Editorial
Dispepsia espiritual
Por: Carlos Ramírez (ca.ramireze@uniandes.edu.co)
Si leer la prensa es el desayuno del espíritu, hace meses que arranco el día atragantado y dispéptico. Ya no se trata solo de sorpresitas desagradables. El menú diario está hecho de huevos corrosivos y leche agria. Listo, a continuación, algunos ejemplos de su contenido, familiares para el lector:
Lunes, 7.30 a.m, primera página de un periódico cualquiera: un profesor de los Andes es víctima de matoneo en redes sociales. Según sus detractores, cometió el grave delito de llevar a un miembro de las FARC a hablar en un curso sobre la historia de las FARC. Sus estudiantes, afirman ellos, se vieron forzados a firmar una lista de asistencia. No importa que eso sea habitual. No importa que los estudiantes hayan elegido el curso. No importa que escuchar – y no abuchear – a los actores de un conflicto armado sea un momento importante de su análisis. Para los detractores se trata de “adoctrinamiento”: el estudiante entra siendo un ser humano bueno y decente y sale convertido en un horrible “mamerto”. Ni la Revolución Cultural de Mao fue tan efectiva. Mi reacción: gastritis aguda.
Martes, 8:00 a.m, primera página de una revista cualquiera: un Representante a la cámara propone “desideologizar” la educación pública, garantizando la presencia de profesores “objetivos” de ciencias sociales, desligando las otras ciencias de toda connotación política y, por supuesto, sancionando a los profesores díscolos. Si los estudiantes salen a marchar, sostiene el mediocre émulo de inquisidor, es porque están siendo manipulados por profesores que los amedrentan. Conclusión: más profesores “mamertos” despedidos, menos protesta. Reacción: dispepsia aguda.
Miércoles 9:00 am (ese día duermo hasta más tarde), segunda página de un periódico que cada día parece más un renovado folleto publicitario: alguien innombrable pero poderoso, alguien que dice combatir el “odio de clases”, califica de “adoctrinamiento” que unos estudiantes de un colegio público en el Departamento de Bolívar aparezcan junto a un cartel en el cual se respalda a la JEP. “Adoctrinamiento” significa aquí enseñanza de “ideologías” e “ideologías” significa, en esta jerga simple y eficaz, el pensamiento político que no es de derecha. El pensamiento de derecha no es, según esto, una “ideología”, sino la mismísima “objetividad”. La muy curiosa conclusión del personaje: toca debilitar la educación pública y fortalecer la educación privada. Intentando entender, tardo en reconocer que se trata de una especie de entimema combinado con un silogismo disyuntivo: si todo lo que reproduzca las “ideologías” debe ser debilitado y la educación pública es (en general y sin excepción) una reproductora de ideologías, la educación pública debe ser debilitada. Como la educación o es pública o es privada y esta no es pública, solo puede ser (buena la) privada. No sé qué me parece más falso de esa artificiosa y truncada argumentación. Prefiero no pensarlo más. Siento la gastritis en la garganta.
Jueves, 7:00 am, portada de un “medio alternativo”: un funcionario público, altamente cuestionado pero capaz, como hábil equilibrista, de tejer una densa red de apoyos que hace casi imposible su caída, sostiene, contra evidencias significativas o, al menos, contra toda precaución frente a los eventuales riesgos, que el glifosato es una sustancia inocua. A su juicio el venenoso herbicida es equivalente, respecto a la salud humana y, en particular, respecto a sus riesgos cancerígenos, al “spray para el cabello y el aceite de uso de cocina”. Pienso que, en conformidad con sus analogías, el funcionario describiría quizás el Zyklon B- inicialmente un pesticida a base de cianuro – como un perfumito que produce migrañas. Reacción menos gaseosa: dolorosas e intensas agrieras.
Viernes, 8:00 am, portada de mismo medio del lunes (no hay mucho de donde escoger): alguien que, según dicen, fue un historiador y, luego de haber militado en un movimiento armado, cambió de radicalismo, es nombrado como director del Centro de Memoria Histórica. Para el personaje en cuestión, un aburridísimo liberal como Rodrigo Uprimny es de “izquierda” y el razonable e importante trabajo de la institución que dirigirá lo califica como fruto del “mamertismo”. Los informes del centro serán ahora, de seguro, algo semejante al “Manteniendo la Democracia ¡Maestro!”, libro sobre Plazas Vega prologado por Alejandro Ordoñez. Toda una muestra de “objetividad”. Reacción: migraña y náuseas.
No prosigo con la lista. Sábado y domingo me abstengo de tomar mi dosis diaria de veneno. No son cosas casuales y a la lista podrían sumarse muchos más elementos: negadores de masacres históricas sobre la base de narrativas inverosímiles, arbitrarios encargados de la televisión pública que consideran que la sátira no puede ser parte de la programación cultural, funcionarios públicos descaradamente machistas, homofóbicos o anticomunistas que usan las redes sociales para desplegar sus odios; políticos que atacan los carnavales populares por irrespetuosos con la autoridad; jóvenes que se hacen una carrera política a grito limpio y a punta de demostrar fidelidad incondicional a sus mentores así sea – sin que ellos mismos se percaten – diciendo barbaridades a diestra y siniestra en los medios. En fin, la lista es larga y tortuosa. Es realmente difícil ser un académico en tiempos en los cuales, por todos los frentes, la inteligencia es despreciada, la libertad de cátedra es amenazada, los debates se liquidan con argumentos ad hominem o con apelaciones sentimentaloides a los “derechos de los niños”, la investigación (que parte siempre de una falta de saber) es subordinada al dogmatismo, las prescripciones desprecian los diagnósticos, los hechos son fabricados a gusto de los publicistas políticos y los opinadores menos calificados arrastran consigo miles de seguidores porque “hablan duro” y sirven como micrófonos de rabias y temores atávicos. Repito: es realmente difícil respirar en esa atmósfera.
Que el caso de Colombia no es singular, no sirve mucho de consuelo. Sí, Bolsonaro – inspirador de las posturas sobre educación del actual partido de gobierno en Colombia – promueve una “educación para el mercado laboral y no para la militancia política”, combate el ambientalismo, se pregunta con desprecio por qué toca enseñar algo llamado “pensamiento crítico”, impulsa una purga ideológica del Estado brasileño y procura una revisión de la historia de los años de la dictadura militar. Todo eso nos es familiar. También la alianza entre un obtuso conservadurismo moral y político y un amplio y acrítico impulso a todo lo que suene a “libre mercado”. Pero que esto sea una onda regional y, en parte, global, no hace más que intensificar la sensación de acorralamiento. ¿Qué hacer cuando algunas fundamentales virtudes académicas – como la capacidad de argumentar o de buscar demostrar metódicamente la validez de las propias afirmaciones – son amenazadas y vituperadas? ¿Qué hacer cuando no solo un gobierno sino partes gruesas de la opinión pública no solo son insensibles al discurso académico sino que lo ven como un riesgo para sus utopías de orden, simplicidad moral y unanimismo y lo echan en el barril sin fondo del “mamertismo”? ¿Qué hacer cuando, desde el punto de vista de belicosas ideologías patrioteras, el pluralismo intelectual y el pensamiento crítico casi que equivalen a una forma de traición y promueven, para los traidores, el linchamiento público? ¿Qué hacer cuando los líderes de los partidos políticos no tienen ni un rasgo de ideólogos – pues eso permitiría alguna clase de discusión – sino que son sencillamente agitadores eficaces? ¿Qué hacer cuando todo este malsano clima ideológico busca institucionalizarse en un Estado policivo? ¿Qué hace alguien con alma de ateniense en este mundo cada vez más espartano?
Para responderme hago un paralelo. En la película “Biutiful”, de Alejandro González Iñarritu, Uxbal (Javier Bardem) se enfrenta a una situación cada vez más desesperada: el dinero escasea y tiene dos hijos que atender, su esposa tiene graves problemas de alcoholismo, termina además involuntariamente involucrado en la muerte de un grupo de inmigrantes ilegales chinos y, para rematar, se entera de que tiene un cáncer avanzado. Ni la sociedad colombiana está tan mal. Uxbal, sin embargo, procura que Ana, su hija, avance en sus tareas, reparte amor en su entorno, saca fuerzas para vencer la enfermedad, es solidario, hace, por ejemplo, todo lo posible por conseguir dinero para su familia y le ayuda a la esposa de su amigo africano, expulsado del país, a subsistir en esa Europa oscura de los inmigrantes ilegales y el trabajo informal. Aun sabiendo que su vida será breve, se esmera por desarrollar una suerte de ética de la resistencia. No se hace ilusiones sobre el mundo, sabe claramente de su corrupción crónica, pero, mediante lo que está en sus manos, procura hallarle sentido y rescatar en él uno que otro rastro de dignidad. En medio de todo esto, además, dialoga con los muertos.
Con la promesa de comenzar pronto un ayuno noticioso, como parte de un necesario ejercicio terapéutico, me imagino, en mis clases, como un émulo de Uxbal. Sé que imitarlo, en medio de esta atmósfera corrupta y opresiva – y así algunos otros colegas también lo procuren – es una actividad frágil e insular. El ethos académico está ahora tan amenazado de extinción como el tigre siberiano y no hay garantía alguna de éxito. Creo, contra la supuesta neutralidad del discurso gerencial y tecnocrático, que el conocimiento científico-social debe ser una cuidadosa mezcla de artefacto explosivo, piñata y guiño incierto. Detesto el discurso patriotero, gritón y unanimista y creo que el pensamiento o es crítico o no es nada. Como Uxbal, escucho también a los muertos (Platón, Hegel, Marx, Schmitt) y sirvo de médium. En los pequeños límites del espacio de acción a mi mano, y así muchas instituciones y el grueso de la opinión pública tengan un fuerte olor a putrefacción, intentaré, al menos, poner orden y perfume en casa. Tal vez a otros les sirva y eso me alienta y justifica. Eso basta. Quizás, de paso, mi estómago se recupere y pueda volver a beber, sin tanta amargura, mi dosis de prensa: de diaria leche negra del alba.
Análisis de investigación
“Estado de una disciplina”: entre los hábitos y la mal llamada “literatura”
Rodolfo Adán Masías Núñez (rmasias@uniandes.edu.co)
Últimamente, podría decirse que he estado haciendo ‘estados de una disciplina’. En realidad, no de una; de varias. Empecé por un proyecto abarcador, como lo fue realizar un estado de todas las ciencias sociales colombianas, entre las que consideré a la sociología, la ciencia política, la antropología y la historia. Luego de este proyecto, demasiado ambicioso, y quizás organizado al revés de lo que dicta una lógica básica, empecé a hacer estos estados por separado, por disciplina. La primera disciplina por examinar fue la Ciencia Política y en este momento me encuentro terminando un estado de la Sociología. Todo el proyecto acabará cuando haya evaluado a la Antropología, la Historia y, posiblemente, la Economía.
Experiencias como estas que acabo de narrar envuelven varios retos, difíciles e intensos, pero son desafíos placenteros, no asfixiantes. Ahora los veo como unos obstáculos que es necesario sortear para poder avanzar y hacer las cosas no de otra manera, necesariamente, sino más acuciosa e impactante, quizás.
La categoría ‘estado de una disciplina’ en la actualidad, y en general para las Ciencias Sociales, solo admite una definición y un solo significado. La categoría tiene una estabilidad semántica estricta que no parece venir dada por la fuerza de los argumentos sino por la habitualidad y el hábito. Ensayar un estado de estas disciplinas es sinónimo de aproximación a la “literatura” de esa disciplina. Lo que haya ahí reflejará auténticamente la salud de tal entidad. Es lo que terminé denominando ‘estados cognitivos de una disciplina’ para resaltar la unilateralidad de este hábito de trabajo. Frente a la literatura, el sujeto determinador del estado tratará de ver “temas”, “líneas de investigación”, “autores” sobresalientes, rastreará lo que llamará “aporte”, pero no pasará de ahí. Concluirá su evaluación, que también por hábito se llama “balance”, en la robustez o vigor, o la endeblez general con una premisa que representa una única faceta.
Después de todo, me he convencido no sólo de la urgencia de cambiar el hábito, de combatirlo, pues la fuerza del hábito se hace sentir, como un reacción mecánica y primera, en la necesidad de hablar del comportamiento de una ciencia, sino también de combatir lo que está mal en esta práctica de las Ciencia Sociales, que es el concepto mismo de ‘disciplina’ o de ciencia. Quien da por hecho que un estado de una disciplina es sólo un asunto de ver el caudal de conocimientos generado, en realidad cree que una disciplina es un mero fenómeno cognitivo.
En fin, he reflexionado también, como lo he sugerido, sobre el papel de los hábitos de comportamiento en la ciencia y, en particular, en las Ciencias sociales. Es tan habitual hacer estos llamados balances, que son una forma natural de actuar. Son el repertorio. Concluyo que las Ciencias Sociales no se escapan de tener hábitos viciosos.
La foto
Grupo Las Troyanas en UNICEF
Crédito: Grupo Las Troyanas
El pasado viernes 8 de Marzo, Daniela Zuluaga, María Díaz y Paula Rincón, egresadas del Departamento de Ciencia Política quienes hacen parte del Grupo Las Troyanas, estuvieron en las oficinas de UNICEF en Bogotá, realizando el taller “Construyamos nuestro manifiesto contra la violencia”.
Noticias
Semillero “Elecciones 2019: Perspectivas para la paz territorial
En enero de 2019 se constituyó el semillero de investigación “Elecciones 2019: Perspectivas para la paz territorial”. Éste se ha propuesto analizar las realidades políticas, económicas, sociales y criminales en los municipios que forman parte de los Programas de Desarrollo con Enfoque Territorial (PDET) creados en el marco del acuerdo de paz con las FARC. Específicamente, los miembros del Semillero queremos saber si las autoridades locales actuales y los candidatos a ocupar sus puestos después de las elecciones de octubre de 2019, están comprometidos o piensan comprometerse con la agenda de la paz territorial, y de qué factores depende ese resultado. Las regiones estudiadas son Arauca, Catatumbo, Cauca, Córdoba, Chocó, La Macarena, Los Montes de María, Nariño y Tolima, Urabá y Valle. El semillero funciona bajo la dirección de la profesora Angelika Rettberg con los estudiantes Laura Beltrán, Jhon Steven Contreras, Catalina García, Catalina Llanos, Silvia Mejía, María José Mejía, Alejandro Mendoza, Dayron Monroy, Nicolás Peña y Valentina Ibarra, los cuales realizan sus carreras en Ciencia Política, Derecho y Economía. El semillero presentará sus resultados el 30 de abril en un evento abierto al público
Crédito: Adrián Mateo Quiñonez Fernandez
Dato de la Semana
Crédito: Observatorio de la Democracia
Oportunidades
Convocatoria Contratación de Profesor/a Invitado/a Departamento de Estudios Internacionales
El Departamento de Estudios Internacionales y Comunicación de FLACSO, Eduador, convoca a un concurso para seleccionar a un profesor/a invitado/a: Toda la información la encuentran en el siguiente vínculo:
Directora
Laura Wills-Otero
Editor
Carlo Nasi
Asistente
Juan Felipe Monroy Simbaqueba
Diseño Gráfico
Víctor Gómez