Dentro de las múltiples producciones de la imprenta, los documentos o impresos efímeros constituyen un riquísimo acervo documental de las costumbres sociales de las antiguas provincias de la Nueva Granada. Aquellas producciones, consistentes en impresos de vida breve e, incluso, de un solo uso, durante largo tiempo, lamentablemente, fueron menospreciados por las instituciones formales, quienes solo en forma tímida y recientes han comenzado a mirarlos con cuidado, a investigarlos y a integrarlos en sus colecciones. Pero así como escasean dentro de los archivos institucionales, abundan en archivos particulares y familiares, que, inclusive, con la veneración que suscitan los recuerdos ancestrales, han velado celosamente por su conservación.
Su escaso tratamiento como fuente de investigación académica, así como los registros que en ellos subyacen, invitan en este breve acercamiento a inscribirlos como testimonios de costumbres, formas de socialización y expresión que permiten reconstruir aspectos que complementan y enriquecen los relatos oficiales de la “gran” historia, los cuales, además, se proyectan desde tipologías documentales institucionalizadas como el acta, la partida de bautismo, la escritura pública, el registro comercial, los expedientes judiciales, los decretos y demás documentación propiamente institucional.
El presente texto busca reivindicar el papel documental e historiográfico del impreso efímero, así como algunos de sus atributos analíticos a partir de la presentación de un conjunto de ejemplos peculiares. Esperamos que este breve perfilamiento permita introducir el impreso efímero dentro del espectro documental de disertaciones académicas sobre las antiguas Provincias de la Nueva Granada, como también fortalecer la construcción de archivos de investigación sobre la cultura colombiana a partir de vestigios impresos tipológicamente diversos y poco reconocidos. La presentación de cuatro casos específicos espera resaltar el valor patrimonial del impreso efímero y llamar la atención sobre la necesidad imperiosa de su reconocimiento y preservación.
Su origen
Desde que la imprenta de tipos móviles se implantó en occidente a mediados del siglo XV y con el impulso que le dio el descubrimiento de América y la reforma protestante a la publicación de libros, la producción de papel se convirtió en un obstáculo para poder hacer del impreso, llámese libro, edicto, norma o cualquiera de sus múltiples formas, un objeto más barato, más numeroso, más masivo y, por supuesto, más popular.
Esto exigió que, a la par con el progreso mecánico de la máquina llamada imprenta, se hicieran grandes esfuerzos por conseguir que el papel se elaborara en mayor cantidad y con el menor desperdicio posible, aspecto en el que las matemáticas hicieron su oficio para determinar cuáles eran las dimensiones de las hojas y las subdivisiones que menos residuos dejaban, lo que de paso también facilitó que el transporte de libros se hiciera más económico a causa de la estandarización de sus tamaños.
Nuevas formas de producción de papel no se hicieron esperar y en el transcurso del tiempo lo que era algo raro y oneroso comenzó a convertirse en algo común y de precio módico, al punto que ya para los inicios del siglo XVIII comienzan a aparecer en Europa los diarios de publicación periódica, en los que se hacía mención a hechos de importancia económica, política, social, incluso religiosa, que afectaban, positiva o negativamente, la vida cotidiana de los lectores, permitiéndoles, paralelamente, la posibilidad de ilustrarse y actualizarse. Es más, pronto comenzaron a aparecer publicaciones especializadas en las que o bien se trataban temas particulares de algunos grupos de personas (por ejemplo: estudiosos de la química, la botánica, la zoología) o se dirigía al público lector entusiasmado con saber el desenlace de algún cuento o novelilla de su gusto, que se publicaba en dichos periódicos por episodios o en folletines lanzados cada cierto tiempo.
Pero esta propagación del conocimiento a gran escala hizo nacer en la gente la idea de que así como dichas publicaciones permitían compartir el conocimiento y los grandes momentos a un nivel macro, también era posible utilizarlas para compartir episodios más pequeños y triviales a nivel de todo el conglomerado social, pero particularmente importantes en sectores más pequeños de esa masa, como lo era la familia, los amigos, los cofrades y, un poco más adelante, los comerciantes y las personas con estudios profesionales que tenían interés en prestar sus servicios a quienes los requerían.
Además, los efímeros compartían durante ese mismo tiempo una condición similar con otros impresos que, aunque de temáticas distintas, también eran de vocación precaria, como por ejemplo ocurría con novenas, indulgencias, edictos o actos de gobierno de poca trascendencia o de carácter inter-partes.
Fácil es entender que estos documentos, y otros más de características semejantes, no se hacían con intenciones de durabilidad en el curso del tiempo, de manera que se fabricaban con papel de baja calidad y su impresión no era muy cuidadosa (tipos viejos y defectuosos, diseños obsoletos, orlas y adornos muy sencillos o simples xilografías), de suerte que salvo en rarísimas excepciones se conservaban pues casi siempre se usaban y desechaban, o bien, servían a otros propósitos desligados de su función de soporte de un mensaje escrito.
Pero se insiste en la palabra documento, pues no todos desaparecieron, algunas personas quisieron guardarlos como recuerdo del aviso de un matrimonio, o del nacimiento de un hijo, o la invitación a la procesión pública del santo de la devoción, o la garantía de haber pagado unas indulgencias que lo librarían de algunas penas del purgatorio, o la invitación a un acto social de mucha importancia (así fuera pasajera), o la publicidad que se hizo a un evento que trastornaba la vida monótona, tal vez abúlica, y que rompía la homogeneidad del día a día, enmarcado en una vida regulada por unos patrones religiosos muy rigurosos y unas imposiciones sociales igualmente estrictas, sobre todo con las mujeres, y que hacían que el mañana no pasara de ser un espejo del ayer.
A estos escritos, publicaciones, documentos o como quieran llamarse, pero en todo caso efímeros, vamos a destinar el resto del artículo y bajo el crédulo supuesto de que jamás han sido conocidos por el público, escasos supérstites de una especie que logró subsistir a pesar del Saturno implacable que propugnaba por hacer cumplir su corta existencia.
De esos curiosos ejemplares, que van de la segunda mitad del siglo XVIII a la primera mitad del siglo XIX, hemos seleccionado a nuestro criterio algunos, tal vez para que les generen una sonrisa, o el interés por profundizar el estudio sobre algún hecho allí mencionado, o por el estudio de los impresores, o porque rememora alguna anécdota familiar, pero, en todo caso, con el propósito firme de revitalizar para el medio nacional la importante posición que ostentó, y aún conserva para un pequeño número de coleccionistas y estudiosos, como registro de la vida cotidiana, las tendencias tempranas de consumo de bienes manufacturados, o incluso como reliquia o expresión iconográfica. Valores todos ellos ampliamente reconocidos por instituciones extranjeras como la American Antiquarian Society of America1, la Biblioteca del Congreso de los Estados Unidos2 y la Biblioteca Nacional de Francia3, quienes tipifican, clasifican y reconocen las posibilidades historiográficas del efímero como un tipo diferenciado de producto de la cultura impresa.
Algunos temas del impreso efímero: el nacimiento, el baile, la procesión y el viaje
El nacimiento
El nacimiento de un hijo era usualmente motivo de celebración y, como era costumbre, se comunicaba a parientes y allegados con gran júbilo. Sin embargo, a medida que fueron creciendo las poblaciones, ya no era fácil hacer llegar esa noticia en forma directa a todas las personas a quienes tradicionalmente se notificaba, razón por la cual fue necesario tomar provecho de productos de la cultura impresa para aumentar el radio de difusión de noticias tradicionalmente compartidas de manera oral.
Víctor Pardo i Salcedo (…). S.n. S.f. 17,3 x 7,3 cm. Colecciones particulares de los autores.
En el caso específico de la imagen relacionada, la misma anuncia el nacimiento del vástago de una pareja de ascendencia europea asentada en la capital, proveniente de la antigua Provincia de Antioquia. De distinguida posición social y económica, el matrimonio Pardo-Bonis se valió de este impreso para que sus conocidos se hicieran partícipes del nacimiento de su segundo hijo y primer varón, relacionando este tipo, de nuestra hasta entonces incipiente cultura impresa, con las antiguas élites de la primera mitad del siglo XIX.
Si bien suponemos el nacimiento del personaje aludido en el impreso efímero ejemplificado a finales de la década de los treinta, o comienzos de los años cuarenta del siglo XIX, podemos cruzar esa fecha aproximada con el estilo tipográfico y artístico de la orla, para afirmar, además del clarísimo origen europeo del motivo impreso, que ostenta un estilo que estuvo de moda en ese continente por lo menos veinte años antes.
Dicha orla se compone de elementos propios de la mitología griega y que de alguna manera se relacionan con el tema del nacimiento, como las esfinges con sus infaltables klafi, que, no obstante ser la antítesis de la vida, quizás aluden a los altos índices de mortalidad infantil de aquella época. Las esfinges, acompañadas por cisnes, cuyos nidos son las bocas de unas trompetas que indican la naturaleza del impreso, es decir, un pregón, son aves que aluden a la leyenda griega de Leda y su pasmosa fertilidad. Los cisnes sostienen con sus picos unas guirnaldas de flores y frutas que también simbolizan la abundancia y la feracidad de la naturaleza, condensando en las formas de su expresión artística, de manera alegórica, el sentido del mensaje impreso.
A pesar de identificarse algunas letras cursivas en la base de las esfinges de la orla citada, es imposible descifrarlas para identificar el nombre o las iniciales del posible autor del dibujo del clisé, que seguramente fue importado
desde Europa, y ya en un aparente desuso, fue aprovechado y refundido entre nuestras imprentas bogotanas para servir como ornamentación genérica de diversos impresos de carácter precario, como el que aquí se presenta.
El baile
A pesar de la clara instauración legislativa y limítrofe del proyecto de nación, iniciado a partir de 1810, el panorama social de nuestro siglo XIX siguió determinado en gran medida por costumbres sociales, no sólo eclesiásticas como la procesión, sino también civiles y recreativas como el baile.
Este hábito social, caracterizado por la exposición pública de su parafernalia asociada (Ruiz Díaz, 2010), así como por la estricta codificación de los comportamientos necesarios para su realización (Martínez Carreño, 2003), no podía dejar atrás el aprovechamiento de las cualidades de masificación de información que proveen los impresos efímeros.
“Pedro Alcántara Herrán saluda afectuosamente (…)” S.n. S.f. 10 x 8 cms. Colecciones particulares de los autores.
La imagen relacionada convoca en representación del célebre constitu cionalista, militar y hombre público Pedro Alcántara Herrán Martínez de Zaldúa (1800-1872), a un baile -de demarcada intención proselitista- que se ofrece en homenaje al Libertador Simón Bolívar. La antigua amistad entre ambos personajes, forjada brazo a brazo en las antiguas gestas libertadoras, sería como se sabe fortalecida luego con el decidido apoyo que otorgó Herrán a la dictadura del prócer, logrando perfilarlo como uno de los más auténticos herederos del proyecto bolivariano.
Por su parte la afición de Bolívar a la danza era proverbial. Cronistas y testigos oculares de su tiempo, desde Luis Perú de Lacroix -cronista de la vida del Libertador, y general de la gesta independentista- hasta el temprano historiador de nuestra historia musical José Ignacio Perdomo Escobar (1963:180), ratifican en sus obras aquella virtud del Libertador, la cual lo ensalzaba ante sus copartidarios como un hombre de mundo,sensible y recio, tormentoso y apacible, sobre el que recaían todas las virtudes del hombre decimonónico.
A pesar de los sobrios atributos de impresión de este efímero sin orlas ni florituras, y posiblemente confeccionado por algún impresor partidario de la República, su breve descripción nos permite apreciar la conveniencia con que las élites de la década del 20 del siglo XIX se servían de los impresos efímeros para la fijación y promoción de estructuras de poder político y distinción social.
La procesión religiosa
Hacia el año 1604 la orden agustiniana recoleta comenzó su labor en Santafé, asentándose en un convento que contaba también con su propia iglesia, la de San Agustín, consagrada en homenaje al obispo de Hipona y santo patrono de la comunidad religiosa. Desde entonces el templo comenzó a decorarse con buenas pinturas, muchas de ellas venidas directamente de España, y con muebles de alta calidad, entre los que se destaca su sillería de coro, unos de los mejores ejemplos de su tipo en la ciudad.
“El Prior y Comunidad Agustinos (…)” S.n. S.f. 17,8 x 11,6 cms. Colecciones particulares de los autores.
Cual pronto conquistó la devoción popular y dio origen a la constitución de una prestigiosa cofradía a la que pertenecían, entre otros, ilustres miembros de la sociedad santafereña, por ejemplo, el Marqués de San Jorge.
En esa medida, la relevancia de San Agustín fue creciendo, y paralelamente, el 28 de agosto de cada año, la conmemoración de la muerte del santo, en ese día dedicado a él, se fue convirtiendo en una celebración de singular trascendencia, lo cual, para darle más realce, creó la necesidad de convidar a las personas más prestantes del conglomerado social a que participaran en dicha ceremonia.
El impreso que ocupa nuestra atención tiene exactamente ese propósito: invitar al “S. D. D. Josef Celestino Mutis” a celebrar dicha fiesta en algún 28 de agosto, muy probablemente entre el año 1802 y el año 1808, pues ya para ese momento el sabio Mutis estaba residenciado de forma permanente en Santafé, de manera que la convocatoria al festejo provino o bien del padre Custodio Forero, o del padre José Vicente Echavarría (o Chavarría), ora del padreJoaquínGarcía,prioresdeSanAgustínduranteeseperíodo,siendoquizás más factible del último,quien por su estrecha vinculación con la Universidad de San Nicolás de Bari (o Mira), y de esta institución con la filosofía y las ciencias exactas, seguramente mantenía alguna estrecha relación personal y profesional con don José Celestino.
La impresión de este efímero es modesta,de tipo xilográfico,con doble marco, el primero decorado con flores y el segundo con hojas,dentro del cual se halla una especie de dosel que a lado y lado remata en unas imágenes semejantes a los zarcillos de moda en esa época y sobre el cual, en la parte media, hay una mezcla de rosas y estrellas inscritas aleatoriamente en un círculo imaginario. Bajo ese dosel está la leyenda de invitación al acto religioso.
El documento no cuenta con alguna señal que permita identificar la imprenta en la que se hizo, pero al comparar los diseños gráficos con otros ejemplares de las imprentas de Antonio Espinosa de los Monteros y de Bruno Espinosa de los Monteros no resultaría descabellado suponer que fue allí donde se pudo componer e imprimir este curioso documento histórico.
El viaje
Viajar fuera del país antes de la mecanización y popularización actual de los medios de transporte era un verdadero lujo. Sólo pocos contaban con la onerosa posibilidad de franquearse por sus propios medios un viaje fuera de nuestras fronteras, el cual además de constituir jornadas de varias semanas significaba vestir a la moda del lugar y proveerse de una moneda de circulación extranjera para cubrir los gastos en el lugar de destino. Tan significativoeraelviaje,queademásdeconstituirunodelostemaspredilectos de nuestra literatura de la segunda mitad del siglo XIX, (Giraldo Jaramillo, 1957:3) constituía una ocasión que obligaba a los viajeros a proyectar sobre sí los intereses de familiares y allegados, necesidad que el impreso efímero contribuía a protocolizar.
Esa dinámica hizo famosísimo el uso de emitir una pequeña tarjeta de participación del viaje, que paralela a su anuncio por los medios impresos del momento, comprometía a los viajeros con el encargo de mercaderías o comunicaciones personales que desde nuestras antiguas provincias se proyectaban al mundo y viceversa.
“Aparicio Perea tiene el gusto de saludar Ud. (…)”. S.n. S.f. 8 x 4 cms. Colecciones particulares de los autores.
El impreso referido, de carácter tipográfico, ostenta dos tipos de fuente que contrastan la presentación impresa del nombre del viajero y su gentil disposición de servicio ilustrada en una bella cursiva inglesa.
Aparicio Perea Pulido,nacido en la antigua provincia del Tolima,fue el médico en jefe designado por el Ministerio de Guerra para servir al bando oficialista durante la guerra de 1885. Hacendado y hombre público, Perea desposó a doña Felisa Sanclemente Domínguez, hija del presidente Manuel Antonio Sanclemente (1813-1902).
Mencionado en el documento en cuestión, y consciente de las facultades formalizadoras de lo impreso, timbró Perea el efímero citado para ratificar su posición social poniendo en conocimiento público, de manera muy sutil, su capacidad de viajar y servir a sus pares, además de hacer explícito el reconocimiento de las facultades de publicidad que este tipo de impreso permite.
Consideraciones finales
Las breves menciones de localidades de antiguas provincias como el Tolima, Antioquia y Santa Fe de Bogotá, así como de personajes públicos,comercian- tes, políticos y científicos, han servido para ejemplificar la peculiar cualidad de los impresos efímeros y abren preguntas sobre su facultad para retratar antiguas costumbres sociales que suspendidas en lo impreso perpetuaron hasta nosotros la silenciosa y discreta voz de sus protagonistas,dando origen a los documentos que hoy constituyen un legado patrimonial que claramente merece un más amplio reconocimiento.
Notas
- https://www.americanantiquarian.org/ephemera-collection
- https://www.loc.gov/collections/broadsides-and-other-printed-ephemera/articles-and-essays/ introduction-to-printed-ephemera-collection/
- https://www.bnf.fr/fr/les-collections-dimagerie-et-dephemera