Las celebraciones del la Semana Santa del municipio de Ciénaga de Oro en Córdoba son un escenario vivo de la tradición. En el contexto de la celebración religiosa tienen lugar manifestaciones y prácticas que por más de 200 años han ido combinándose, actualizándose y complejizándose. Los oficios tradicionales, las artes populares, la gastronomía local y la música de las marchas crean un ambiente especial, dinámico y creativo. En el que el “Cuto” (pregonero que anuncia la muerte de Jesús) y su corte de soldados romanos o la “Muerte” con su guadaña se dan cita. Mientras otros miembros de la comunidad realizan penitencias, piden o agradecen favores, hacen rituales para atraer el amor y la protección en medio de la teatralidad y la expresividad.
¿De qué manera la pandemia ha venido afectando la conservación de la tradición de la Semana Santa de Ciénaga de Oro?
Una de las afectaciones que ha tenido la manifestación de la Semana Santa de Ciénaga de Oro, debido a la pandemia, ha sido que los actos ceremoniales y desfiles no han podido realizarse en estas dos últimas versiones. Y consecuentemente, no salir en su recorrido por el circuito procesional y dejar de sentir esa conexión con el pueblo expectante que la anhela siempre.
Pero, muy a pesar de lo sucedido han surgido alternativas interesantes y quizás oportunidades diferentes a cuando no había pandemia. Y es haber podido movernos, por ejemplo, en un carro-móvil -cama baja- con el paso titular de los principales días santos, llegando a los barrios de la periferia por primera vez en la historia, haciendo presencia, acercándose a personas con limitaciones, discapacidad o edad avanzada que no pueden salir de casa. Además, con una trasmisión en directo por las plataformas digitales para aquellos que están distantes y sienten nostalgia.
En el 2021 y por el aumento de casos en la región con el tercer pico de la pandemia, se adelantaron con cuidado y adaptación los procesos de creación, mantenimiento, recuperación y difusión en el taller del Museo, los talleres unipersonales externos y las cocinas tradicionales, labores artesanales para las prácticas culturales, intensificando la promoción en las “mass media” e innovando su presentación con nuevas herramientas. De nuevo la transmisiones en vivo por las redes sociales. Así mismo, manejando todos los protocolos de bioseguridad, distanciamiento social y el uso del tapa bocas, se abrió el espacio del Museo al público para que la comunidad se acercara y viviera la experiencia con sentido de pertenencia porque la tradición debe continuar y mantenerse, buscando los escenarios culturales apropiados y no sólo quedándonos de brazos cruzados o en el olvido. Las personas no quieren que la tradición desaparezca y esta sería una de las formas para que la gente reconozca que la manifestación sigue viva, porque muchos preguntan: ¿Éste año hay semana santa? A lo cual responden: -Claro que hay y siempre habrá, pero debido a la pandemia, los actos de piedad popular no-. Les duele responder que no saldrá la procesión.
Muchas personas de la comunidad local se vuelcan con ganas de ir al museo, siempre guardando los protocolos exigidos, pero lo más importante es asistir para apreciar la colección expuesta y llevarse un video o foto de recuerdo. Incluso sin que exista una fuerte cultura museal en la región, muchos asis- tentes apoyaron con una donación voluntaria luego de su visita.
Una de las grandes afectaciones dentro de la manifestación es que su or- ganización social, portadores, sabedores y hacedores, han sentido las con- secuencias de su efecto. El contacto directo y sus capacidades se han visto disminuidas,dominadas por las carencias y vulnerabilidades en su condición socio-económica.
Las procesiones no han podido salir a las calles, pero sus imágenes y pasos están al menos en el museo y aseguradas, dicen algunos con esperanza.
En cuanto al sentido de alistamiento y preparación los jóvenes museistas no se han visto tan perjudicados o desconectados.Ellos,viene haciendo trabajos de planeación, organización, realización, etc. Así que no se ha visto ninguna desventaja, aunque si bien añoran la presencialidad de los actos públicos y masivos, han podido trabajar sin inconveniente y con la convicción del amor y el orgullo que representa.
El año del 2020, con el inicio de la pandemia, fue algo inesperado y quizás traumático. Las autoridades locales conjuntamente con la Junta directiva y escasamente una semana antes del primer acto, se canceló definitivamente la celebración. No había forma de reversar lo ya adelantado. Los gastos de inversión y trabajos adelantados tocaba continuarlos, recurriendo a una estrategia de reinvención y a proseguir con una alternativa viable como la mencionada anteriormente de llegar a los sectores más deprimidos donde nunca llega la procesión.
La estrategia del 2021 fue distinta a la anterior, con la realización de proce- siones y ceremonias de forma virtual y originándose desde la casa museo y con emisiones en vivo por las redes.