El jueves 17 de abril de 2008, en horas de la tarde, la concejala Ati Quigua, bogotana de nacimiento pero reconocida como miembro de la comunidad arhuaca de la Sierra Nevada de Santa Marta, nos atendió en su despacho y nos habló de varios temas relacionados con la situación actual de las etnias indígenas en Colombia y sobre los proyectos que, desde su pensamiento ancestral, se están diseñando y proponiendo para hacer de la protección del patrimonio cultural de los pueblos indígenas y del medio ambiente una política del Estado colombiano.
Frente al tema de tener en cuenta el pasado prehispánico como componente del patrimonio cultural de Bogotá, nos comentó lo siguiente:
“Yo creo que en el caso de las comunidades indígenas falta un tema estructural del origen de nuestra memoria, de nuestra identidad, también en un nuevo debate de interculturalidad, incluso transversal y sectorial, abordar el tema con mucha seriedad.
Yo creo que la cultura ha tenido una mirada muy aristocrática y elitista en Colombia. La cultura es entendida acá, por ese país político, de manera muy diferente a como las comunidades indígenas, afro y mestizas de este país han construido sus propios procesos.
Y se ha generado una cultura que ha generado, por ejemplo, unos sistemas de producción, más adecuados para el trópico. Todo eso hace parte del patrimonio y creo que no se ha posicionado, no se ha validado como un tema de la cultura colombiana.
Aquí en Bogotá declaramos Rock al Parque como un patrimonio cultural de la ciudad, pero no hemos reconocido que los muiscas son los fundadores de esta ciudad, tema que hemos venido defendiendo en el Concejo. Por qué no empezamos por decir que Gonzalo Jiménez de Quesada no fundó Bogotá y no tenía jurídicamente cómo fundar la ciudad. Fíjese que Bogotá está fundada sobre falsos títulos, porque él no tenía la autorización del rey de España para fundar ciudades, y la persona que tenía autorización se quedó en un pueblito y no llegó hasta aquí. Y los realmente fundadores son los muiscas. Fíjese que hace poco se descubrió un gran cementerio aquí en Usme en tierras que había comprado Metrovivienda y vamos a tener aquí una discusión muy interesante para defenderlo como patrimonio arqueológico y científico de los orígenes de Bogotá y sería bueno saber qué posición va a tomar la ciudad frente a eso porque creo que también salieron nuestros ancestros a defender el tema de la expansión urbana. Nosotros debemos re-significar, pero es que también salieron los muertos muiscas a decir: “este es un territorio sagrado, el páramo no se puede tocar”. El páramo no es sólo territorio sagrado para los muiscas, sino también para los de la sierra, para los embera catío, para los compañeros ingas, kamsá, porque es el punto donde se concentra la energía que irradia a los otros niveles. Para mí no es casual que acontezca esto porque también ellos están defendiendo un espacio que es vital y vamos a acompañar la declaración de ese parque arqueológico.
Es un llamado a recuperar esos principios de vida de las primeras naciones de América, como unos principios universales de apropiación social y cultural del territorio. Ese en nuestro debate también en la ciudad: que se incorpore en la política cultural de la ciudad. Hemos visto que el Instituto de Cultura en una entidad que no ha tenido una política de cultura para la ciudad, hay que decirlo, sino que ha sido un ente que se ha dedicado a organizar eventos. Con la creación de la Secretaría de Cultura esperamos darle el estatus necesario para la creación de una política cultural que integre a varios sectores de la cultura y a varias comunidades”.