones, de acuerdo con la cosmogonía indígena de este pueblo. La alegría invoca al espíritu masculino; la orejuela, al femenino; mientras que el borrachero invoca a la abundancia y es considerado el cuidador del territorio.
“Tener estas plantas espirituales dentro de la Universidad de los Andes afianza el lazo de armonía de la institución con la naturaleza”, expresa Julio César.