El entorno
La Lengüeta es un territorio ubicado en la vertiente Norte de la SNSM, entre los ríos Don Diego y Palomino (Ver Figura 1). Es reconocida desde 1994 como la salida al mar del resguardo indígena Kogui-Malayo-Arhuaco (Perafán, 1997; Mamo Rufino, EP, 14/10/2013) y pertenece al Parque Nacional Natural Sierra Nevada de Santa Marta desde 1977 (acuerdo 0025, 2 mayo). No obstante, La Lengüeta es también un rótulo que designa un límite arbitrario de dos paisajes institucionales, y que normativiza su territorio correspondiente a ciegas -pero con conocimiento- de los fenómenos que modelan su realidad. Es un escenario en el cual el agua ha sido apropiada simbólica y económicamente por diferentes actores, de acuerdo a sus ideas sobre naturaleza, economía, cultura y política, y en el que su uso y administración son disputados debido a la importancia que tiene este líquido para intereses locales, regionales y nacionales.
Pese a la adhesión de La Lengüeta al marco institucional y jurídico del país, este Sector, de manera similar al resto de la SNSM (ver por ejemplo Aja, 2006 o Uribe, 1997), ha pasado por diferentes procesos históricos de inserción al sistema productivo nacional e internacional, que alteraron su paisaje social, cultural, económico y ecológico previo, y siguen vigentes en su configuración contemporánea de la realidad. Dichos procesos, que contrastan profundamente con la función de figuras de protección estatal -como el Resguardo y el Parque Nacional Natural- y que además son anteriores a ellas, son unos de los generadores de significados y prácticas relacionadas con el agua, junto con los entes institucionales mencionados y las poblaciones presentes en La Lengüeta.
Antes de la segunda mitad del siglo pasado, lo que es hoy el Sector de La Lengüeta era considerado como un territorio baldío de la Nación, un obstáculo para su desarrollo económico que se interponía a la conexión de departamentos como el Magdalena y la Guajira, al que era necesario domesticar e insertar al sistema productivo del país y del mundo (Perafán, 1997; Serje, 2005: 15-25). Esta presunción invisibilizó la antiquísima presencia de los koguis en La Lengüeta1 y dio lugar, hacia 1960, a la construcción del tramo 08 de la Troncal Caribe, que además de conectar lugares estratégicos para la economía nacional y regional, fue abriendo una ruta de acceso importante para la colonización campesina del macizo, inicialmente concentrada en la franja costera y las zonas bajas, y que luego fue expandiéndose a las estribaciones medias de La Lengüeta (Uribe, 1997; 1990; Mérida G., EP , 29/07/2013).
Casa tras casa, negocio tras negocio y familia tras familia, se fue poblando La Lengüeta conforme avanzaba la construcción del tramo 08 de la Troncal. Cada día llegaban personas de diferentes departamentos del país que se fueron organizando en caseríos cada vez más adentro en la Sierra y que fueron testigos-protagonistas del surgimiento de dos fenómenos que incidieron en las formas en que se pensaba y se manipulaba el agua: el oligopolio agropecuario y las bonanzas de los cultivos ilícitos (Mérida G., EP, 29/07/2013; Álvaro, P., EP, 12/07/2013).
Desde la apertura de la Troncal del Caribe, las bananeras y las fincas ganaderas en veredas como Don Diego, Perico Aguado, Marquetalia, entre otras, han significado una fuente de ingreso para las familias que se fueron estableciendo en La Lengüeta (El Oso, EP, 17/07/ 2013; Alfredo, NR., EP; 13/08/2013; El Tigre, EP, 25/08/2013) y han convertido a este sector en un territorio lucrativo para arcas privadas, tanto de alemanes y bogotanos, como de notables familias samarias, que reproduce las realidades históricas del país relacionadas con la tenencia de la tierra y sus tenientes:
“Los ricos llegaban, miraban en su camioneta, tomaban fotos y hacían sus planos, iban a Bogotá y sacaban el registro (…) En ese entonces mi papa y todo ese campesinado, [en el 62], se echaban lo que traían al hombro. Desde Los Naranjos hasta Perico llegaba mi papá a pie, porqué cuando eso mi papa no tenía la forma de tener mulo, (…) [Él] logró comprar una finca de 30 hectáreas, que ahí la tenemos, por 5 mil pesitos. De allá de Perico se venían a trabajar aquí” (Álvaro, P., EP, 12/07/2013).
Por su parte, en este sector -de manera similar al resto de la SNSM- la bonanza marimbera y cocalera, junto con las oleadas de violencia que trajeron consigo, han sido dos fenómenos cuyas consecuencias aún se experimentan en este sector (El Oso, EP, 17/07/ 2013; Javier, NR., EP, 7/08/2013; Yeiner, H., EP, 29/07/2013). El cultivo de la marihuana produjo hacia los años 70 un efímero florecimiento económico y un enfrentamiento por el control de su mercado entre los llamados guajiros y cachacos en la región, que no fue más que un preludio de lo que vendría con la bonanza de la coca (Carlos Julio, NR., EP, 23/08/2013). La expectativa de quienes otrora se beneficiaron de la marihuana, creó un ambiente propicio para la rápida consolidación del tráfico de la coca, que llegó a su culmen con Hernán Giraldo y su ley, extendida por toda la vertiente norte de la SNSM y que debía acatarse por la legitimidad que le daban la violencia física y las armas de su ejército, además de una normativización de la vida cotidiana, que ha quedado como un recuerdo ambiguo de orden y miedo en la memoria de quienes vivieron esta época (Mérida G., EP, 29/07/2013; Carmen C., EP, 10/08/ 2013 C., EP, 10/08/ 2013; Mamo Rufino, EP,14/10/2013).
Se puede ver esquematizado el río, el mar y la nieve. 2014
Estos fenómenos, que tuvieron lugar en La Lengüeta antes y durante su constitución en zona protegida y que aún tienen vigencia aunque en una menor escala, introdujeron dos visiones contradictorias del agua que invisibilizaron la concepción y las prácticas de la comunidad kogui (ver más adelante) relacionadas con este líquido. Por un lado, estaba la perspectiva que entendía al agua como un elemento esencial para la supervivencia y reproducción de las familias campesinas, al permitir satisfacer sus necesidades básicas, como por ejemplo el crecimiento de los cultivos de pan coger que los alimentaría a ellos y a sus animales domésticos, o la provisión de peces y crustáceos marinos y de río (Mérida G., EP, 29/07/2013; El Oso, EP, 17/07/ 2013); una sustancia que si bien abundaba en este Sector era limitada, por lo que debía administrarse con cierta mesura para procurar su conservación. Por otro lado, estaba la noción del agua como insumo y como elemento de la naturaleza que debía dominarse y moldearse a las dinámicas económicas del país, de ahí que fuera el primer obstáculo superado en la construcción de la Troncal, a través de los puentes sobre los ríos Don Diego y Palomino, o que fuera encausada y captada sin mesura para el funcionamiento del oligopolio agropecuario, y en su momento, de los cultivos de la marihuana y la coca (Carlos Julio, NR., EP, 23/08/2013; Mamo Rufino, EP, 14/10/2013). Esta concepción del agua, si bien contemplaba su carácter limitado, partía de su abundancia en La Lengüeta y de un afán de lucro, que legitimaron sin discusión -por lo menos mientras duró la prosperidad económica- una actitud permisiva hacia la explotación desenfrenada de este líquido y de sus productos, y que se expandió rápidamente desde las fincas ganaderas, las bananeras de la Troncal Caribe y los cultivos ilícitos de turno, hacia el grueso de la población, dejando una impresión de opulencia pasada en la memoria de la comunidad campesina:
“(…) Cuando eso el [río] Palomino y el Don Diego eran grandes, pasaban barcos de cuatro motores sacando la coca que se sembraba para llevarla pa’ fuera. Eso en esa época si había pescado bueno, no como ahora que comemos son los sobrados, y se pescaba con puros explosivos. Eso salían los cargamentos de pescado que después tocaba hasta botar porque uno no se lo alcanzaba a comer. Aquí como hubo tanta plata, mucha gente dejó de sembrar sus cositas para comer y se puso fue a comprar, porque en vez de sacar de aquí la siembra se llegó a traer de otros lados. (…) Pero ya después esto se puso pesado y los que tenían en ese entonces hoy están vaciados. Y todos los demás también porque eso ha empezado a haber veranos muy fuertes, en los que los dos ríos quedan como hilos que uno puede atravesarlos caminado de un lado al otro, y cuando llueve hay derrumbes. Ya uno no sabe bien cuando llueve o cuando hace verano” (Álvaro, P., EP, 12/07/2013).
con el cual se efectúan los pagamentos a los dueños espirituales del mundo cognoscible. 2014
En medio de esta coyuntura se dio el re-surgimiento del componente indígena en La Lengüeta: conforme el campesinado asentado inicialmente en la zona costera, cerca de la Troncal Caribe, fue ascendiendo a las estribaciones serranas bajas y medias de esta zona, la presencia de los indígenas koguis, al principio inadvertida, fue haciéndose evidente a través de sus reiterados encuentros con los colonos (Mamo Rufino, EP, 14/10/2013; Mamo Cuncharimaku, EP, 11/11/2013). Sin embargo, esto en lugar de llevar a un reconocimiento y adjudicación de tierras a la comunidad kogui, dio paso a un proceso de desplazamiento forzado, que sumado a la profanación de sus sitios sagrados y a la transformación abrupta de la ecología de La Lengüeta, motivó a los mamos mayores de este pueblo a acudir a integrantes de la comunidad ika para defender el territorio y la cultura propia, del avance del colono, y para recuperar lo que ya se había logrado expropiar a los indígenas (Mamo José Miguel, EP, 5/12/2013; Mamo Cupertino, EP, 12/09/2013; Mamo Cuncharimaku, EP, 13/11/2013).
Fue así como hacia los años 70 del siglo pasado inició un proceso de recuperación territorial en el que ikas y koguis, implementaron una estrategia que incluyó la fundación de “pueblos-frontera”2 (Uribe, 1997, 61) y la activación política de los pueblos indígenas de la SNSM. Ello desembocó en la concesión, por parte del INCORA, de la salida al mar al resguardo Kogui-Malayo-Arhuaco (Perafán, 1997; Mamo Rufino, EP, 14/10/2013), a través de la cual se adjudicaron los territorios ubicados entre el río Don Diego y Palomino. Esto, sumado a la ampliación del PNN Sierra Nevada de Santa Marta en 1977, por parte del entonces INDERENA, convergió en el panorama contemporáneo de la apropiación del agua en el Sector de La Lengüeta, en el que coexisten por lo menos cuatro formas de entender y administrar este líquido, correspondientes a los actuales actores sociales presentes en esta zona.
Para las comunidades kogui e ika, la sierra es un espacio vivo en el que el pasado y el presente coexisten a través de una relación de tributo del indígena serrano a los antepasados, y en el que el pasado mítico e histórico se unen atenuando la dualidad naturaleza/ cultura y humanizando los elementos del mundo cognoscible (Mamo Cupertino, EP, 13/09/2013; Reichel Dolmatoff, 1991: 64; Mamo José Miguel, EP, 5/12/2013). En línea con lo anterior, el agua es entendida como un elemento que dejaron los antiguos para su uso actual, es la sangre que alimenta toda la SNSM desde sus picos nevados hasta la desembocadura de sus ríos al mar, es la que le da vida a los árboles, a los animales y a los indígenas, pero también es un vórtice que comunica a otros mundos donde habitan los padres y madres espirituales, los ancestros, al que es posible acceder para recibir conocimiento del pasado (Alfredo I., EP, 9/09/2013; Mamo Camilo, EP, 29/08/2013; Mamo José Miguel, EP, 14/12/2013). No obstante, es también un elemento que puede destruir en caso de que se altere el equilibrio de la SNSM con un uso desmesurado del medio ambiente, y de que no se tribute a sus dueños espirituales a través del pagamento, que solo pueden hacer los indígenas serranos utilizando materiales e implementando prácticas específicas como el zhatukua3 o el bunkweika4. De ahí que koguis e ikas insistan en la recuperación territorial de La Lengüeta, en tanto son ellos los únicos que pueden devolver la armonía que ha roto el bunachi o Yalyi – el no indígena- con su presencia en la SNSM.
Lo anterior, aunque verdadero en cuanto a la concepción y usos indígenas del agua en La Lengüeta, se ha convertido en un móvil político sustentado en el imaginario del indígena como buen salvaje y usado por estas comunidades -y por otros entes institucionales- para reivindicar sus derechos y legitimar su presencia en este Sector, que oculta detrás de un discurso proteccionista del agua y el medio ambiente, los cambios socioculturales y económicos por los que han pasado estos grupos5, que sin llegar a ser necesariamente contrarios a la conservación generan choques a la hora de integrar, por ejemplo, los modos de vida indígenas contemporáneos a las políticas proteccionistas de Parques Nacionales Naturales de Colombia.
En el caso de la población campesina de La Lengüeta, como se aludió antes, ha existido una contradicción entre las ideas y las prácticas relacionadas con el agua, que aún permanece y tiene que ver con la densificación demográfica de esta población y con sus prácticas económicas. Si bien la activación política de los ikas y koguis puso freno al avance de la colonización campesina en las estribaciones medias de este Sector, los caseríos campesinos que quedaron en sus estribaciones bajas han venido creciendo demográficamente, concentrando una cantidad importante de habitantes en un espacio relativamente pequeño. Lo anterior, sumado a las consecuencias ambientales que dejaron las bonanzas de la marihuana y la coca, y a las que aún están produciendo la actividad de los oligopolios agropecuarios, ha generado cambios visibles en los cuerpos de agua de La Lengüeta y en el resto de su ecología, de los que los mismos campesinos son conscientes (Álvaro, P., EP, 12/07/2013; El Oso, EP, 17/07/ 2013; Mérida G., EP, 29/07/2013; Pablito, EP, 04/09/2013). Frente a esto, en la comunidad campesina se ha empezado a formar una conciencia de conservación hacia los elementos de la naturaleza y entre ellos el agua, a partir de la educación de sus jóvenes en los colegios del Sector y de la integración de la comunidad a proyectos de conciencia ambiental de Parques Nacionales Naturales (Yeiner, H. EP, 29/07/2013; Aníbal, T., EP, 30/07/2013).
Sin embargo, existe un sistema económico-político de oligopolio agropecuario que influencia La Lengüeta y sigue reproduciendo unas prácticas abiertamente opuestas a la actitud de conservación que aparentemente desean adoptar los campesinos de este Sector. El oligopolio agropecuario ha sido una de las actividades productivas que se ha mantenido a lo largo de la historia reciente de La Lengüeta por representar una de las pocas fuentes de empleo estables y legales de este Sector, y por sus nexos con ejércitos privados para-estatales (Beleño, 2007). Este blindaje, además de asegurar la reproducción de este sistema y sus nociones del agua y medio ambiente, ha truncado algunas propuestas de alternativas económicas que han nacido desde la comunidad campesina y desde alianzas entre instituciones estatales nacionales e internacionales, como por ejemplo de Parques Nacionales Naturales de Colombia y la USAID.
Finalmente, Parques Nacionales Naturales de Colombia, a través de un discurso ecologista de la conservación, ha implementado una visión del agua como recurso natural renovable, pero limitado, que debe ser protegido de forma apremiante debido a su importancia para el equilibrio ecológico de la Región y a los profundos cambios que ha sufrido en el Sector de La Lengüeta. Sin embargo, en el proceso de protección ha tenido problemas con la integración de la realidad sociocultural, económica y política de esta zona a sus políticas, debido a su noción de naturaleza como un paisaje prístino en donde es deseable la ausencia del componente humano. Esto ha dificultado la inclusión de diferentes grupos poblacionales a las estrategias de protección, prevención y recuperación ambiental, como los campesinos, y ha generado que se incluya a otros, como los koguis y los ikas a partir de su condición de poblador originario de la SNSM y de su concepción como indígena ecológico, protector de la naturaleza, que como ya se ha mencionado contrasta con la realidad de estas comunidades.
Solo recientemente esta visión de naturaleza ha empezado a ser revisada y se está insertando el componente humano y sus trayectorias sociales, culturales, políticas y económicas, a las estrategias de protección del medio ambiente y concretamente del agua. Sin embargo esta iniciativa está en una etapa aún muy incipiente, teniendo en cuenta el tipo de retos que enfrenta Parques Nacionales Naturales de Colombia, en un sector como La Lengüeta, en el que circulan formas tan contrastantes de interpretar y administrar elementos como el agua, insertas en relaciones de poder asimétricas que aseguran la perpetuación de unas prácticas y sus nociones de naturaleza concretas para satisfacer las necesidades económicas de un grupo (los dueños del oligopolio agropecuario), en detrimento del equilibrio ecológico de una Región que garantice un acceso igualitario al agua a diferentes poblaciones, para facilitar su reproducción social, cultural y fisiológica.
A manera de reflexión final
Este artículo ha indagado de manera diacrónica, algunas de las ideas y prácticas que han existido en torno al agua en el territorio de La Lengüeta, particularmente se ha enfocado en esbozar el lugar que ha tenido este elemento en los procesos socioculturales, políticos y económicos de este sector, dando cuenta de las pugnas por su administración y provecho. Si bien es un ejercicio incompleto en la medida en que ha dejado de incluir actores como los operadores turísticos y su influencia -de haberla- en la forma en que se apropia el agua, ha logrado identificar diferentes formas de entender y manipular este líquido, así como las maneras en que los fenómenos de cambio sociocultural las han modificado y llegado a transformar en móviles políticos a través de los cuales reivindicar ciertos derechos, además de legitimar unos valores y formas particulares de relacionarse con el entorno. Ha identificado someramente, el surgimiento de un discurso conservacionista del agua en el Sector de La Lengüeta, que pretende salvaguardarla de una explotación desmesurada basada en los cambios en el paisaje que han generado las bonanzas de los cultivos ilícitos y la actividad agropecuaria intensiva, pero que se basa en esencialismos que invisibilizan los cambios sociales de las comunidades indígenas y que contrasta con la continuación de prácticas productivas que reproducen una visión utilitarista del agua.
Notas
1. Para la comunidad kogui las zonas de los ríos Palomino y Don Diego, han sido territorios tradicionales y de paso, respectivamente (Reichel- Dolmatoff, 1985): el valle del río Palomino ha sido habitado por lo menos desde la conquista (Perafán 1997; Oyuela y Fischer, 2007) y el del río Don Diego ha sido un territorio intermedio en los procesos migratorios que desde finales del S. XIX empezaron a darse, entre otras, por la actividad misionera y la Guerra de los Mil Días (Uribe, 1997; Reichel-
2. Los “pueblosfrontera” consistieron en poblados ika fundados en territorios intermedios entre asentamientos colonos y koguis a modo de barrera, para proteger a los segundos del desplazamiento que se venía dando y que permitiera a los ika mediar con los colonos para recuperar de a poco, a través de la compra, el territorio ya expropiado (Claudia Villafaña, EP, 11/10/2013; Mamo Cupertino, EP, 11/09/2013).
3. El Zhatukua es una práctica adivinatoria que utilizan mayoritariamente indígenas koguis y algunos indígenas ikas para comunicarse con los antepasados y hacerles pagamentos; para ésta se utilizan cuentas líticas junto con un totumo lleno de agua pura, sumergiéndolas con un movimiento que genera la liberación de burbujas en las que está codificado el pensamiento de los antiguos (Mamo Toño, EP, 18/11/2013).
4. El bukweika es una práctica adivinatoria usada por los indígenas ikas para comunicarse con los antepasados y hacerles pagamentos; para esta se utilizan piedras especiales, coleccionadas por el mamo y una mochila, arrojando las rocas en la mochila y leyendo el pensamiento del antiguo codificado en la forma en que quedan dispuestas (Mamo Toño, EP, 18/11/2013).
5. Un ejemplo de estos cambios puede ser la incorporación de la ganadería extensiva y de pequeña escala por parte algunos ikas y koguis a sus prácticas económicas.