¡No siempre repetir la historia es tan malo! Por eso en esta ocasión, al igual que en el lanzamiento del primer número del Boletín OPCA en agosto de 2010, comenzaremos la presentación de este número 4 expresando nuestra enorme complacencia, ya que además de ser un indicador de que el reto asumido en aquel entonces sigue vigente, también marca el inicio de una nueva época en la que esperamos sea una larga historia editorial.
Como ya habrán percibido los lectores, en efecto este número introduce cambios substanciales que incluyen tanto el logo de OPCA como el diseño gráfico de la portada y las páginas interiores; contamos ahora también con el ISSN, con un comité editorial y con un manual para la recepción de contribuciones. Pero quizás nuestro cambio más importante, y que se convierte en la apuesta central a partir de este momento, es la nueva estructura para las contribuciones, las cuales tendrán un formato de artículos periodísticos relativamente cortos. Este cambio busca incentivar la participación de un número mayor de personas —incluyendo por supuesto a los estudiantes de pregrado y posgrado—, para lograr de esa manera que las investigaciones y reflexiones sobre los diversos temas y facetas del patrimonio cultural sean llevados a un público más amplio en un lenguaje y un formato atractivos. Esto, por supuesto, es un desafío, pues implica escribir de una forma diferente a la académica convencional, que hasta cierto punto fue la que privilegiamos en los números anteriores. Al introducir este cambio, esperamos que, al tiempo que se mantienen el rigor de las reflexiones, un claro sistema de referencia de las fuentes utilizadas como soporte y un tono responsable en las opiniones, estas puedan ser canalizadas para contribuir a la tarea central de OPCA: generar opinión, producir e impactar en las políticas públicas, y ayudar a construir una ciudadanía comprometida con “hacer” y no solo con “ver pasar”.
Lo que sigue incólume en esta nueva época del Boletín OPCA es el carácter temático de cada uno de los números, de manera que estos se conviertan en referentes sobre los temas tratados, no solo por la naturaleza y relevancia de los casos y contribuciones que se publican, sino porque en todos se reporta y refleja una búsqueda sistemática de referencias pertinentes en diversos medios. Este formato permite a cada lector, según sus propios intereses, ampliar su perspectiva, “bucear” en la complejidad de los temas y oír las múltiples voces que aquí y allá se localizan, pero que al estar dispersas hacen difícil percibir cuál es la situación actual de la temática tratada. En ese orden de ideas, la estructura básica del boletín seguirá siendo la de un volumen que inicia con una o varias notas editoriales seguidas de varios textos —algunos de ellos producidos de manera grupal o con el apoyo del equipo editorial—; posteriormente vendrán la sección de Diálogos, la convocatoria para el volumen siguiente y el manual de estilo. La sección Diálogos mantiene su sentido básico: ofrecer un espacio para que el equipo de trabajo estructure la puesta en escena de las contribuciones de cada número y la interlocución de estas con los acervos referenciales identificados; espacio que tiene como fin, además, realzar la diversidad y complejidad de la temática tratada.
El Boletín OPCA número 4 comienza con la contribución de Margarita Serje, quien aceptó el reto de plasmar una posición panorámica frente al tema central del volumen, como es el de los “conflictos culturales en áreas protegidas”. A esta reflexión le siguen la contribución de Pablo Jaramillo sobre Jepirachi y las disputas sobre el viento wayúu —que dicho sea de paso fue la que sirvió de arquetipo para las otras contribuciones en términos de la nueva estructura narrativa—; la de Christian Esteban Ramírez sobre los embera-katío y la hidroeléctrica de Urrá I; la de Natalia Lozada Mendieta sobre los u’wa y las especies amenazadas en El Cocuy; la de Lorena Garay Guevara sobre los yanaconas y el parque arqueológico de San Agustín; la de Julián Peláez, Eliana Hernández y María Angélica García sobre educación en el resguardo sikuani Santa Teresita del Tuparro en el Vichada; y la de Paola Adarve sobre los nukak makú. Los otros tres textos que complementan este número son el de Catalina Serrano Pérez sobre las movilizaciones indígenas; el de María Camila Marín Montes sobre la minería en parques naturales; y el de Jónathann Pardo Orozco, que trata el tema de la conservación y la concertación alrededor del caso de Teyuna, la ciudad perdida de los tayrona.
Esta presentación no puede concluir sin expresar nuestro reconocimiento a todos los autores por el esfuerzo y compromiso mostrado a lo largo de este proceso editorial, como tampoco sin resaltar el trabajo tras bambalinas de varias personas. En primer lugar, nuestro reconocimiento para Manuel Velasco, estudiante de los programas de Diseño y Antropología de la Universidad de los Andes, quien ha sido un aliado incondicional, tanto en el tema de la imagen institucional de OPCA como en lo relacionado con el diseño del boletín; suyas son tanto la idea original del logo como la nueva, al igual que la portada del primer boletín y buena parte del diseño del contenido de la primera página del portal web de OPCA; suyas son, además, varias de las propuestas que dieron origen al nuevo diseño del boletín. En este proceso también contamos con las ideas y sugerencias de Lorena Garay, Alejandra Lizarazo y Laura Alhach, al igual que con las de Juan Camilo González, quien aceptó además el reto de contribuir en la configuración del nuevo esquema de artículos cortos y, sobre todo, de apoyar a varios de los estudiantes que han presentado propuestas para concretarlas en los escritos que hoy se publican. Manuel Salge ha estado siempre atento a ofrecer sus sugerencias tanto sobre el diseño como sobre el contenido. De igual, manera queremos agradecer el respaldo del Departamento de Antropología: a Carlos Alberto Uribe, su director; a la Facultad de Ciencias Humanas, por la beca otorgada para respaldar este proceso de restructuración; y al equipo editorial de la facultad a la cabeza de nuestros viejos aliados en las gestiones de OPCA, y sin quienes este número no habría sido posible: Natalia Rubio y Alejandro Rubio.
Finalmente, solo me resta reiterar la invitación para que con este nuevo formato muchos se animen a compartir sus perspectivas frente a los temas del patrimonio cultural y la multiplicidad de aristas que lo cruzan, una invitación que ahora hacemos extensiva no solo a todos los ciudadanos de Colombia, sino del mundo.