Introducción: El pecio localizado en el Canal de Bocachica
Las obras de profundización del canal de entrada al puerto de Cartagena de Indias (del Cairo et al., 2015) condujeron al hallazgo de los restos de un pecio de madera ubicado frente al Fuerte de San Fernando de Bocachica. La documentación recopilada en los estudios de caracterización histórica de la Bahía de Cartagena de Indias (del Cairo, 2013) sugería que dichos restos podrían estar relacionados con la estrategia de defensa utilizada por los españoles en la batalla de 1741 contra la flota inglesa que pretendía entrar en la bahía, consistente en el hundimiento de embarcaciones para restringir las condiciones de navegabilidad para embarcaciones de gran calado como lo eran los buques de guerra. Estos indicios llevaron a implementar un plan de actuación para estudiar y proteger las evidencias arqueológicas que habían quedado enterradas en el lecho marino durante más de 250 años y a solo cinco metros de profundidad.
Paralelamente a la intervención arqueológica – prospección y excavación orientada a la delimitación del área y a la caracterización de los elementos allí localizados – se trabajó en el diseño del plan de conservación que debía garantizar la salvaguarda y protección de los restos del naufragio. Las actuaciones incluidas en dicho plan se definieron a partir de una discusión entre las necesidades de los materiales arqueológicos de procedencia subacuática en términos de conservación – tratamientos y requerimientos de conservación preventiva – y las posibilidades de actuación del proyecto atendiendo a las capacidades técnicas disponibles – infraestructuras, equipamiento y profesionales especializados –, así como las características del entorno de Cartagena de Indias.
Fuerte de San Fernando y Fuerte de San José,
al fondo. Espacio en el que los españoles hundieron las naves
como parte de estrategia de defensa en la batalla de 1741 contra los ingleses,
y en el cual se ubica actualmente el pecio localizado durante
las obras de dragado. Fotografía de Carlos del Cairo.
Los artefactos que se preservan por un largo periodo de tiempo en ambientes saturados en agua se caracterizan por estar en un frágil equilibrio con su entorno, así como por unas alteraciones que requieren imprescindiblemente de procesos de conservación cuando dicho entorno es modificado. La elaboración del plan de actuación sobre el pecio de Bocachica y los artefactos en él localizados, permitió describir y analizar el estado de la disciplina de la conservación y restauración del patrimonio arqueológico sumergido a nivel nacional, en términos de potencialidades y factores en los que debe seguir insistiéndose para posibilitar y consolidar las actividades sobre dicho patrimonio. De esta manera, el proyecto diseñado alrededor de un pecio hallado en un contexto de arqueología preventiva en ambientes subacuáticos dio lugar a revisar la capacidad de reacción de Colombia frente al gran potencial arqueológico que yace en sus costas, mares, ríos y lagos, ejercicio que como discutiremos advierte de las falencias existentes y de la urgencia de acometer acciones para modificar esta situación.
Estructura de madera perteneciente a la arquitectura
de la nave (fragmento de la quilla). La modificación del lecho
marino dejó estos restos al descubierto provocando graves
alteraciones en el material debido a la colonización de
organismos marinos y a la incidencia directa de las fuertes
corrientes de la zona. Fotografía de Fundación Terra Firme.
La particularidad de la materialidad del PCS: preservación y conservación
Desde la perspectiva de la conservación y restauración, los ambientes subacuáticos pueden entenderse como sistemas complejos y dinámicos en los que múltiples elementos y factores se interrelacionan e inciden en la estabilidad de los restos arqueológicos: el agua, la temperatura, la biodiversidad, el oxígeno disuelto, la salinidad o el tipo de fondo actúan como factores de alteración que inciden en el tipo, ritmo y alcance de las degradaciones. En el momento de la inmersión, los materiales que componen los artefactos empiezan unos procesos de adaptación a los factores que los rodean; la preservación de dichos materiales depende de su naturaleza y composición, así como del tipo y dinámica del entorno. Cuando las condiciones de dicho entorno son favorables, tanto los materiales inorgánicos – metales, piedra, cerámica o vidrio – como los orgánicos – madera, cuero o fibras – pueden preservarse duran- te largos periodos de tiempo; la forma original del artefacto puede mantenerse aunque el material experimenta alteraciones que provocan importantes cambios en su composición y sus propiedades (Cronyn, J., 1990:17).
Atendiendo a la relación entre entorno y material, la excavación de los restos ubicados en ambientes subacuáticos se comprende como una ruptura del entorno estable que ha permitido la preservación de los materiales; la excavación provoca nuevos procesos de alteración. En este caso, dichos procesos ocurren sobre una composición y estructura ya debilitada por el periodo de enterramiento, que puede derivar en degradaciones irreversibles o en el colapso y pérdida completa de los artefactos. De esta manera, se hace evidente la necesidad de diseñar estrategias de conservación que señalen los procedimientos necesarios para garantizar la salvaguarda y protección de los artefactos localizados en las zonas intervenidas.
El pecio de Bocachica está compuesto por restos de madera pertenecientes a la arquitectura de la nave y por artefactos de diversa naturaleza: clavos de hierro, piedras de lastre de diferente composición y fragmentos cerámicos, principalmente. Todo este material ha permanecido enterrado durante más de dos siglos en un punto cercano a la costa a la Isla de Tierrabomba y junto al canal de acceso al Puerto de Cartagena de Indias. Teniendo en cuenta la elevada temperatura del agua – que en el mar Caribe ronda los 27 grados centígrados – y la poca profundidad en el que se encuentran los restos, puede sugerirse que la preservación de la madera se relacionara con hecho de haber permanecido enterrada bajo un sedimento fino y limoso que no habría permitido la renovación del agua provocando una reducción progresiva del oxígeno y los organismos asociados a este (García-Castrillo, G, Lanuza, P. y López, P., 2003:104), así como con la proximidad del Canal del Dique el cual aporta gran cantidad de agua dulce a la bahía.
La relevancia y singularidad de los restos localizados en la entrada de la Bahía de Cartagena de Indias planteó la posibilidad de intervenir el sitio con miras a extraer el pecio y los artefactos asociados y desarrollar una propuesta museográfica para su exhibición al público en el Fuerte de San Fernando de Bocachica. Con esta voluntad se inició el estudio y valoración de las posibilidades que ofrecía el fuerte en términos de laboratorio y almacén, o espacio de exposición de objetos procedentes del medio submarino (Del Cairo et al., 2017)1. Esta fortificación, contemporánea al naufragio, constituía un espacio idóneo a nivel de discurso museográfico, aunque en términos de conservación se presentaba como un importante reto. Usualmente, las instalaciones en las que se realizan los tratamientos de conservación y restauración de este tipo de artefactos así como los espacios de almacenamiento y exposición, cumplen con unas características climáticas específicas que contribuyen y permiten la estabilidad de los objetos. En este caso, el entorno de Cartagena de Indias y las particularidades arquitectónicas del fuerte sumaron ciertos inconvenientes a la hora de garantizar las condiciones idóneas de conservación de los artefactos, por lo que se replanteó la estrategia de protección y salvaguarda de los restos del pecio de Bocachica.
Estabilizar y conservar el material arqueológico procedente de ambientes saturados en agua.
Los tratamientos de conservación se basan en la comprensión de las alteraciones que presentan los materiales y de los requerimientos para estabilizarlos en el ambiente en el que serán ubicados final mente. Como se ha mencionado anteriormente, las alteraciones están directamente relacionadas con el entorno en el que han permanecido un largo tiempo. Para el caso de los entornos submarinos, es imprescindible destacar el agua concibiéndola como el disolvente universal que tiene la capacidad de reaccionar con un gran número de elementos actuando como catalizador de múltiples procesos químicos y bioquímicos, así como de transportar tanto compuestos orgánicos e inorgánicos en disolución o suspensión (García, S. y Flos, N., 2008:88-89) , las sales disueltas – las cuales con vierten el mar en un medio idóneo para las reacciones de oxidación-reducción debido a que actúan como un gran electrolito (San Andrés, M. y De la Viña, S., 2009:173) y cuya cristalización se da cuando disminuye la hume dad –, y finalmente la actividad biológica asociada a este tipo de entorno – la cual se relaciona con los artefactos en tanto que constituyen superficies idóneas para el desarrollo de múltiples organismos (Pearson, C., 1987:13; García-Castrillo, G, Lanuza, P. y López, P., 2003:104).
La naturaleza del material define el tipo de alteración que este puede experimentar, sin embargo, el medio submarino provoca de forma general la disolución o transformación de parte de la composición de los materiales, la entrada de sales al interior de su estructura y el crecimiento de capas superficiales de organismos o de depósitos calcáreos generados por los mismos, así como procesos de corrosión en el caso de los metales. En este sentido, los tratamientos post-excavación – aquellos que se realizan cuando los artefactos se encuentran fuera del agua – están orientados a reducir la cantidad de sales contenidas en los artefactos, a proporcionar resistencia y solidez, a eliminar las concreciones y a frenar los procesos de corrosión. Para la realización de estos procedimientos se precisa de un espacio equipado específicamente para el correcto manejo de estos materiales, además de profesionales capacitados para la correcta ejecución de los diferentes tratamientos.
El caso de Bocachica ha permitido revisar el panorama nacional en busca de instalaciones especializadas para tomar como referente, o a las cuales se puedan trasladar los restos para actuar a favor de su salvaguarda, y de profesionales preparados para la ejecución de los tratamientos de conservación necesarios. La ausencia de experiencia en intervenciones de conservación y restauración de material arqueológico de procedencia subacuática condujo a identificar las cuestiones sobre las que consolidar un escenario en el cual poder empezar a plantear el manejo y gestión del PCS después de su extracción.
Mediante una manga de succión se fue retirando el sedimento que cubría
los restos arqueológicos para identificar y documentar las estructuras y
artefactos que allí se encontraban. Fotografía de Fundación Terra Firme.
El plan de conservación diseñado para el pecio de Bocachica propone trasladar al Fuerte de San Fernando únicamente los pequeños artefactos de naturaleza inorgánica. Esta actuación se plantea desde una perspectiva de cautela y revisión de los tratamientos con el propósito de estudiar el alcance de los procedimientos atendiendo a las condiciones medioambientales de la zona y a las características de la fortificación, y evaluando los resultados a fin de sugerir posibles procedimientos en contextos similares al de Cartagena de Indias. Los hallazgos de este tipo de restos arqueológicos pueden repetirse en los próximos años, por lo que es preciso abordar de forma resolutiva las capacidades técnicas y profesionales disponibles actualmente en el país apostando por la investigación, la adecuación de instalaciones y formación de profesionales.
Por su parte, para la conservación del resto de elementos, en particular los de mayor tamaño como son las estructuras mismas de la embarcación, la recomendación ha sido la de dejarlos in situ.
La conservación in situ como alternativa de intervención.
la extracción – Fragmentos de cerámica. Hasta la fecha
no se han encontrado objetos completos; únicamente
fragmentos que parecen formar parte del lastre de la nave
y con los cuales se han podido desarrollar estudios
de tipología cerámica. Fotografía de Fundación Terra Firme.
Las últimas décadas se han caracterizado por una extracción casi sistemática de los restos arqueológicos subacuáticos; la revisión de los resultados de esta dinámica ha planteado la opción de mantener los restos en el entorno sumergido como una actuación viable para la salvaguarda de este patrimonio (Richards, V., 2001). La conservación in situ se postuló como la opción de intervención prioritaria con la Convención para la Protección del Patrimonio Cultural Subacuático de 2001 (UNESCO, 2001). Esto podría relacionarse, entre otras cuestiones, con la complejidad de garantizar los requerimientos en términos de infraestructuras y equipamiento asociados a la ejecución de tratamientos y a los espacios de almacenamiento y exposición.
– fragmentos de lámina de plomo. En la intervención
arqueológica se localizó una gran cantidad de lo que parece
ser parte del recubrimiento exterior del casco de la nave;
en algunos fragmentos se observa la huella de la tela
que estuvo adherida como parte del calafate.
Fotografía de Fundación Terra Firme.
Esta alternativa de intervención se basa en procurar proporcionar un entorno favorable a la preservación de los materiales en el mismo entorno subacuático. Mediante diferentes sistemas de protección – re-enterramiento, cajas fuertes, rejas (Pešić, M.,2014:78-85) o protección catódica con ánodos de sacrificio (MacLeod, I., 1989; 1998; Bartuli, C., et al., 2008) – y protocolos de control periódico, es posible asegurar la estabilidad de los artefactos sin necesidad de trasladarlos al medio aéreo, evitando afrontar la responsabilidad de garantizar los recursos y medios que esto implica. Sin embargo, este tipo de actuaciones plantean a priori inconvenientes relacionados con la difusión y apropiación del patrimonio por parte de la sociedad; se requiere de la exploración de formas de acceso del público diferentes al tradicional museo (Manders, M., 2009).
artefactos de hierro. Debido al proceso de corrosión
en el ambiente marino en la superficie de este metal
se desarrolla una capa de concreción calcárea que
dificulta identificar la forma del objeto.
Fotografía de Fundación Terra Firme.
El plan de intervención diseñado para el pecio de Bocachica propone mantener los fragmentos de madera en su ubicación original y re-enterrarlas bajo el mismo sedimento que ha permitido su preservación a lo largo del tiempo. Esta actuación se ofrece como una solución temporal durante el transcurso de las campañas de excavación, y como una intervención definitiva hasta que no se disponga de los medios técnicos y profesionales necesarios para el traslado de esta estructura al medio aéreo, o hasta que haya un interés científico o una amenaza directa sobre el sitio que justifique dicha intervención.
Finalmente, la estrategia de conservación diseñada para el pecio de Bocachica responde a la voluntad de reconocer la singularidad e importancia del Patrimonio Cultural Sumergido a la vez que afronta la realidad actual del país en términos de capacidades técnicas y profesionales, con el objetivo de señalar estrategias que posibiliten la salvaguarda y puesta en valor de este tipo de Patrimonio Cultural.
Para más información sobre el proyecto realizado en el pecio de Bocachica: Vídeo “Actividades en el naufragio de Bocachica” (https://youtu.be/amh4b-Ezl5w).
su ubicación original. En este caso, dicho sistema cumple dos objetivos: aportar a la estructura
de madera que ha quedado suspendida una superficie en la que apoyarse, y proporcionar al
material arqueológico un entorno estable y favorable a su preservación mediante el re-enterramiento
con sedimento y tela sombra. Imágenes de Fundación Terra Firme.
Notas
1. Proyecto apoyado y desarrollado por el Instituto Nacional de Vías (INVIAS), Instituto Colombiano de Antropología e Historia (ICANH), Universidad Externado de Colombia y Fundación Terra Firme.