Aportes de la filosofía de la naturaleza a los debates de
En este texto me propongo bosquejar cómo la filosofía de la naturaleza, una corriente filosófica injustamente desestimada durante buena parte del siglo XX, puede ayudarnos a pensar en otros términos la relación entre naturaleza y sociedad, tarea urgente para las Ciencias Sociales en las últimas décadas.
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LA FILOSOFÍA DE LA NATURALEZA EXISTE DESDE QUE LOS PRESOCRÁTICOS SE DIERON POR TAREA ESCRIBIR TRATADOS SOBRE LA PHYSIS. Los fisiólogos jónicos, Platón en el Timeo, Aristóteles, los epicúreos, los neoplatónicos, escribieron este tipo de tratados. En ellos puede trazarse una doble intención, crucial para comprender la génesis de la filosofía de la naturaleza: hacen tanto una física como una metafísica. Por un lado, se preguntan de qué está compuesto todo lo que hay, y acuden a elementos concretos (agua, aire, fuego) con el fin de explicar la composición física del cosmos y sus modos de separación y transformación. Por el otro, si bien parten de la experiencia sensible del cambio, la investigación vira rápidamente a un nivel metafísico que especula sobre el principio y la causa de la existencia, del desarrollo y del movimiento de la physis, indagaciones que van más allá del mundo físico. Con la Nueva Ciencia del siglo XVII surgió la filosofía natural y el estudio de la naturaleza cambió radicalmente. Esta se propone hacer un estudio
puramente físico-matemático de la naturaleza y, en una movida anti-aristotélica, se acompaña de una metafísica que explica y describe el movimiento sin acudir a entelequias, causas o principios últimos. La filosofía natural bifurcó (término de A.N Whitehead) la naturaleza en dos. Separó, por un lado, la naturaleza cualitativa (la de los árboles verdes, del sol que calienta, la de texturas y sonidos) y, por el otro, la naturaleza “real”, la que existe por sí misma, haya o no haya un sujeto con órganos sensibles para percibirla. Sólo la ‘real’ será su objeto. Si para los griegos el cosmos tenía un orden que era modelo normativo para la acción humana, la nueva naturaleza será reducida a materia bruta, corpúsculos simples que al agregarse forman cuerpos extensos enlazados causalmente por leyes físicas que forman un mecanismo ciego, desprovisto de normatividad y sentido. Esta nueva concepción se conjugará con un espíritu práctico y logrará con más efectividad que antes que la naturaleza obedezca los dictámenes humanos. Esto garantizará su éxito no sólo científico sino también su victoria política y
La filosofía de la naturaleza moderna surgió en este contexto como respuesta a la filosofía natural. Por un lado, se rehusará a adoptar la física mecánica como método exclusivo de descripción y explicación del mundo natural.
social, lo que le permitirá imponer su método como el de más autoridad. De este gesto bifurcador y sus promesas derivarán las grandes divisiones modernas (entre lo objetivo-subjetivo, mente-materia, hechovalor), que a su vez impulsará siglos más tarde la división disciplinaria entre ciencias naturales y ciencias humanas/sociales. La filosofía de la naturaleza moderna surgió en este contexto como respuesta a la filosofía natural . Por un lado , se rehusará a adoptar la física mecánica como método exclusivo de descripción y explicación del mundo natural. Por el otro, se abstendrá de caer en una filosofía centrada exclusivamente en estudiar uno de los dos lados de la división sujeto—objeto. En lugar de escoger entre si empezar por el objeto o por el sujeto, partirá del medio, de la indistinción inicial desde la cual trazará la génesis de la distinción naturaleza-espíritu. Goethe, Schelling, Bergson, Dewey, Whitehead proponen filosofías de la naturaleza. Aunque abandonada por un tiempo, esta será revivida en los 1950s por figuras como Jonas, Ruyer, Simondon y Deleuze. A pesar de la especificidad de cada proyecto, estas filosofías de la naturaleza comparten algunos rasgos. En primer lugar, conciben la naturaleza en una doble dimensión: simultáneamente como productividad y producto. Schelling, siguiendo esta línea, retoma la distinción spinozista de la natura naturans y natura naturata y señala que las ciencias naturales se enfocan solo en la natura naturata. Al sólo interesarse por tomar de ésta capturas inmóviles, deja desatendida la naturaleza en su productividad, la ‘naturaleza haciéndose’. Su filosofía de la naturaleza propone centrarse en ambas dimensiones, concibiendo la productividad de la naturaleza como inmanente a lo que produce, no como un principio creador trascendente. El ejemplo que usa para captar esta immanencia de productividad y producto es la de un arroyo que corre y, al hacerlo, va formando remolinos. Los remolinos serían los momentos (natura naturata)
de ese pasaje incesante de la natura naturans. La ciencia y el sentido común se reconfortan con quedarse en los remolinos, como si esta fuera la única realidad, obviando el correr del agua o, en términos de Whitehead, el pasaje de la naturaleza. Captar este pasaje es la tarea de la filosofía de la naturaleza. Dicha tarea es tan ardua que quizás por esta razón las filosofías de la naturaleza no han hecho escuela. Pues el pasaje no puede describirse positivamente, es refractario a la ley y a la medición, tampoco es descomponible en unidades elementales de análisis y, sin embargo, no es algo sobrenatural
Como una melod ía , imagen recurrente en la filosofía de la naturaleza, la naturaleza no es la suma de sus notas, sino también aquello que pasa entre ellas, que no es ubicable en ninguna de sus partes. Eso que pasa entre se capta no con la abstracción, ni con conceptos establecidos a priori que pretendan fijarlo, sino con un tipo de pensamiento que lo sigue en vez de detenerlo, combinando experiencia sensible y actos especulativos. Cada filosofía de la naturaleza tiene su compleja propuesta de cómo sería este pensamiento a la vez empírico y especulativo, que sigue la procesualidad.
Captar este pasaje es la tarea de la filosofía de la naturaleza. Dicha tarea es tan ardua que quizás por esta razón las filosofías de la naturaleza no han hecho escuela. Pues el pasaje no puede describirse positivamente, es refractario a la ley y a la medición, tampoco es descomponible en unidades elementales de análisis y, sin embargo, no es algo sobrenatural
Entre sus rasgos compartidos están, por un lado, que rescatan la dimensión cualitativa de la experiencia partiendo de la intuición sensible y se concentran en captar “la movilidad de la que está hecha la estabilidad de la vida” (Bergson). Esto las conduce a efectuar una renovación profunda de las categorías filosóficas tradicionales: invierten el privilegio otorgado tradicionalmente a los individuos y a los resultados, sobre el proceso; en vez de una metafísica de la sustancia se interesan por una ontología procesual. En medio de ese movimiento consideran que la tarea de la filosofía es crear conceptos, concebidos en este caso no como moldes que determinan la experiencia sino como términos operativos que se conforman a la experiencia y permiten que esta sea más penetrante en vez de adelgazante. El empirismo especulativo de Whitehead, por ejemplo, propone partir del terreno de la observación particular, hacer construcciones especulativas que sigan la procesualidad de la naturaleza, evitando caer en generalizaciones abstractas desvinculadas del proceso y esforzándose por obtener una experiencia cada vez más exhaustiva.
Esta labor es una reconstrucción continua, siempre apegada a lo empírico, constantemente poniéndose a prueba. Se llega así a un tipo de constructivismo ‘respetuoso’, que no sacrifica la fuerza constructiva del pensamiento, pero es distinto al constructivismo social. A diferencia de este último, intenta prestar la atención que conviene a la naturaleza no instituida por el pensamiento humano, en vez de partir de la base de que esta es un objeto del pensamiento o efecto de prácticas humanas.
En lugar de partir de la división humanos naturaleza para pensar cómo conectarlos posteriormente, la filosofía de la naturaleza sigue el proceso en que la naturaleza va individuándose en diferentes estratos (material, orgánico, psíquico, social), cada estrato siendo la resolución de un potencial problemático anterior. Su manera de pensar la individuación de estratos de la naturaleza permite entender de una manera renovada las relaciones entre éstos y ver la génesis de lo social en continuidad con los procesos de la naturaleza.
Al verse repobladas por agentes no-humanos en los últimos treinta años, las Ciencias Sociales han tenido que replantearse el dispositivo que separa lo social de lo natural. A pesar de que se han planteado lógicas más híbridas entre lo social y lo natural, se precisa más reflexión sobre el tipo de renovación metafísica que se necesitaría para estar a la altura de las actuales circunstancias. Las filosofías de la naturaleza pueden aportar a pensar cómo sería dicha renovación. A su vez, su constructivismo propone no hacer de la naturaleza un producto constituido intersubjetivamente por humanos o un efecto de los procesos histórico-materiales humanos, sino que reabre la opción de pensar una naturaleza no instituida, no determinada por nuestros marcos conceptuales y que, sin embargo, podemos aventurarnos a pensar.