En el contexto de las ciencias sociales la etnografía se entiende más que como un método, como una relación en la que se produce conocimiento CON los sujetos de estudio (y no sobre ellos) mediante una inmersión en su vida cotidiana. Se trata de una experiencia que necesariamente cuestiona las propias creencias y supuestos del etnógrafo. Por ello llegó a convertirse en el sello o marca de identidad de la antropología; pero ésta, no se puede concebir desligada del “trabajo de campo”, el espacio en el que se concreta. Con el paso del tiempo, no obstante, el “trabajo de campo” pasó de significar lugares o espacios rurales – y alejados, remotos por antonomasia-, para significar cualquier espacio-momento de investigación –y hoy por supuesto, esto incluye los virtuales! Y la etnografía, para muchos, también ha dejado de ser la “marca” de la antropología para convertirse en un “patrimonio comunitario” de las ciencias sociales, sino de las ciencias en general.