1. Definición de los conceptos
En la última década, se han incrementado ostensiblemente las iniciativas para transformar el patrimonio tangible en patrimonio virtual. Asimismo, las herramientas digitales son usadas cada vez más en los salones de clase, los museos y otros espacios de democratización de la información. Esto se debe por supuesto al surgimiento de nuevas tecnologías, pero también a un cambio en la mentalidad frente a la relación que tenemos con el patrimonio y la divulgación del conocimiento. No sólo la capacidad de almacenar grandes cantidades de información, sino también las nuevas posibilidades para su democratización entran en juego para el surgimiento de los conceptos de Patrimonio Virtual y Humanidades Digitales.
El primer concepto se re ere a las herramientas que permiten convertir los bienes tangibles o intangibles en elementos virtuales con el objetivo de conservarlos. Los sistemas de catalogación, los blogs, la reconstrucción digital y la restauración virtual de obras son algunos de los instrumentos que han in¬fluido en el desarrollo de nuevas estrategias de protección y restauración del patrimonio. Adicionalmente, el Patrimonio Virtual trae, no sólo nuevas capacidades de almacenamiento de objetos considerados patrimonio, sino herramientas para su control y protección, así como nuevas posibilidades de difusión (Suárez y Sancho, 2014).
Dentro del patrimonio virtual se pueden distinguir dos grupos de acciones diferentes: la “digitalización para la preservación” y la “preservación digital” (Conway, 2014). El primer término se re ere a la digitalización del patrimonio análogo o tangible que permite crear nuevos productos digitales, como los libros electrónicos. Mientras que la “preservación digital” protege el valor y la esencia de los productos, sin importar si son tangibles o no. Estas dos tendencias se expresan en la masiva digitalización de libros y otras superficies análogas de información; y en el hecho de que casi toda la nueva información se produce, comunica y almacena en formatos digitales.
Aunque la autorre¬flexión ha caracterizado a las Humanidades Digitales, no hay aún una definición y una delimitación clara del campo. Para algunos autores, no son más que una nueva superficie, diferente al papel, en la que se despliega el conocimiento producido por las humanidades y las ciencias sociales. En ese sentido, no trae necesariamente grandes transformaciones teóricas ni metodológicas sino únicamente una nueva forma de comunicación. Así, un libro digital o una visita virtual al Louvre son sólo versiones de sus equivalentes análogos, pero no implican experiencias radicalmente diferentes. Para otros, mucho más entusiastas frente a la nueva tendencia, el cambio de superficie trae inevitablemente una transformación metodológica y teórica. Unas humanidades que usan herramientas digitales como plataforma, medio y espacio de comunicación, abren también nuevas posibilidades de trabajo cooperativo, innovación e interdisciplinariedad. En ese sentido, el mundo digital no sólo es la adaptación de las humanidades a una nueva era, sino que es la creación de una nueva disciplina con un papel más activo en el mundo digital.
Nuestra propia investigación sobre algunas iniciativas dentro de las Humanidades Digitales nos permitió definir tres grandes campos de acción de los proyectos que se inscriben dentro de esta categoría:1 investigación, educación y divulgación. Aunque la investigación fue la actividad fundacional de la relación entre humanidades y herramientas computacionales hace más de 40 años, ya entrado el siglo XXI la relación entre salón de clase y herramientas digitales es cada vez más profunda. Finalmente, en los últimos años, numerosas instituciones como universidades, museos y archivos se han puesto a la vanguardia de las Humanidades Digitales, encontrando en estas un potencial para mejorar los procesos de divulgación del patrimonio y del conocimiento en general.
2. Oferta en plataformas y tecnologías para la conservación, divulgación e investigación del patrimonio
Buscando abarcar los tres campos de acción que mencionamos en la sección anterior, realizamos una revisión de los recursos y proyectos disponibles actualmente en internet que se autodenominan como parte de las Humanidades Digitales o del Patrimonio Virtual. De la basta oferta que aumenta diariamente, analizamos 25 iniciativas que clasificamos según diferentes indicadores y construimos una clasificación a partir de 6 categorías, dependiendo del tipo de información desplegada, el nivel e interactividad y el público al que estaban dirigidas:
- Base de datos de recursos
Abarcan temas amplios y se componen principalmente de enlaces a recursos digitales organizados temática o cronológicamente, sin ofrecer mayor posibilidad de interacción al usuario2. - Exposición/ libro interactivo
En general están ligados a un tema específico y ofrecen actividades y juegos alrededor de éste3. - Herramienta de búsqueda de fuentes primarias
Portales relacionados a un archivo o biblioteca que ofrecen herramientas alternativas para explorar grandes colecciones de documentos4. - Georreferenciación
Plataformas con herramientas interactivas que permiten desplegar información histórica y geográfica sobre mapas satelitales actuales5. - Recursos interactivos pedagógicos
Sitios diseñados para ser usados por docentes y que recopilan actividades, juegos y enlaces a temas específicos6. - Herramienta para la producción de contenidos No se limitan a ofrecer juegos e información determinada, sino que permiten el desarrollo de actividades personalizadas para el uso de docentes7.
De la revisión concluimos que, aunque hay una oferta bastante amplia de sitios que se presentan como una alternativa interactiva dentro de las humanidades, en general se limitan a desplegar información y enlaces en orden temático y/o cronológico. También es común que se apunte a un público amplio, ofreciendo más información general que análisis.
Aunque los casos seleccionados fueron en su mayoría de sitios producidos en el extranjero, en el caso colombiano el fenómeno es parecido: es común encontrar listados de enlaces con poco análisis o posibilidad de interacción. Una de las pocas excepciones es el sitio “Historia Hoy” del Ministerio de Educación8 que está destinado a estudiantes de colegio, o la página cultural del Banco de la República9, pero la mayoría de la oferta sigue siendo de repositorios de documentos y bases de datos.
En ese sentido, mucho del Patrimonio Virtual, como colecciones digitales y bibliotecas en línea, está desplegado de maneras poco atractivas y que permiten niveles muy limitados de interacción. Además de los ejemplos acá resaltados, hacen falta iniciativas que inviten a la apropiación crítica del patrimonio y que usen el potencial de las Humanidades Digitales para crear formas más participativas y amplias de divulgar y construir el conocimiento y el patrimonio.
3. Debates frente a la digitalización del patrimonio y nuevas tecnologías de investigación
Para Thaller las Humanidades Digitales son esencialmente una etiqueta que los académicos usan para insertarse estratégicamente en el mundo actual, donde para garantizar recursos se debe aludir a valores como la innovación, el networking y lo digital. En ese sentido, asegura que es difícil que el término Humanidades Digitales existiera si no fuera por los importantes programas de financiación de principios de milenio.
Ahora, hay críticos que no ponen en duda la relevancia del concepto, pero sí son escépticos frente a la inherente tendencia de las tecnologías al cambio rápido y a la obsolescencia. En el cambiante mundo del internet, el Patrimonio Virtual puede peligrar cuando las superficies y formatos en las que se conserva queden obsoletas porque sencillamente ya no hay forma de reproducirlos. Otra preocupación relacionada es que, en la era de Google, el contenido que no esté en la Web “no existe” (Conway, 2014).
Existen también debates frente a la neutralidad de las tecnologías. Para algunos, no se puede caer en el error de pensar que las tecnologías son imparciales o que los procesos digitales están aislados de las dinámicas geopolíticas. Fiormonte (2012), explica cómo las Humanidades Digitales no son ajenas a la división política internacional en la que algunos países industrializados producen y concentran el conocimiento en mayor medida que otros. Asimismo, Hugget (2012) afirma que las Humanidades Digitales han estado muy limitadas a algunas disciplinas como la historia o la literatura, dejando a otras como la música o la arqueología al margen.
De la misma forma, Thaller hace un llamado a que las Humanidades Digitales dejen de ser receptoras pasivas y acríticas de la tecnología; y que por el contrario los académicos que se inscriban en esta perspectiva busquen maneras de involucrarse mucho más en el desarrollo e innovación de la tecnología que usan. Si los avances en la capacidad de recolección y procesamiento de la información no son acompañados de un cambio equivalente en la capacidad de análisis desde la academia, se puede caer entonces en una debilidad teórica y metodológica (2012).
Al margen del escepticismo u optimismo que se tenga frente a la tecnología, hay algo que es cierto: el patrimonio que no se conoce, no se usa o no se visita, es como si no existiera; y el contenido que no tenga impacto en la comunidad será rápidamente olvidado de la misma forma que el patrimonio tangible es abandonado.
Así, aunque se ha avanzado mucho en la digitalización del patrimonio, la escasez de contenido especializado y de herramientas realmente interactivas y pedagógicas, hace que los documentos digitales, por ejemplo, estén tan olvidados y “empolvados” como sus equivalentes análogos en el fondo de los archivos. Por eso, como proponemos en la sección final de este escrito, una estrategia de conservación como el Patrimonio Virtual, necesita de una estrategia de investigación y difusión como las Humanidades Digitales.
4. Humanidades digitales como estrategia de divulgación del patrimonio virtual y como punto de encuentro con el patrimonio tangible.
El Patrimonio Virtual se ha concentrado en los procesos de observación, almacenamiento e incluso de análisis; pero en muchos casos se encuentran falencias en cuanto al proceso de activación y divulgación10. Las Humanidades digitales, interdisciplinarias y colaborativas, permiten encontrar nuevas formas de interpretación de los datos y mecanismos creativos para difundirlos (Conway, 2014); por lo que se perfilan como un complemento adecuado. Para concretar nuestra propuesta de colaboración entre las estrategias del Patrimonio Virtual y las de las Humanidades Digitales, presentamos el caso del Museo a Todo Pedal; proyecto desarrollado en la ciudad de Bogotá en el 2014, con el objetivo de poner en diálogo al patrimonio tangible -específicamente el escultórico- con herramientas digitales de divulgación. Antes de este Museo, existía ya una iniciativa por parte del Instituto de Desarrollo Urbano -IDU- que buscaba documentar y dar a conocer por medio de una publicación digital las fichas técnicas de las esculturas en el espacio público de Bogotá11. Sin embargo, resultó poco llamativa y de difícil acceso para la comunidad general. Encontramos acá un intento por conservar el patrimonio tangible en una plataforma virtual, pero sin una estrategia adecuada de accesibilidad y difusión.
Posteriormente, el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural -IDPC- realizó un proyecto de investigación con base en esta información y otras fuentes complementarias, y publicó un libro digital titulado Museo a Cielo Abierto12. Este libro es un catálogo de piezas ubicadas en el espacio público de Bogotá, que da cuenta de su historia y sus modificaciones. Aunque este proyecto tuvo cierta difusión, el libro resultó más atractivo para investigadores o restauradores que para el público general.
Finalmente, Museo a Todo Pedal13 propuso un recorrido escultórico en bicicleta por la Calle 26 por medio de una guía virtual con alto contenido gráfico que se promovió a través de redes sociales. Las fuentes secundarias de investigación fueron los documentos del IDU y el libro de Museo a Cielo abierto, pero el componente principal fue un intenso trabajo de campo, con recorridos y pruebas que involucraron a los usuarios potenciales. La cartilla virtual contiene un mapa, breves reseñas sobre los monumentos y preguntas que permiten al usuario interactuar con el patrimonio tangible. La interdisciplinariedad del grupo de trabajo dio como resultado un producto llamativo para un público más amplio que la comunidad académica o técnica, que invita a re¬flexionar y apropiarse del patrimonio.
Como se ha podido observar a partir de este ejemplo, la unión entre Patrimonio Virtual y estrategias de difusión pensadas desde el ámbito de las Humanidades Digitales ha permitido diversificar los públicos del proyecto e incrementar la difusión del patrimonio escultórico de Bogotá. Esto produjo una activación, no sólo de los aspectos virtuales o digitales del patrimonio, sino también del patrimonio escultórico en el espacio público, que muchas veces cae en el olvido y el descuido. De esta forma, queremos reforzar la propuesta de que una estrategia de conservación como el Patrimonio Virtual, que cumple un papel central en la preservación del patrimonio, debe ir acompañada de una estrategia de investigación y difusión adecuada como las Humanidades Digitales para alcanzar su objetivo final: conservar, investigar y dar a conocer el patrimonio histórico, tangible e intangible.
Notas
1. Por su parte Thaller (2014), define 4 grandes campos de acción diferentes de las humanidades digitales:
- Análisis y reconstrucción de textos antiguos.
- Análisis de información
- Análisis y reconstrucción de piezas gráficas
- Reflexión algorítmica y metodológica y su impacto en las ciencias sociales.
2. Un buen ejemplo de esta categoría es el sitio “Smart History de la Jhan Academy” que usa una línea del tiempo para explorar la historia del arte y ofrece videos en los que expertos discuten sobre obras de arte en cada periodo: AQUÍ
3. Un buen ejemplo de esta categoría es “George Washington: a national treasure”. El sitio gira alrededor de varias pinturas del siglo XVIII que se relacionan con George Washington y su época, se pueden explorar y analizar a diferentes niveles (artístico, histórico, simbólico y biográfico): AQUÍ
4. Un buen ejemplo de esta herramienta es “National Archive Digital Vaults” que funciona alrededor de temas o problemas y parte de un grupo de documentos relacionados entre sí: AQUÍ
5. El sitio “A vision of Britain through time” da información histórica sobre regiones específicas de Gran Bretaña. Cada región permite acceso a mapas antiguos georreferenciados, datos estadísticos de censos históricos y apartes de relatos de viajeros: AQUÍ
6. El sitio “Picturing Modern America 1880-1920” involucra al usuario mediante el análisis de fotos históricas a partir de preguntas establecidas o la búsqueda de “pistas”: AQUÍ
7. Un buen ejemplo es “Docs Teach”. El sitio despliega grupos de fuentes primarias a partir de las que se pueden diseñar actividades en línea para usar en clase: AQUÍ
8. La plataforma, además del acceso a fuentes escritas y visuales seleccionadas, ofrece juegos interactivos y una sección de chat entre estudiantes y profesores: AQUÍ
9. Ver AQUÍ
10. Según Suárez y Sancho (2010), para el buen manejo del patrimonio virtual se debe completar un Ciclo de Vida que consiste en observación, almacenamiento, activación, análisis y adaptación.
11. Ver AQUÍ
12. Ver AQUÍ
13. (Delgado y Torres 2015): Ver: Delgado y Torres (2015) y AQUÍ