Territorialidades festivas y consumo sagrado: arcos y banquete
La práctica de la elaboración de arcos en el parque central de las ciudades y poblados celebrando el Corpus Christi en Colombia está documentada desde la colonia (Briceño, 1909; Samper, 1953; Achury, 1975; Andrade, 2008; Soto, 2012; González, 2012; Lara, 2015). Estos arcos y bosques, ubicados alrededor de la plaza principal, se conocen como Paraísos: “Este “paraíso” de arcos decorativos –y altares- contenía también una gran variedad de legumbres, hortalizas y raíces, conejos, comadrejas, zorros, armadillos y toda clase de animales silvestres. En ciertos arcos colgaban panes de maíz de diversas formas, sartas de huevos pintados y pájaros cogidos en los montes cercanos” (Friedmann, 1982:36). En el Guamo, ésta descripción cobra todo sentido, pues en su celebración de Corpus, no sólo el parque central se adorna con arcos frutales, triunfales y altares, sino que estos se extienden longitudinalmente varias cuadras, llegando al barrio de los artesanos (El Carmen), creando un sendero de sacralización del espacio público.
Los preparativos del Corpus Christi comienzan con muchos días de anticipación, pero su núcleo festivo inicia con la quema de pólvora la víspera (sábado) en horas de la noche, generalmente hacia mediados del mes de junio. Todo aquello que no tiene relación directa con la parroquia (misas, procesión de corpus, adoración del santísimo) es asumido por el gobierno local que muchas veces convierte la celebración en un pretexto para la realización de festivales y concursos de música y danzas tradicionales, ésta actividad asegura para ésta –la alcaldía- el espacio para la divulgación de sus propuestas de gobierno y el posicionamiento de su gobernante, en muchos sentidos se convierte en un acto de propaganda política, quizá por ello la fiesta ha logrado generar interés y mantenerse en el tiempo. El domingo se arman e instalan los arcos de frutas y los altares celebrando la fecundidad de la tierra y en la tarde se realiza un desfile “cultural”. Durante los días que dura el Corpus, dos distintos tipos de agentes se mezclan y al mismo tiempo se disputan los significados de la fiesta: por un lado el sacerdote en cabeza de la parroquia y a nombre de la diócesis y por otro, la alcaldía y sus respetivas secretarías.
La escenificación del paraíso es una tarea que empieza en la madrugada y es realizada no por los habitantes del casco urbano, sino por las distintas veredas del municipio -lo rural-. Una comitiva de cada vereda llega al parque trayendo en camionetas o jeeps los distintos productos de la zona, flores, palmas y ramas y se dispone a “acomodar” las frutas, hortalizas y verduras en la estructura que el municipio les suministra (dos plataformas de guadua y un arco metálico).
En el Corpus de Guamo, con el transcurrir de los minutos, el parque se va transformando en un paraíso que se ofrece como camino para la santificación. La disposición de los arcos construye una escenografía litúrgica y procesional (Orozco-Díaz, 1974) por la que discurrirán los símbolos del poder eclesiástico, pero también los símbolos de los poderes locales y las manifestaciones micropolíticas (seres mitológicos) de una otredad festiva (el desfile cultural). Esta escenografía o paisaje ritualizado transformará los arcos en aureolas, los racimos en copones, los frutos dulces en panes consagrados, las flores en campanas e incensarios, los follajes en estolas, mitras y estandartes. Por debajo de esos arcos transitará la Custodia en procesión solemne y tras ella un cortejo de fieles entonando cantos y rezos. Serán las mallas repletas de naranjas, los racimos de mamoncillos, las guamas, las bolsas de macadamias, los plátanos, las piñuelas, aguacates y carambolos, y otros muy variados productos los que trazarán la espacialidad de lo sagrado.
No obstante, muchos de estos arcos plantean interesantes juegos estéticos que en sus elementos y motivación difieren unos de otros: cubriendo las estructuras de guadua -los soportes- están los frutos de las palmas y plantas no cultivadas -salvajes-, así como los tubérculos que se hunden en la tierra y por supuesto el maíz; en el arco metálico, más delgado y frágil, lo cultivado: las frutas y las flores o como ocurre en otros arcos, lo procesado: el pan, la panela y los dulces -plátanos pasos, dulce de leche-. No faltan las figuras construidas con estos frutos. El arco expresa una jerarquía de valor de la naturaleza, establece a partir de las cualidades orgánicas del fruto, unas cualidades culturales, de tal suerte que en la base está lo telúrico, lo rustico, lo generativo y que “da sustento” y a medida que asciende, la naturaleza es celebrada como levedad, fruta dulce, transformación y deseo. Obliga a levantar la vista y celebrar en ese “carnaval” para los ojos la riqueza del suelo guamuno. Guamo es un municipio con vocación agrícola, por ello podemos conjeturar que, al incorporar los frutos de la tierra a la fiesta de Corpus, se haya conservado la práctica y que los gobiernos locales hayan capitalizado el discurso de la naturaleza a favor de sus intereses de gobierno.
Guillermo Hernández de Alba, sobre el Corpus Christi en la Antigua Santa Fe, dice que “Los preparativos de la fiesta se iniciaban desde la víspera (…) Con la alegre participación de los vecinos se hacía el aderezamiento del “paraíso” con los mejores frutos de la tierra, los más robustos ejemplares del corral (…)” (Citado en Friedmann 1982:31). Como hemos mencionado, los paraísos eran una conjugación de lo vegetal y lo animal, y en la referencia que hace Hernández de Alba podemos observar que son principalmente animales domésticos –los mejores y más robustos ejemplares- y aves las que complementan estos paraísos.
En Guamo, la transformación que ha sufrido la elaboración de altares –paraísos- y del mismo Paraíso terrenal, tiene que ver con que ya no se presenta en ellos a animales. La Ley 1774 de 6 de enero de 2016 prohíbe y penaliza el maltrato contra los animales, en consecuencia, impide que animales de cualquier tipo puedan ser expuestos a estrés o maltrato. De igual modo, la implementación de la ley modificó también dos eventos tradicionales: el primero, la exposición de animales que se realizaba en una zona del municipio, distante del foco de la celebración religiosa y en la cual se podían encontrar en corrales distintos tipos de animales; el segundo, las corridas de toros, muy populares en el municipio, aunque paradójicamente, en una de las calles es recurrente ver a pequeños animales (conejos, hámster y pollitos pintados de colores) ser ofrecidos para la venta bajo una inclemente resolana.
No obstante, vale la pena mencionar el modo como los animales entraban en la escena de la celebración antes de la implementación de la Ley. En un relato de 1982, Susana Friedmann dice que “La plaza mayor de El Guamo se destaca ante todo por su magnífico “paraíso”, (…) se exhiben ingenua y apetitosamente los panes de promisión amoldados para representar aves y otros animales con un realismo extraordinario, los famosos plátanos pasos de esta región (…) Por un lado de la plaza está el tradicional “zoológico” (…)” (Ibíd.:69). En consonancia con las expresiones del Corpus Colonial, en el Guamo persiste la tradición de simbolizar y alegorizar la naturaleza vegetal y animal, así como también la naturaleza fantástica que ha entrado paulatinamente en las distintas expresiones que tiene la fiesta en la actualidad (Lara, 2015; Leal, 2001; Lozano, 1999; Sotomayor, 2004), evidentemente, para que la naturaleza pueda incorporarse a la fiesta debe ser exorcizada de toda huella del mal, ha de ser domesticada, amansada y presentada -a pesar de juguetear como lo hacen los matachines y las leyendas- “dócil” al poder de la cultura: no se salen del margen trazado por los arcos que horas antes han sido sacralizados con el paso de la custodia y al llegar al atrio de la iglesia se acallan y lentamente se disuelven.
Otro elemento destacable del modo como se apropia la idea del paraíso terrenal es la reconstrucción de la escena bíblica del Paraíso en las calles del municipio, los pocos documentos detallados sobre ésta fiesta en Guamo concuerdan en mencionar que ésta escena es recurrente, “también en la plaza principal complementa lo religioso, el paraíso terrenal, una muestra costumbrista que recuerda el pasaje bíblico de Adán y Eva que se representan allí rodeados de animales de la región.” (Arias, 1990:99). En sentido similar se expresan Álvarez (1985) y Devia (2013: 51-52) al decir que “En la plaza principal, junto a la iglesia, se vestía y se hacía una semejanza del Paraíso Terrenal, en cuyo centro campeaba, cargado de frutos, el manzano o árbol del bien y del mal; bajo su sombra se solazan nuestros primeros padres Adán y Eva. Traen, también, (…) aves exóticas, tigrillos, zorros, micos, osos hormigueros, serpientes y caimanes. (…)”. En la actualidad, sin embargo, ésta escenificación no se realiza en el parque principal sino en una calle equidistante entre las dos iglesias del pueblo. La escena es simple (más no así en el sentido que construye) en sus recursos plásticos -figuras pequeñas de papel maché, icopor y algunas ramas-.
En el Corpus Christi del Guamo, como otrora lo hicieran las ciudades coloniales, el espacio urbano sufre un proceso de “embellecimiento ocasional”, caracterizado por la construcción de arquitecturas efímeras: altares y especialmente arcos triunfales y frutales erigidos para celebrar ya no la llegada de virreyes o gobernantes, sino para servir como un escenario extendido –más allá del espacio del templo- que será sacralizado por el paso de la Custodia. Esta puesta en escena, que “usa” a la naturaleza como “escenario”, traza un juego de ostentaciones que rasgan el tiempo ordinario, dando paso al tiempo sagrado; sin embargo, y como rasgo esencial de la fiesta de Corpus, en esta ruptura, la naturaleza no cesará de mostrarse “domada”, una naturaleza transformada en cultura, una naturaleza humanizada y pedagógica.
El Corpus del Guamo no sólo es una fiesta que celebra el cuerpo, la carne sagrada, sino que también celebra el cuerpo y la carne de la tierra: el mundo de lo vegetal y animal. Un elemento central en la celebración, aunque de un estatus diferente e incluso en un espacio distinto, es la celebración del apetito. A unas calles de la parroquia de Santa Ana, la principal del municipio, pero a las espaldas de ésta y al margen del camino trazado por los arcos, se levanta un emplazamiento destinado a la preparación de abundantes viandas, todas ellas expuestas, generosas, envolviendo en humo el espacio dispuesto para la venta y la degustación. En este lugar, se exponen los cuerpos de cerdos, terneros y gallinas que han sido sacrificadas. Ollas gigantescas repletas de tamales cociéndose al calor del fuego, otras llenas de sancocho o de arroz blanco, mesas repletas de arepas que acompañarán la lechona. Este banquete periférico en el Corpus construye en el espacio de la fiesta los márgenes del territorio de la misma, un margen que abre la sensibilidad al gusto por lo salado y cocido, un margen de fuego y de humo. Como se ubica en la entrada del pueblo, sacraliza el espacio con el sacrificio de numerosos animales que serán, una vez concluya la misa mayor, consumidos por todos.
Hacia el frente de la iglesia principal y escenario de la misa de Corpus, el territorio tiene no sólo los arcos frutales, sino también el que es quizás el platillo predilecto en esta fiesta y al tiempo metáfora del dominio sobre la naturaleza: el plátano paso.
(…) miles de plátanos grandes, sanos y sin golpes, son echados a madurar. Ya maduros los colocan al sol en barbacoas, mojándolos de cuando en cuando en miel de caña. Al cabo de veinte o treinta días están completamente disecados, la corteza negra y el interior amarillo encendido como los rayos del sol que los disecaron y de sabor dulce exquisito (Arias, 1990:99).
Frente al templo está lo dulce y seco, el plátano paso y una cuadra más arriba mesas cubiertas por manteles de plástico ofreciendo panes y amasijos de los más variados tipos y en abundancia, de igual modo obleas, helados, maní confitado, dulce de coco, de leche y algodón de azúcar. Así pues, el territorio establece una serie de fronteras, de espacios para la diferencia: la que los arcos construyen como ruta sacra, la carne sacrificada atrás y afuera de la ruta y, en frente, lo dulce y procesado; de este modo, tres niveles distintos de la naturaleza participan creando el territorio de lo sagrado: una naturaleza paradisíaca, una naturaleza sacrificada y otra procesada, convertida en algo más.
Conclusion
La celebración del Corpus Christi en Guamo, pone en escena una compleja formación discursiva, a través de los juegos y metáforas de la naturaleza, así como de las oposiciones y complementariedades. Desde el punto de vista del discurso sobre la naturaleza, ésta se representa como exceso, derroche, ostentación, así lo vemos en los arcos que se disponen en el parque central y en las calles del municipio, estos arcos no solo muestran la creatividad de sus artífices, sino, sobre todo, el peso de lo cultural domesticando la naturaleza, disponiéndola según unas retóricas del ver, haciendo de ella no un elemento decorativo sino una propuesta estética y política: una política y una poética de la naturaleza. Por otro lado, la fiesta de Corpus construye unos discursos sobre el gustar al ocupar el espacio público con distintos tipos de alimentos y en ese sentido la fiesta festeja los cuerpos, las sensibilidades, tiene un profundo sentido místico al provocar y convocar a la unión de unos cuerpos con otros, de unos cuerpos con unos espacios, de unos cuerpos con unos objetos, de unos cuerpos con unas sensaciones, por ello la fiesta de Corpus celebra el encuentro. El Corpus Christi como fiesta del ver y el degustar, sacraliza -hace excepcional- un momento de la existencia de quienes concurren, pero también revela los juegos del poder local: el de los imaginarios sobre la naturaleza, el de las prácticas económicas, el del poder eclesiástico, el poder civil, el poder de los cuerpos que celebran.
Notas
1. Antropóloga, Universidad Nacional de Colombia y Magíster en Antropología Social de la Universidade Federal de Santa Catarina, Brasil. Investigadora independiente, con experiencia en el área de Patrimonio Cultural Inmaterial, a partir de la asesoría a distintos proyectos para el Ministerio de Cultura.
2. Antropólogo, Magister en Antropología de la Universidad de los Andes. Bogotá, Colombia. Investigador en el área de antropología urbana, apropiación del espacio, hábitat y territorio, patrimonio cultural inmaterial.
3. Ley 1185 de 2008. Artículo 8°. Adiciónese el artículo
11-1 a la Ley 397 de 1997, con el siguiente contenido: “Artículo 11-1. Patrimonio cultural inmaterial. El patrimonio cultural inmaterial está constituido, entre otros, por las manifestaciones, prácticas, usos, representaciones, expresiones, conocimientos, técnicas y espacios culturales, que las comunidades y los grupos reconocen como parte integrante de su patrimonio cultural. Este patrimonio genera sentimientos de identidad y establece vínculos con la memoria colectiva. Es transmitido y recreado a lo largo del tiempo en función de su entorno, su interacción con la naturaleza y su historia y contribuye a promover el respeto de la diversidad cultural y la creatividad humana.
4. Un ejemplo de esto son las tensiones y divisiones vividas entre diversos sectores sociales de Quibdó, a raíz del manejo de recursos en torno al PCI de la Fiesta de San Pacho, las cuales se exacerbaron desde el año 2016.
5. Ver El Tiempo “En intento de ser pueblo medieval, barrio Egipto se quedó en abandono” Disponible AQUÍ
Recuperado el 19 de abril de 2016
6. “En este contexto el objetivo principal del Proyecto es el de restablecer la importancia y la jerarquía del Centro Histórico, mediante la ubicación de nuevos Ministerios y usos complementarios en las zonas más deterioradas del entorno del Palacio de Nariño. Como objetivo Institucional se busca acercar las entidades de Gobierno Nacional al Congreso, la Rama Judicial y la Alcaldía Mayor, para mejorar la eficiencia institucional y liberar espacio en el Centro Administrativo Nacional –CAN para la ubicación de entidades descentralizadas y otros usos apropiados para el centro de la ciudad.” (Estudio de valoración- Documento técnico de soporte Proyecto Ministerios- Centro Histórico de Bogotá. 2013. Empresa Nacional de Renovación y Desarrollo Urbano Virgilio Barco Vargas P. 13)
7. Consejo de Bogotá D.C. 2003. Acuerdo Distrital No. 108 de 2003. Documento completo AQUÍ:
, Recuperado el 19 de abril de 2018.
8. Junta Administradora Local de la Candelaria. 2004.Acuerdo Local 04 del 2004.
9. Secretaría de Cultura, Recreación y Deporte. 2008. Censo del Patrimonio Cultural Intangible de Bogotá.
10. Junta Administradora Local de la Candelaria. 2009. Acuerdo Local 1 de 2009. Documento completo: AQUÍ
Recuperado el 19 de abril de 2018.
11. Consejo de Bogotá D.C. 2011. Proyecto de acuerdo 123 de 2011. Documento completo AQUÍ
Recuperado el 19 de abril de 2018.
12. Ver El Tiempo “Buscan que fiesta de Reyes en barrio Egipto sea patrimonio”, Disponible AQUÍ
Recuperado el 19 de abril de 2018.
13. Desde el Plan Nacional de Cultura 2001-2010: Hacia una Ciudadanía Democrática Cultural.