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Eran las once de la noche del domingo 20 de mayo del 1900, cuando el humo del incendio de las Galerías Arrubla empezaba a elevarse en la fría noche bogotana. El alemán Emilio Streicher acababa de provocar intencionalmente uno de los incendios más graves de la historia de Bogotá. Las llamas lentamente consumieron el local y en sus fondos varios paquetes de postales, editadas por él en Alemania, eran consumidas por el fuego. Pisos arriba del edificio se destruía simultáneamente el Archivo de Bogotá, incluyendo el original del acta de Independencia de 1810. Estas primeras Postales Ilustradas, que irónicamente tenían por título MEMORIAS DE BOGOTA,quedaron en cenizas con la memoria colonial y del siglo XIX. Aunque estas fueron las primeras postales en edición, no eran las primeras piezas postales ilustradas que circularon. En 1899, casi simultáneamente a las postales Streicher, se grabaron en Enteros Postales -que son piezas filatélicas con estampillas preimpresas, las llamadas Pehlke-, 10 ilustraciones basadas en fotografías realizadas en la litografía de Demetrio Paredes a tres tintas. Y un año más atrás se veían enteros postales con fotografías adicionadas con pegamento.
Figura 1: Choza en camino Honda-Bogota y Vapor en el Magdalena. Postal Emilio Streicher. 1899.
Luego de la Guerra de los Mil Días empieza el primer auge local de comercio de postales, que ya habría recibido del mundo entero decenas de miles de piezas ya sea por correo o en el equipaje de los viajeros. Localmente se encontraban en el comercio postales impresas en el exterior que se usaban para celebrar amor, eventos religiosos y efemérides. Pero si hablamos exclusivamente de las postales ilustradas con motivos colombianos, eran postales impresas principalmente en Alemania o Francia y sus primeros editores y clientes fueron la Librería Colombiana en Bogotá y La Casa Comercial Flor & Price de Barranquilla. Editores independientes como Carlos A.Molina en Medellín y A. Maguin & Hijo en Bogotá, o los Gabinetes de Fotografía como Duperly & Son y Fotografía Escovar, también fueron importantes en esta actividad. La imprenta Alfaro & Lynch hizo vistas de Cartagena, Bogotá y Medellín, entre otras, y eran distribuidas en múltiples establecimientos comerciales sin exclusividad.
Se quedan en el tintero muchas más, pero se escapa del alcance de estas líneas. El siguiente hito que cabe destacar es la celebración del Centenario de la Independencia en 1910. Muchas series se editaron, lo mismo que en Cartagena en 1911. La popularización de las imprentas de fotograbado, que, aunque ya se utilizaba desde finales del siglo XIX en Colombia, facilitaron las postales impresas localmente: series de presidentes, piezas literarias por la Casa A. Ariza y algunas otras. Estas series de gran cantidad de piezas fueron muy coleccionables. Postales agradeciendo el envío de ejemplares o solicitando canje de estas con sus contactos, eran usuales también.
Las familias llevaban coleccionando postales ilustradas más de una década en álbumes especializados, no solo las miles que se recibían del exterior, ahora también con la masificación de la fotografía aficionada, se incluían imágenes familiares y eventos públicos que se codeaban con las imágenes europeas. El papel sensible fotográfico en cartulina y con el impreso “Postcard” en el reverso era cada vez más económico y el coleccionismo estaba en auge. Entrada la década de los veinte ya habían sido remplazados algunos de los editores colombianos tradicionales de postales y las series a veces numeradas de la Casa Mogollón, J. N Gómez, Fotografía Escobar, Benjamín de la Calle, Fotografía Gavassa, establecimientos comerciales en Barranquilla, solo para nombrar algunos, eran los que tenían el dominio del mercado.
En la década previa a la Segunda Guerra Mundial se seguía utilizando este medio para comunicar a la familia saludos y eventos menores. Pero se evidencia un cambio en el estilo ilustrado de la postal y la fotografía aficionada, puesto que ya no se utiliza este medio para imprimir sus recuerdos. Las celebraciones de los 400 años de Cali y Bogotá tuvieron su muestra postal en cuadernillos y postales individuales. Y tal vez esta es una de las últimas muestras de la gloria de la postal, sin que no siguieran utilizándose por décadas hasta hace muy poco. Las postales trascendieron su objeto inicial y fueron utilizadas como ilustración en innumerables libros, principalmente guías de ciudades, donde se reproducían las fotografías sin tomarse la molestia de ocultar los textos impresos de las postales.
Vademécum Postal
Lo primero que caracteriza a una postal es su ilustración y en alguno de los dos lados puede describir su editor, impresor o creador. Dependiendo de su época puede tener diferentes títulos por el reverso. Y sobre todo en las series viene con un título y a veces un número. Si la postal fue enviada por correo, sus sellos se suman a su valor como documento histórico. Y, por último, la información que se le inscribió para su envío: remitente, destinatario y contenido del mensaje. Algunas pueden tener en su cara frontal señas y marcas que ofrecen información adicional.
Figura 2: Vendedoras de Frutas. Medellín, 1906.
Figura 3: Reverso de Fotografía de Escovar. Medellín, 1907. Enviada a Viena, Austria.
Las postales, en términos generales, pueden dividirse en 3 tipos: postales comerciales seriadas, ya sea porque son numeradas y tienen un editor o fotógrafo identificado; seriadas, al ser de una edición en particular que pueda ser caracterizada por una temática, por ejemplo, presidentes o una ciudad; y, por último, las personales, que incluirían las fotos tanto aficionadas como profesionales, que están en cartón de postal. Su fin podía ser un álbum o el envío por correo en cualquiera de los casos.
Las historias por detrás, de la postal
Las postales que tuvieron la suerte de cumplir su destino de ser enviadas por correo o entregadas a mano a su destinatario, nos ofrecen mil historias evidentes y otras muchas presuntas. Menos de una quinta parte de las postales que encontramos en colecciones, subastas y mercadillos, tienen el nombre del destinatario, el nombre del remitente o la fecha de envío. Algunas veces solo contienen saludos, felicitaciones y recordatorios. En algunas se puede leer descripciones de lo que ilustra la postal, relatos cortos de los eventos del remite y algunos otros tesoros en su relato. Pero no dependemos exclusivamente de estos relatos para construir las historias. En las colecciones, en las series numeradas, en las temáticas, descubrimos historias no explícitas, que de pronto necesitan investigación, buena observación y algo de imaginación.
Corrales, vista inédita
En el Municipio de Corrales, provincia de Tundama, Boyacá, se ubica un hermoso pueblo con su hoy imponente iglesia de dos torres, fundado en 1789. Y forma parte de la historia de la independencia. De estas postales de alrededor de 100 años nos muestran un Corrales diferente al de hoy: una hermosa iglesia esquinera de una sola torre y una plaza enmarcada por casas solariegas. La fotografía fue realizada por José Salcedo C. FOT. ¿Quién fue Salcedo? ¿Fotógrafo Profesional? Y no es la única foto que tomó Don José. Las historias del Municipio de Corrales esperan ser contadas.
Figura 4: Municipio de Corrales, ca 1920.
Dime con quién andas y te diré quién eres
Las colecciones de postales han terminado usualmente en anticuarios, li- breros y subastas. Y corren con la mala suerte de ser vendidas una por una, perdiendo su contexto, sus relaciones y parte de su historia. A veces, muy contadas veces, se logran conservar en colecciones más o menos completas ayudándonos a esclarecer algunos misterios. Para este analizamos una fo- tografía reproducida en Cartón Postal y si no hubiera estado acompañada de otras del mismo estilo se habría dificultado ubicarla geográficamente o ponerle fecha. La postal fue reproducida en la primera década del siglo XX de un negativo más antiguo. Vemos unos niños y adolescentes en frente de una zona comercial, y se ven algunos avisos incompletos. Podría ser en cual- quier lugar de Latinoamérica. Pero las postales acompañantes nos ubican en Bogotá.Con esto solucionado y un poco de investigación se logra determinar que la imagen es de las Galerías Arrubla. Por el incendio de 1900, se logra determinar la fecha de la fotografía alrededor de 1881 y que la actividad del día que se tomó la fotografía era una fiesta del Corpus Christi. Es una de las poquísimas fotografías de este estilo de las Galerías Arrubla. Esta fotografía en particular es inédita.
Figura 5: Detalle Galerías Arrubla. Bogotá, ca 1881.
Claude Vericel: Una Historia Postal de 150 capítulos
Como ya se describió antes, las colecciones de postales son a veces difíciles de encontrar. Muchas veces toca ir armándolas pieza por pieza, hasta lograr una historia mucho más completa con sus capítulos e historias interesantes del conjunto.
El “padre” de la veterinaria en Colombia, Claude Vericel, llegó a Colombia después de la mitad del siglo XIX y tenemos algún conocimiento de su biografía por los rastros de sus actividades como veterinario. De su vida familiar se sabe poco, pero durante los años que sus hijos estudiaron en Francia les envió innumerables postales, de series comerciales y de fotografías tomadas por él, y se han rescatado algo más de 150. Estas cubren los años de 1907 a 1918. En todas ellas, aparte del amor que les mostraba a sus hijos, las perlas de información en sus descripciones, comentarios y detalles acerca de cada una de las imágenes por él enviadas son invaluables.
Figura 6: Parque de Santander. Reparación del acueducto. Bogotá 1909.
Figura 7: Exposición 20 julio de 1907. Pabellón de Cerveza Germania, entonces competencia de la cervecería Bavaria. Bogotá
El tema es la historia
Los temas de las postales fueron inmensamente variados: panorámicas, arquitectura, calles, paisajes, medios de transporte, tipos colombianos. Individualmente las postales cuentan alguna historia, pero si las agrupamos por algún eje temático en particular, la historia cambia, se enriquece y puede ser útil de nuevas maneras.
Los barcos de vapor eran una de las vistas favoritas de los viajeros y era casi el único medio para llegar al interior de Colombia. Estos aventureros, comerciantes y diplomáticos pasaban días y semanas en ellos. Y eran tema obligado en el momento de enviar postales. A veces encontramos alguna información adicional en el detalle de la postal que permite ilustrar eventos, nombres de barcos, duración de los viajes, animales de las riberas de los ríos, anécdotas del viaje. La agrupación de postales de forma temática ofrece información valiosa que no es posible encontrar en ningún otro medio o archivo.
Figuras 8 y 9: Vapores en el Río Magdalena, ca 1910.
Figura 10: Caño en Barranquilla Con Vapores atracados, ca 1910.
Agua, tierra, fuego: Reporteros gráficos en acción
Los fotógrafos profesionales, y porque no, algún aficionado, no dejaron pasar nunca la oportunidad de ofrecer al público recuerdos de los mil y un desastres que azotaron a Colombia después de 1910. El terremoto de agosto de 1917 en Bogotá, incendios en el parque Berrio de Medellín, otros en Buenaventura, inundaciones en Magangué y otros tantos quedaron registrados en series postales a veces numeradas desde el negativo, otras solo con el recordatorio escrito en su reverso. Es evidente el interés de estos recuerdos en forma de postal, que, aunque se vieron ilustrados en revistas y periódicos, nos muestran una nueva aproximación a los hechos.
Figura 11: Terremoto en Chapinero. Bogotá, 1917. Juan Nepomuceno Gómez.
Figura 12: Inundaciones Magangué, 1917.
Figura 13: Escombros de los hoteles Lusitania y América. Medellín, 1916.
Las regiones olvidadas, una nueva lectura
Las ciudades y pueblos como los conocemos hoy han sufrido cambios que a veces olvidamos. Las ciudades principales puede que sean las mismas, pero algunos puntos de la geografía de Colombia dejaron de ser importantes o eran pasos obligados por las incipientes vías de comunicación que llevaron a los viajeros y la carga por lugares que hoy pueden sorprendernos. La costa pacífica tuvo a Tumaco como el puerto comercial más importante, incluso más que Buenaventura por algunos años, y esto lo reflejan las postales de la primera década del siglo XX. Más adelante la ciudad de Tumaco desaparece de la historia postal y pasa el “testigo” a su hermana Buenaventura y se encuentra una explosión de imágenes del nuevo centro marítimo que eran compradas por marinos y comerciantes. Lo mismo sucedió con puertos fluviales como Magangué, Honda, Girardot. O marítimos como Puerto Colombia. Otros lugares de paso están en los Santanderes: Ocaña, Pamplona y Cúcuta. Las historias escondidas en estas ciudades, detrás de cada imagen, cada envío, cada serie son incontables.
Las Tarjetas Postales, ya sea una sola o una colección, tienen mucho que decir. Es necesario rescatarlas del cajón, de la caja de zapatos, del álbum. Es urgente preguntarles a los abuelos, a los padres, quiénes fueron los protagonistas de esas historias, quién las mandó, quién las recibió. Y no importan que sean postales recientes, 100 años pasan muy rápido: serán objetos incompletos, sin memoria. Las postales quieren contar sus historias.
Figura 14: Mosaico de 4 imágenes, así: a) Puente progreso que una la ciudad de TUMACO con el cementerio. 1.905. b) La Calle Nueva. Tumaco. 1.914. c) Comprando y secando Tagua (marfil vegetal), Tumaco, 1.914. d) Rada de Tumaco. Ca 1.915.