Editorial
Bolivia: la izquierda y la democracia
Por: Andrés Parra, Profesor Asistente del Departamento de Ciencia Política
Pasada la medianoche del domingo, la firma encuestadora Ciesmori anunció los resultados de un sondeo de boca de urna que daba como ganador a Luis Arce, candidato del MAS, con el 52,4% de los votos. Frente al recelo de algunos comentaristas en la televisión boliviana que, enfatizando en el carácter extraoficial del conteo, pedían no cantar victoria o derrota, la propia presidenta de facto Áñez reconocía el triunfo del candidato del MAS.
La victoria del MAS fue contundente y sorpresiva. Sobrepasa con creces cualquier previsión mostrada por las encuestas. De igual modo, pone en tela de juicio el relato, según el cual Evo Morales habría alcanzado la victoria en 2019 por medio del fraude.
Pero lo más importante es que se trata de una auténtica ironía política de la historia: el patético desempeño del gobierno de Áñez, potenciado en todo caso por la pandemia de la Covid-19, le dio un nuevo aire al proyecto político del MAS que, a pesar de sus indudables logros, ya había sufrido un desgaste natural luego de catorce años de gobierno.
No es éste el lugar para analizar las razones del triunfo del MAS o nombrar los retos que enfrenta el gobierno de Arce en el futuro. La situación boliviana ofrece, más bien, un escenario fructífero para analizar las complejas relaciones que existen entre un proyecto de cambio social de izquierda -si se quiere: revolucionario- y la democracia.
Es ya sabido que el marxismo presenta una crítica sólida de la democracia liberal. El núcleo de esta crítica no es solo que la igualdad formal de derechos oculta las desigualdades de facto o que el precepto de la igualdad ante la ley presenta al magnate y al habitante de calle como personas iguales cuando no lo son. Las reflexiones del joven Marx son, de hecho, mucho más radicales al respecto. Su punto es que el liberalismo, como doctrina filosófica, despolitiza el propio ejercicio de la política. La forma en la que el liberalismo soluciona el problema de la religión consiste en relegar la creencia religiosa al ámbito privado, en excluirla del debate público. De acuerdo con Marx, el liberalismo aplica esta misma fórmula para todo tipo de conflictos sociales y políticos: las convicciones ideológicas, las desigualdades económicas y las relaciones de opresión entre los seres humanos se confinan en el ámbito privado de las creencias personales. Para el liberalismo el problema de la política es la pluralidad de concepciones del mundo y la imposibilidad de decidir entre ellas, no la existencia material de relaciones de opresión. Esto lleva al liberalismo a plantear falsas equidistancias en el espectro político y explica su incapacidad para asumir retos estructurales.
Se ha pensado que esta crítica del liberalismo supone que la tradición marxista desprecia la democracia por considerarla burguesa y mistificadora y que tiene por ello una orientación totalitaria. Si las formas del liberalismo son burguesas, la acción revolucionaria carecería de cualquier límite normativo. Todo está permitido en nombre de ella. Es verdad que la historia del siglo XX apoya este veredicto. Sin embargo, no hay que olvidar que el propio pensamiento de Marx nace de una crítica, compartida con Hegel, de los métodos de Terror empleados en la Revolución Francesa. Marx es de la opinión de que un verdadero cambio nunca puede ser resultado del Terror. La razón es que el Terror es la forma práctica de una revolución abstracta, que pasa de los principios y convicciones del corazón a la exigencia implacable de su aplicación inmediata, sin tener en cuenta la voz del contexto social en el que los principios tendrían que ser implementados.
Marx pensó que la Revolución del porvenir -la socialista- no sería abstracta y no tendría que apelar al Terror porque las condiciones contextuales que permiten la aplicación de los principios humanistas del socialismo existen dentro de la sociedad capitalista. Esas condiciones eran la existencia del proletariado como clase universal y su ascendente politización y concientización. Debido a esas condiciones, el programa filosófico del comunismo no era una utopía que surgía del corazón de alguien y que tenía que imponerse a sangre y fuego, sino un movimiento real de la sociedad que buscaba su autotransformación radical.
En este frente, el veredicto de la historia es ambiguo. La politización y concientización del proletariado y de las masas no se dio nunca a escala internacional con la fuerza esperada. Por esta razón, en casi todos los casos, las revoluciones, en ausencia de una mayoría abrumadora que las apoyase, tuvieron que servirse del Terror para llevar a cabo sus objetivos. Pero tampoco puede decirse que los problemas de la sociedad capitalista y la oposición a ellos por parte de un número significativo de seres humanos sean un asunto del pasado. El movimiento real al que se refería Marx existe, pero no con la misma magnitud que él pensaba. Más que una fuerza histórica total que avanza de manera incontrovertible como un huracán, su lugar en la historia es el de ser una tradición (en el sentido de Gadamer) que, como tal, se enfrenta a otras tradiciones y es esencialmente finita: está abierta a la contingencia, no tiene todas las soluciones y solo se puede afirmar y preservarse en el tiempo si se transforma como respuesta a los desafíos impuestos por un contexto siempre adverso.
La visión del movimiento real como una tradición implica una concepción diferente de la lucha política y una valoración distinta de las formas democráticas. Si el movimiento es una tradición, no existe la lucha final. Todos los logros alcanzados serán siempre parciales y reversibles y tendremos que conformarnos con una vida conflictiva sin solución definitiva, sin el magnánimo tránsito de la prehistoria a la historia propuesto alguna vez por Marx. Álvaro García Linera, exvicepresidente de Bolivia, parece haber comprendido esta concepción necesariamente cíclica de la lucha, al concebir toda derrota y toda victoria como acontecimientos parciales y finitos. Hoy los hechos le dan la razón. Sin embargo, hace falta no solo de su parte sino también de la izquierda en su conjunto en América Latina una reflexión sobre el valor del legado democrático, que se resume en el postulado básico de que ningún proyecto de poder puede ser eterno.
Este legado no es necesariamente liberal, pues está atravesado por auténticas conquistas populares, conquistas que, como el sufragio universal, en su época eran vistas con desprecio por los liberales. Adicionalmente, el legado democrático parece ser más coherente con la lectura cíclica de la lucha y con la idea de la victoria y la derrota como acontecimientos parciales: si la victoria no es definitiva, si el movimiento es una tradición y no una fuerza histórica total, el proyecto de poder que representa todo ello en el Estado no puede ser eterno.
Naturalmente, el MAS ha refrendado su proyecto en las urnas y ha ganado limpiamente, pero la consecución de la reelección indefinida por medio del tribunal constitucional, ignorando la votación del referendo, está atravesada implícitamente por la visión de la propia victoria como un hecho definitivo e indiscutible. La tentación de concebirse como una fuerza histórica total y no como una tradición está y estará siempre presente en la izquierda. Sin embargo, la fuerza de los hechos le ha mostrado al MAS que las tradiciones y las luchas solo se mantienen en el tiempo si se transforman y se reinventan como resultado de sus propias derrotas. La lección es una paradoja: solo se es permanente si se está dispuesto a perder a veces.
Análisis e Investigación
Colombia en la Guerra de Corea: 70 años de historia
Nacidos en el espíritu del Mar Caribe
Pusisteis en alto el estandarte de las Naciones Unidas
Y luchando por la libertad y por la paz
611 de vuestros nobles guerreros
Vertieron por último la sangre.
Para vuestra eterna memoria
Erguimos aquí y dedicamos este monumento.
¿Cómo se originó la Guerra de Corea?
Entre 1910 y 1945 la península de Corea estuvo bajo el dominio del Imperio Japonés. Con la rendición de Japón a los Aliados al finalizar la Segunda Guerra Mundial, los estadounidenses ocuparon la zona sur de la península, mientras que la zona norte fue tomada por la Unión Soviética. Allí, los norteamericanos establecieron la línea divisoria entre los dos territorios utilizando como referencia el paralelo 38. Las tensiones aumentaron y el 25 de junio de 1950, con el objetivo de unificar a las dos coreas, las tropas del norte invadieron la ciudad de Seúl. Así, la península se convertiría en el campo de batalla en el que se enfrentarían de manera directa e indirecta los Estados Unidos y la Unión Soviética, ahora apoyada por China. Como respuesta a este acto , el gobierno del presidente estadounidense Harry Truman, solicitó apoyo a la ONU y desde el Consejo de Seguridad se solicitó colaboración internacional y asistencia militar para repeler la agresión de Corea del Norte. Luego de la Segunda Guerra Mundial, no fue sorprendente que varios países europeos apoyaran la iniciativa. En Latinoamérica, el escenario era distinto y Colombia fue el único país de la región que ofreció apoyo militar.
¿Cuál fue la participación de Colombia en la Guerra de Corea?
Colombia hizo presencia en Corea con el Batallón Colombia. Este fue el nombre que recibió el grupo colombiano de tres fragatas y un batallón de infantería que, en diferentes momentos y lugares, hicieron presencia en Corea del Sur durante la Guerra. El primer convoy enviado fue una flota de la Armada, el famoso Almirante Padilla, que zarpó de Cartagena el 1 de noviembre de 1950.Así, los soldados colombianos lucharían a más de 16.000 kilómetros de su país en una de las mayores batallas ideológicas de la historia reciente.
El Batallón Colombia estuvo bajo la dirección de las tropas norteamericanas. Los colombianos participaron en múltiples actividades de defensa (Nomad, Thunderbolt, Climber, y Bárbula). Uno de los enfrentamientos más icónicos fue el de las colinas de Old Baldy al norte de Seúl. Si bien éste duró 10 meses, fue durante la quinta batalla en marzo de 1953 que la contribución de Colombia fue esencial para las fuerzas de la ONU. Allí, los colombianos impidieron el avance de las tropas chinas, lo que habría sido un acceso directo a Seúl. En esta batalla fallecieron 95 soldados, 97 fueron heridos, y 30 tomados como prisioneros de guerra por los chinos. Este evento fue resaltado en periódicos y revistas internacionales. En todas el compromiso de Colombia con Corea del Sur fue reconocido como un símbolo de amistad fraterna con los Estados Unidos y con Corea.
El 27 de julio de 1953 se estableció el Armisticio de Panmunjom donde las dos partes aceptaron al paralelo 38 como línea fronteriza. Para esa fecha más de 600 colombianos habían muerto, cientos estaban heridos, y cerca de 47 desaparecieron. Para el pueblo coreano este conflicto dejó más de tres millones y medio de víctimas mortales, así como miles de desplazados y desaparecidos. Habiendo cumplido con su misión, el ejército salió de Corea del Sur en 1954 y la Armada en 1955.
¿Por qué participó Colombia en este conflicto?
¿Qué implicaciones tuvo la participación de Colombia en la Guerra de Corea a nivel nacional?
Uno de los efectos más relevantes fue el fortalecimiento, la modernización y la profesionalización del Ejército de Colombia y de su doctrina militar. Esto ocurrió no solo por la compra y embargo de armamento y equipo sino también por la experiencia adquirida y el entrenamiento recibido. Adicionalmente, el ejército abandono los modelos militares europeos y adoptó el modelo estadounidense. Esto marcaría el inicio de una larga relación de cooperación militar. El Batallón Colombia fue además el nombre que recibió el grupo de élite del Ejército. Éste sería posteriormente enviado como parte de la Fuerza Multinacional de Paz y Observadores de la ONU al Canal de Suez durante la crisis de 1956, y desde 1982 patrullan el Sinaí, como garantes de los acuerdos de paz entre Egipto e Israel.
Además de los avances en el campo militar, Colombia se mostró más activa al interior de la ONU. A pesar de sus limitaciones, logró su cometido de mantenerse cercana a los Estados Unidos en el marco de la llamada doctrina respice polum. Si bien las relaciones diplomáticas formales entre los dos países se establecieron en 1962, y Corea ha brindado recursos de cooperación al país, el fortalecimiento de las relaciones ocurrió solo a inicios de los años 2000.
Es imposible en Corea olvidar la Guerra. Allí el conflicto aún no termina, pese a diversos esfuerzos. Por el contrario, durante los últimos años la tensión ha aumentado; en particular, debido al estancamiento de las negociaciones de paz y el reciente ataque de Corea del Norte a la oficina de relaciones bilaterales establecida en 2018.
- Coleman, B. L. (2005). The Colombian Army in Korea, 1950-1954. The Journal of Military History, 69(4), 1137-1177.
- Ramsey, R. W. (1967). The Colombian Battalion in Korea and Suez. Journal of Inter-American Studies, 9(4), 541-560.
- Valencia, Á., & Sandoval, J. (2001). Colombia en la Guerra de Corea: la historia secreta. Editorial Planeta.
Dato de la semana
Uno de los datos relevantes para la discusión es cuáles fueron los senadores más votados en esas regiones en las legislativas de 2018. Lo que muestran los datos es que dichas regiones votaron por candidatos de los principales partidos que obtuvieron efectivamente curules; como Maritza Martínez, de La U, y Álvaro Uribe, del Centro Democrático. Eso implica, en teoría, que esos senadores tienen el deber de representar los intereses de sus votantes en esas regiones y que, por tanto, éstas sí están representadas.
También, Congreso Visible encontró que en 8 de los 9 departamentos que el proyecto califica como subrepresentados el Voto en Blanco fue una de las tres opciones más votadas. Lo anterior puede interpretarse como inconformismo con los candidatos al Senado en esos departamentos y, por tanto, debe ser un llamado de atención para los partidos sobre las campañas que realizan en esas regiones para las legislativas.
Estudiantes
¿Para qué sirve un rey?
A propósito del escándalo de corrupción del Rey Emérito Juan Carlos de Borbón en España, y las actuales protestas que se están llevando a cabo en Tailandia en contra del gobierno y la Dinastía Chakri, considero relevante cuestionarse sobre el porqué de estas protestas y, más allá, sobre el papel actual de las pocas monarquías que aún sobreviven en el mundo, las cuales se han enfrentado a grandes cuestionamientos en la actual crisis económica y de salud. Quizás a algunos de nosotros nos parezca más bien ajena una sociedad con reyes y príncipes que viven de los impuestos de todos los ciudadanos. No obstante, creo que hay un debate más de fondo que consiste en averiguar: ¿para qué sirve un rey?
En primer lugar, considero necesario hacer una definición conceptual sobre lo que es una monarquía y cuál es su papel, pues no todas cumplen con las mismas funciones. Se entiende monarquía como una forma antigua de autoridad unipersonal, vitalicia y que se transmite por vía hereditaria. Actualmente, en cerca de 25 de los países miembros de la ONU el Estado aún tiene una forma monárquica. Los reyes y reinas que aún quedan en el mundo se podrían dividir en tres categorías; en primer lugar, los que gobiernan de verdad, que se dan en dictaduras o países con déficits democráticos, como es el caso de Arabia Saudí y Marruecos. En segundo lugar, se encuentran los que tienen un mínimo poder político, como es el caso del Príncipe de Mónaco, quien por ejemplo elije al primer ministro de una terna enviada por el Gobierno Francés. Y finalmente, están los que simplemente cumplen y desempeñan un papel meramente simbólico o representativo de las llamadas “monarquías parlamentarias” como España o Reino Unido, en las cuales voy a basarme.
Tomando como base lo anterior, resulta obvio que la monarquía es una institución profundamente antidemocrática en su propia estructura y organización. Sin embargo, debo aclarar que no hay una relación entre monarquía y democracia, pues, aunque algunos de los países más democráticos como Noruega, Suecia o Dinamarca tienen una monarquía, en otros ocurre completamente lo contrario. En el caso europeo, estas instituciones en los últimos años han pasado del consenso a la confrontación ideológica; esto, en gran medida, por los escándalos y porque muchos ciudadanos (en especial los jóvenes) se están preguntando ¿para qué sirven los reyes? Varias de estas reclamaciones se han agrupado alrededor la República como modelo a seguir para acabar con las monarquías, e incluso muchas se plantean llevar el futuro de los reyes a las urnas y que sean los ciudadanos quienes elijan democráticamente si quieren vivir en una monarquía.
Por otra parte, quienes defienden a los reyes -especialmente a los simbólicos-, basan sus argumentos en la “nostalgia del recuerdo” e incluso en mirar al rey desde la diplomacia, como un embajador encargado de conseguir inversiones extranjeras. Sin embargo, debemos recordar que, en una de esas “acciones diplomáticas”, el Rey Emérito de España, recibió 100 millones de dólares como “regalo” por haber vendido el Tren de Alta Velocidad Español (AVE) al gobierno de Arabia Saudí. Aunque este argumento fuera cierto (y yo, sinceramente, creo que no), pensaría que estos países ya tienen embajadores. Y si los reyes fueran los superdelegados comerciales que venden, no le costaría a los Estados europeos las millonarias sumas que vale mantener a estas casas reales. Además, diría que actualmente las monarquías se han convertido en instituciones obsoletas, machistas y herméticas. Son machistas por su sistema de sucesiones y por la subordinación de sus relaciones; herméticas, porque no contemplan otros modelos de familia; y obsoletas, porque estamos en el siglo XXI.
Sin duda, creo que las monarquías en general enfrentan una gran posibilidad de desaparecer. De pronto las viejas generaciones aún se vean representadas en la figura del rey. Sin embargo, estos Estados modernos, progresistas y democráticos actualmente no encajan con el anacronismo de la monarquía, que va en contra de las corrientes de pensamiento de las nuevas generaciones, en las cuales resulta obvio que la monarquía es una institución de otro tiempo que es muy difícil de explicar en términos democráticos en un país moderno en pleno siglo XXI.
Egresados
David Andrés Gómez Fajardo
Se graduó en 2016 como politólogo y abogado, con distinción Summa Cum Laude en ambas carreras y con opciones en Periodismo y Educación. Durante su paso por la universidad, recibió varias veces la distinción de excelencia semestral y fue semifinalista en la ronda regional del ELSA Moot Court Competition 2014-2015, un concurso de tribunales simulados apoyado por la OMC. También fue Asistente de Investigación del Cider, el Departamento de Ciencia Política, el CIFE (ahora Facultad de Educación) y la Facultad de Derecho.
Entre 2016 y 2019, trabajó en el Ministerio de Justicia y del Derecho, como Asesor en el Despacho del Ministro. Fue galardonado con la Beca Fullbright Pasaporte a la Ciencia para realizar estudios de Maestría en Derecho en la Universidad de Harvard, que adelanta desde agosto del año pasado.
Colombia International en Abstract
Política exterior y ciudad santuario a la luz de un proceso de desnacionalización. El caso de Ciudad de México
Objetivo/contexto: Las ciudades contemporáneas están siendo situadas estratégicamente para procesar la gobernanza global. Tanto en el norte como en el sur globales, hay un interés creciente por identificar y analizar las capacidades de las ciudades para asumir su rol global. Ante este contexto, el objetivo de este artículo es poner a prueba la estrategia analítica de la desnacionalización para estudiar un proceso global de la Ciudad de México. Metodología: Con un acercamiento interdisciplinar y cualitativo, y poniendo en diálogo a la sociología global con teorías de relaciones internacionales (política exterior de las ciudades), esta investigación recurrió al enfoque analítico de la desnacionalización para comprender cómo lo global se forma desde dentro de los Estados-nacionales. Para profundizar en dicho proceso de desnacionalización, planteamos un estudio de caso de la Ciudad de México, su política exterior y su figura de ciudad santuario. Conclusiones: Siguiendo el enfoque analítico propuesto, y con base en los hallazgos realizados (la mirada asistencial y no de derechos de las políticas de una ciudad santuario y el no reconocimiento de las pertenencias múltiples de los migrantes), esta investigación concluye que la escala micro de lo global es una ruta útil para comprender los procesos globales contemporáneos más allá de las miradas estadocéntricas. Originalidad:
PALABRAS CLAVE: Ciudad, ciudad santuario, política exterior, desnacionalización,
Noticias
El profesor Luke Melchiorre coeditó junto a Wangui Kimari y Jacob Rasmussen una colección especial para el Journal of Eastern African Studies titulada «Youth, the Kenyan State and a Politics of Contestation». Puede explorar la colección aquí y leer el artículo introductorio, también de coautoría de Melchiorre, aquí.
La profesora Íngrid Bolívar fue invitada al tercer episodio de la segunda temporada de Clase a la casa: Historias para lo que viene, un podcast de la Facultad de Ciencias Sociales y Cerosetenta Podcasts. En esta ocasión, ella, junto a Domingo Lovera-Parmo, Daniel Altschuler y Ana María Otero-Cleves reflexionan alrededor de la relación entre estado y movilización social. Escuche el episodio aquí.
Ayer se realizó la sesión número 8 de la Cátedra de Paz, organizada por el Comité de Paz, la Facultad de Ciencias Sociales, el colectivo Historia de Par en Par y la Comisión de la Verdad. Puede revivir la conversación que trató sobre «La verdad en tiempos de post-verdad» aquí.
Agenda
El Espectador y Fescol invitan al panel «Covid-19 y las políticas de seguridad en el país: ¿Cómo regular las relaciones entre ciudadanos y fuerza pública?» mañana jueves 22 de octubre a las 5pm a través de la página de El Espectador. La discusión contará con la participación de la profesora Sandra Borda y hace parte de la serie de conversaciones titulada «Retos de la paz y le democracia en tiempos de coronavirus», que puede encontrar aquí.
El próximo viernes 23 de octubre a las 2pm se llevará a cabo el seminario web «Protesta social y violencia: una discusión conceptual», organizado por la Facultad de Derecho. El conversatorio contará con la participación de la profesora Sandra Borda y buscará clarificar a qué se refieren algunos conceptos frecuentes en las discusiones recientes. Para participar, inscríbase aquí.
El próximo miercoles 28 de octubre a las 6:30pm el Capítulo de Ciencia Política de Uniandinos invita a un conversatorio para politólogos sobre el paso de la vida estudiantil a la vida laboral, que contará con la participación de algunos egresados del Departamento. Acceda a través de este enlace.
El miércoles 4 de noviembre a las 10am se llevará a cabo la presentación del número 74 de la Revista de Estudios Sociales, la publicación de la Facultad de Ciencias Sociales, que lleva por tema «La erosión de la democracia» y cuenta con la participación de autores de México, Uruguay, Estados Unidos, Brasil y Colombia. Acceda a la reunión aquí.
Oportunidades
El Gender, Justice & Security Hub abrió convocatorias para nuevos proyectos de investigación relacionados con temas de género, paz, justicia y seguridad que requieran financiamiento. La convocatoria está abierta hasta el 27 de noviembre y puede encontrar todos los detalles de la misma acá.
El Departamento Nacional de Planeación -DNP- abrió convocatorias para realizar pasantías durante el semestre 2021-1. Los interesados pueden postularse hasta el 30 de octubre a través del Servicio Público de Empleo.
Directora
Laura Wills-Otero
Asistente Editorial
Santiago Vanegas
Diseño Gráfico
Andrés Felipe Montoya
Ossman Aldana