Introducción
Marmato, Caldas, es un municipio ubicado en la zona aurífera del centro de Colombia, en el paisaje montañoso de la subregión noroccidental del departamento caldense, área de influencia del Río Cauca, uno de los sitios mineros más antiguos de Colombia y un lugar paisajísticamente no convencional. El Centro Histórico del municipio sólo dispone de una vía para el transporte automotor que se comparte con los peatones. Como allí no hay pasos peatonales o señalización, el tránsito debe darse en medio del tráfico formado por volquetas, motos, recuas de mulas, buses escalera, jeeps y vehículos particulares. Todos estos prácticamente no se detienen. Allí la actividad minera determina las dinámicas y el ritmo de vida de los habitantes y no al contrario. En lo alto del cerro El Burro tiene asiento la zona residencial e industrial minera; respondiendo si se quiere, a una organización piramidal en varias alturas. Las laderas se encuentran erosionadas de manera sobresaliente y los despeñaderos de piedra parecen armonizar con algunos retazos de verde por la vegetación todavía existente. Sin cesar suben y bajan durante todos los días cables aéreos con piedra picada desde distintas alturas de la montaña donde se concentran muchas minas.
A primera vista, este lugar parece un desorden total. Sin embargo, a pesar de la cantidad de sustancias, máquinas, y cuerpos en movimiento, Marmato y su economía de minería de pequeña escala es regido por principios tradicionales muy arraigados de espacio, tiempo y trabajo, que conforman un patrimonio vivo que guía a los marmateños sobre cómo interactuar con la montaña, el oro, y otros seres humanos. El concepto de paisaje cultural, armado en el contexto de las políticas patrimoniales nos ayuda a entender estos patrones. Además, movilizar este concepto en el contexto de la minería tradicional no solamente dará claridad a la manera en que la cultura minera en Marmato perdura, sino que también puede permitir la ampliación del concepto de paisaje cultural más allá del paisaje cafetero colombiano.
Paisaje Cultural
El concepto de “paisaje cultural,” igual que el “patrimonio intangible/ inmaterial” tiene sus orígenes en las Convenciones internacionales de la Organización de las Naciones Unidas para la Educación, la Ciencia y la Cultura (UNESCO), y el término es definido en su sitio web como “una diversidad de manifestaciones de la interacción entre la humanidad y su entorno natural.” (UNESCO 1972). El concepto llegó a tener más precisión con el convenio de la comunidad europea en el año 2000, como “cualquier parte del territorio tal como la percibe la población, cuyo carácter sea el resultado de la acción y la interacción de factores naturales y/o humanos” (Consejo de Europa, 2000). Este concepto pone énfasis, como se puede ver, en la territorialidad arraigada de las prácticas humanas y la simbiosis entre “naturaleza” y “cultura” y ha sido movilizado en situaciones del “patrimonio industrial” en diversos países (Pérez y Parra 2004; Sabaté Bel 2005). El concepto suele ser útil porque puede incluir múltiples sitios y porque implica una visión de “la cultura” más allá de la danza, las artesanías, los mitos, etcétera. El único lugar colombiano incluido en la lista UNESCO de paisajes culturales es el Paisaje Cultural Cafetero, el cual se conforma por 47 municipios, y en este sentido los estudios sobre paisaje cultural en Colombia y en la región Andina en particular se han centrado en el café. Algunos autores como Saldarriaga (2010), Gómez (2019) y Duis (2022) en estos trabajos resaltan las relaciones, usos y prácticas de las personas que habitan tanto los municipios, como la zona de influencia del Paisaje declarado como patrimonio de la humanidad en Colombia en particular.
En este trabajo, proponemos aplicar una perspectiva incorporada en el concepto de “paisaje cultural” tomando inspiración de un artículo de Tim Ingold,“The Temporality of the Landscape” (1993). Ingold considera el ‘paisaje’ como lugar de interacción entre humanos, animales, y los elementos naturales en la actividad de “dwelling” (habitar). En particular, según Ingold, “el paisaje es el mundo tal como es conocido por los que habitan en él, que viven en sus lugares y viajan a través de los caminos que los conectan” [In short, the landscape is the world as it is known to those who dwell therein, who inhabit its places and journey along the paths connecting them] (1993,156).
Las tareas son los actos constitutivos del habitar, dice Ingold, “… Cada tarea adquiere su significado a partir de su posición dentro de un conjunto de tareas, realizadas en serie o en paralelo, y con frecuencia por muchas personas trabajando juntas.” [tasks are the constitutive acts of dwelling… Every task takes its meaning from its position within an ensemble of tasks, performed in series or in parallel, and usually by many people working together] (1993,159).
Trabajando en el contexto latinoamericano, Carol Ruiz-Barajas identifica esta perspectiva de la siguiente manera: “el rol de las personas en el paisaje no es solo el de verlo, sino el de configurarlo: es un proceso que ocurre entrelazándose, coproduciéndose uno al otro y transformándose mutuamente a través del tiempo” (2022, 129).
Dicha perspectiva de las tareas y los movimientos entre ellos como base para el concepto de paisaje resulta ser sumamente generativa en el caso de Marmato. Las tareas cotidianas de la minería de pequeña escala en Marmato incluyen construir y reforzar los túneles, poner y tronar explosivos, cargar y transportar el mineral en carros y por mano afuera de los socavones, llenar las volquetas, limpiar y fortalecer los pasajes, quebrar y surtir la roca por tamaño, operar las mesas concentradoras, purificar el material con cianuro y otros químicos (pero no con el mercurio, en Marmato), rafinar y ensayarlo con fuego, barequear con batea y con cajón, seleccionar costales para el material, llevar madera, gas y otros materiales por volqueta, mula, y moto, etc. etc. Todas estas tareas y muchas más integran la actividad productiva y la vida cultural, corporal, y familiar de Marmato.
Marmato
El municipio de Marmato, Caldas tiene una economía activa basada en la minería de oro de pequeña escala, realizada con prácticas y modos de vivir tradicionales. Su registro histórico data desde 1536. El municipio cuenta con una población descendiente de precolombinos Cártama, de africanos esclavizados y libres, y de españoles y otros europeos que llegaron a laborar los yacimientos de oro en la zona.
El paisaje marmateño de la actualidad es el resultado del largo proceso de producción minera artesanal y a pequeña escala que ha practicado la comunidad local y se constituye como un aspecto fundamental, no sólo del entorno como dimensión física, sino de la vida de todos los días de la población.
Marmato ha enfrentado amenazas de invasión y expropiación por casi dos décadas, empezando con la llegada de la empresa Medoro Resources en la zona en 2006, y después de Gran Colombia Gold en 2011 (por medio de una fusión de negocios [Jamasmie 2020]). La empresa en ese tiempo tenía un plan de desplazar toda la población de la parte alta del Cerro el Burro (la montaña sobre la que se emplaza Marmato) a un nuevo asentamiento, tumbar la montaña y construir una mina a cielo abierto, con una vida útil de 15-20 años.
Un movimiento social robusto – y un contexto favorable de bajada en el precio de oro después de 2012— pudo enfrentar la amenaza del proyecto minero con éxito. En 2017, en un fallo de referencia (la sentencia SU-133) la Corte Constitucional de Colombia “paró el proyecto” por falta de la consulta previa libre y abierta con las comunidades de base indígenas y afrocolombianas en el municipio. Este éxito se debe en parte a la coalición decidida entre esas comunidades y los mineros tradicionales.
Este movimiento tiene su base en un fuerte sentido de una cultura patrimonial de la minería tradicional, sentada no en los objetos o lugares bonitos de la colonialidad, sino en las prácticas ancestrales de relacionarse con la montaña y el oro, y la organización del espacio, el tiempo en las minas, molinos, y las casas de los mineros (Ferry 2022).
El ordenamiento territorial de la cabecera municipal de Marmato y de laboreo minero ha atendido a la ubicación y dispersión de las minas y las plantas de beneficio sobre la superficie del cerro, las cuales se han caracterizado por hallarse muy cercanas entre sí, tanto en distancia espacial como por la conexión de vetas y trabajos³ en su interior. Las viviendas que fueron sucediendo a la ubicación de las minas conformaron un apiñamiento urbanístico singular que atiende a la tipología de sectores, los cuales se han consolidado en estrecha relación con la minería y de manera subsiguiente, privilegiando la cercanía entre parientes. De ahí que las casas de distintas generaciones de una misma familia integren sectores completos4. En Marmato la morfología irregular de las viviendas ha sido el patrón de poblamiento por la necesidad de adaptación al terreno. Estas particularidades son extensivas también a las minas que finalmente son las que han incidido en la formación urbana. Los accesos a las minas, por ejemplo, son lugares donde se pueden ver algunas de las huellas de las tareas y las personas, enseñando al espectador el paisaje minero tradicional como sedimentación de esas actividades. Estos accesos de minas se encuentran sobre todo en la parte más alta del cerro por encima del Atrio y en dirección al norte del municipio. El acceso a estas, como a las zonas residenciales, está marcado por una serie de caminos que van ascendiendo en la montaña. Por lo regular las bocas de las minas están ubicadas en medio de despeñaderos de piedra5.
En medio del peñasco se pueden ver diminutos refugios o estaciones hechas ºde despacho donde los mineros cargan sus rocas. Algunos cobertizos están demasiado inclinados. Uno ha entregado su alma y ha colapsado.A cada rato se desprenden una roca o dos.
Imagen 1. Acceso a la mina La Villonza, Marmato Fuente: Xiomara Lemus, 2023.
Unas pocas señales amarillas advierten el peligro de las rocas que caen. Por encima de los caminos empedrados del lugar corre un elaborado sistema de tirolesas que atraviesan cientos de metros. Por estos cables vienen zumbando y silbando pequeños barriles de metal, y su tintineo se mezcla con el parloteo matinal de los pájaros. Los barriles bajan la montaña llenos de material y lo vacían dentro de los conductos de concreto que alimentan los molinos que se encuentran sobre la vía de acceso al casco urbano. Suben de vuelta a la montaña con sus fondos abiertos y ondeando un poco. Los han pintado de amarillo –o tal vez de oro–, algunos hace poco, otros hace más años.
Imagen 2. Sector El Relleno, cabecera municipal de Marmato donde se aprecia el sistema de cables. Fuente: Elizabeth Ferry, 2022.
Dentro, y al lado de estos lugares trabajan personas, llenando los barriles, entrando y saliendo de las minas, preparando bolsas para material, y en miles de otras tareas grandes y pequeñas.
Imagen 3. Mujer minera, seleccionando costales para el material. Fuente: Elizabeth Ferry, 2022
Conclusión
El reconocimiento del paisaje industrial de Marmato como paisaje cultural minero no es tarea fácil, entre otros porque tiene unas características intrínsecas que distan mucho de los valores y formas de representación que comúnmente la sociedad asocia que deben tener los lugares que son calificados como de interés cultural. El paisaje cultural minero, y particularmente el de Marmato, se ha constituido como un elemento de identidad de la población estrechamente vinculado al conjunto de los procesos –las tareas–, individuos y sobre todo colectivos, de extraer y beneficiar el oro (tales como de cargar, limpiar, separar, construir, surtir, etc.), como actividades constitutivas de habitar, y en habitar, crear, el paisaje cultural, una adaptación compleja al medio y las condiciones materiales y sociales, a veces caótica, pero durable a través de generaciones
Notas
3 · Esta es una manera como los mineros artesanales y a pequeña escala suelen referirse al lugar o actividad que están desarrollando en la profundidad en la que llevan la mina
4 · Este último asunto es comprensible a la luz del trabajo de González (2012) quien ha evidenciado que la población de Marmato es descendiente de las cuadrillas de dos familias de esclavistas españoles muy importantes en la formación de la región durante poco más del siglo XVIII, a saber, los De Castro y los Moreno de la Cruz. Pero también de otras familias resultado de procesos más amplios como los Valencia, los Lemus, los Ortiz, los Bolaños y los Mina.
5· Para ampliar la información con respecto a estos aspectos consultar el capítulo 2 del trabajo de grado “Confianza, sospecha y dilemas morales entre los mineros artesanales y a pequeña escala de Marmato y la empresa minera Caldas Gold” (2022) por Xiomara Lemus.