Preguntas
1. La inédita situación creada por las medidas restrictivas de presencialidad y circulación de públicos para contener el Covid 19 han sido un reto excepcional para instituciones como los museos. ¿Cómo evalúa las respuestas dadas por el Museo Nacional ante esta situación para mantener viva su razón de ser?
En el contexto de la distopía provocada por la pandemia, las industrias culturales han tenido un proceso paulatino y resiliente para adaptarse y reinventarse en los objetivos que las enlazan con la sociedad. Para el caso de los museos, y en el del Museo Nacional de Arte, de la Red de Museos del Instituto Nacional de Bellas Artes y Literatura, este reto ha significado una oportunidad para generar nuevos discursos y plataformas de comunicación con los distintos públicos. Me refiero, en primerísimo orden, a los medios virtuales. Bajo la consigna de “museo cerrado-museo abierto”, coordiné con mis distintos equipos de trabajo la generación de contenidos y proyectos que, a través de las redes sociales del MUNAL, permitieran una sinergia de calidad para generar información capaz de ofrecer relecturas de nuestras colecciones mediante conferencias académicas, ciclos de conversatorios, curadurías virtuales, talleres en línea, visitas mediadas en plataformas digitales, etcétera, que a lo largo de los meses en que no pudimos recibir visitantes de forma presencial, generaran expectativas entre los públicos asiduos al museo, así como entre los nuevos que se sumaron como seguidores activos de nuestras plataformas.
En un escenario tan vulnerable para todos, nuestro compromiso y responsabilidad como servidores públicos se mantuvo permanentemente activo, particularmente con el apoyo y acierto de los equipos de Curaduría, Estrategias web y Comunicación educativa, para desarrollar temas y propuestas que incidieran de forma positiva en las enormes capacidades del arte para comunicar, resignificar y apoyar en un presente incierto y preocupante.
Bajo líneas temáticas que pusieran en valor un acervo que comprende 450 años de producción artística -desde el Manierismo en Nueva España en el siglo XVI hasta el perfil del arte moderno mexicano de la primera mitad del siglo XX-, el MUNAL apostó por miradas frescas y contemporáneas sobre la colección, amén de las participaciones constantes de los miembros del equipo, con la invitación a jóvenes investigadores, ponentes académicos y voluntarios del museo.
Asimismo, en nuestras redes sociales -que alcanzan más de dos millones de seguidores-, difundimos diferentes temas que ocuparon la atención de la plástica nacional en mesas de conversatorios que incluyeron visiones, sensibilidades y apreciaciones diversas para hacer asequible y cercano el discurso estético para todos los públicos.
Las innovaciones tecnológicas llegaron para quedarse. Es realmente conmovedor pensar que personas de distintas generaciones apostaron por sumarse a las plataformas digitales y hoy es una realidad fehaciente que estos recursos, más allá de la pandemia, se han vuelto herramientas de primer orden para la divulgación de los discursos museológicos.
Siempre será fundamental el contacto físico y directo con las obras, y desde nuestra trinchera con los visitantes presenciales ya que es parte medular de nuestra vocación, pero no se trata de discursos antitéticos, por el contrario, el binomio de lo presencial y virtual es una realidad inmediata que nos fortalece y compromete para tender puentes con una sociedad cada vez más crítica e incluyente.
2. ¿Cuáles son los aprendizajes más importantes de esta experiencia?
Sin duda, la posibilidad de medir nuestras fortalezas y la capacidad de reinventarnos. Desde hace tiempo, los museos abandonaron su investidura de recintos sacralizados para la mera contemplación y goce estético. La vocación museal es el compromiso permanente y renovado de ser agente social de reflexión, espejo, vuelta de mirada y apoyo de identidad. En la larga cadena de herencias culturales, los museos son una plataforma inmediata de autoconocimiento, y es ahí donde mantenemos nuestro compromiso de generar discursos que, además de poner en valor la riqueza de nuestro acervo artístico, el más importante del país, ofrezcan lecturas originales y propositivas para “mirar desde el presente”, con una conciencia crítica y responsabilidad social que ponderen la misión y visión de nuestras instituciones culturales.
Escaleras MUNAL. Fotografía por Priscila Arenas, tomada de Wiki Commons.
Esta pandemia, a pesar de sus infinitas dificultades de todo orden, ha sido un área de oportunidad para volver a mirarnos, desde muy dentro, y comprender nuestra vocación esencial. Poco a poco estamos retomando proyectos presenciales y recibiendo a nuestros públicos con todas las medidas de sanidad que dictan la Secretaría de Salud y la Secretaría de Cultura. Nos hemos reinventado, sin duda, y no solamente en un marco temporal o circunstancial. Estoy cierta de que todos los museos del mundo apuestan por aquilatar ese aprendizaje y, en sinergia permanente, convivimos y vivimos en una contemporaneidad que se perfila con nuevos retos y voluntades.
Por ejemplo, establecimos dentro de la Red de Museos del INBAL distintos programas de conferencias compartidas, lecturas de ida y vuelta de nuestras colecciones, puntos de encuentro y discusión académica que han resultado muy exitosos para crear un escenario común entre nosotros y ante nuestros públicos.
Cada tiempo tiene sus obstáculos, retos y metas; éste ha redefinido el nuestro y nos enfrenta a dimensionar todo aquello de lo que somos capaces. Se trata de coyunturas que sensibilizan y nos acercan, a manera de espejo, a la base misma de un humanismo histórico y cultural que ha sido base de nuestro desarrollo. Quisiera concluir con las palabras que pronuncié ante la reapertura del Museo Nacional de Arte el pasado septiembre de 2020: Saber que cuento con un equipo de colaboradores que están a la altura del Museo Nacional de Arte, no es poca cosa; lo demostraron con sus cursos en línea, con sus entregables, con sus dictámenes técnicos, con los ajustes administrativos, con las guardias permanentes y los trabajos de limpieza, con los miniclips, ecards, boletines pero, sobre todo, con espíritu solidario y con ánimo de enfrentar el paso siguiente. Por eso, vale la pena dirigir un museo como el MUNAL.