La imagen fotográfica se erige como la posibilidad de inmortalizar al ser anónimo, en sociedades modernas. Quizás esta sea la tesis que soporte el vertiginoso ascenso de la cámara fotográfica como tecnología indispensable de la cotidianidad urbana. Quizás este sea el soporte que logre explicar los fuertes rituales que en torno a objetos tales como los álbumes familiares se practican en innumerables familias colombianas. Según Armando Silva (1998) a través del álbum de familia se puede realizar un ejercicio de colección, acumulación y transmisión del capital simbólico propio de la familia, razón por la cual este objeto permite incorporarse como determinante en la reproducción de la familia como núcleo de significación de la sociedad contemporánea. Pero ¿Qué explica los rituales que se gestan en torno a un álbum de tipo comercial como el Panini del mundial? ¿Median en esta práctica factores trascendentales a la existencia del individuo tales como la necesidad de recordar y reconstruir a través de estas imágenes la representación subjetiva en fragmentos de tiempo pasado particular? o ¿simplemente demuestran lo efímero de nuestros tiempos donde la imagen se Impone por sobre los demás componentes de la vida social? El álbum Panini es un objeto comercial que ha logrado agrupar por periodos de tiempo específicos a coleccionistas intermitentes que ven en esta práctica la posibilidad de recrearse en tiempos pasados a través de sus ídolos. Son objetos que bien podrían ubicarse dentro de las categorías de Patrimonio Vivo con énfasis en lo Popular.
La recientemente finalización del mundial de Futbol, realizado en el continente africano ha dejado entre otras cosas un nuevo álbum Panini llenado en su totalidad. La inversión total fue de aproximadamente de 100 mil devaluados pesos colombianos. Considerable inversión de dinero si se tiene presente que para este mundial el país donde habita el coleccionista que escribe este ensayo no clasifico para jugar el mundial.
Conductas similares se observaron en miles de personas que antes, durante y después del mundial se acercaban a los puestos de venta de las monitas a comprar sobres o cromos individuales con el propósito de llenar el álbum del mundial. Para este texto intentaremos explicar dichas prácticas, apelando a tres aspectos descritos a continuación:
- Económico
- Cultural
- Individual
Se pretende ubicar la práctica de coleccionar álbumes Panini asociada al concepto de patrimonio cultural inmaterial definido este como la cultura que las personas practican como parte de su vida cotidiana. Son las creencias y perspectivas, las representaciones efímeras y los actos que no son objetos de cultura material, como monumentos o pinturas, libros y artefactos (Kurin). En ultimas, se pretende establecer los sentidos que el sujeto coleccionista le imprime a sus acciones cuando llena y guarda su álbum puesto que estas son definidas por este como parte de su patrimonio cultural y personal.
Para comenzar nos aventuraremos a presentar una definición del álbum Panini, tomando como soporte conceptual el trabajo realizado por el profesor Armando Silva en su libro Álbum de familia, la imagen de nosotros mismos (1998), dado que la búsqueda realizada para establecer investigaciones sobre el tema de este ensayo, determino la inexistencia de trabajos específicos sobre los álbumes de futbol o de deportes, como prácticas culturales. No obstante lo anterior, se considera el libro citado del profesor Silva un referente pertinente para enmarcar nuestro análisis, debido a que, entre otros, se comparten algunos elementos comunes, tales como la centralidad de las imágenes (fotos), la necesidad de guardar para mostrar y la posibilidad de establecer relatos asociados a las imágenes guardadas. El álbum de Panini al igual que el álbum de familia es un libro de imágenes, y es un libro que sirve para contar historias. Del primero asociadas a los mundiales de futbol y sus protagonistas; del segundo asociadas a contar historias sobre los protagonistas de nuestras familias. De esta manera el álbum, nos sólo se ve, sino en especial se escucha – con voces femeninas- y esto dimensiona su contenido en otro sentido corporal, el oído, y otorga otra naturaleza perceptiva, el ritmo y la melodía de escuchar un cuento (Silva, 1998).
Tanto uno como el otro responden a una lógica de archivo. Para el caso de Panini esta lógica esta predefinida en el mismo diseño del álbum, dejando poco a la imaginación del coleccionista, que básicamente reduce su actuación al pegado de las laminitas o monitas. La regla archivística determinante de los álbumes Panini está enmarcada en la agrupación de jugadores por selecciones nacionales participantes, como eje central del álbum. Se evidencia una estructura típica desde los álbumes de España 82, donde se presenta, no solo la información (fotos) de los jugadores por selecciones, sino además información relacionada con los estadios donde se realizaran las justas deportivas, las imágenes referidas a mascotas de los mundiales precedentes, y algunos datos estadísticos.
Para Silva, el archivo es una manera de clasificar y será propio de su técnica producir un orden a la vista, posterior al tiempo en que las fotos fueron coleccionadas (Silva, 1998:20). Orden que se hace evidente y explícito en los álbumes de Panini, caso contrario a los álbumes de familia, puesto que, sobre estos, prima la concepción subjetiva de orden, de acuerdo a los acontecimientos fotografiados, y que requieren del complemento narrativo, para, en algunas ocasiones hacerse entendible.
Juntos permiten establecer procesos de interlocución o interacción comunicativa (Martín, 1997) que requiere como mínimo la implicación de dos actores, que emplean señales, que a su vez son significativas y que son indicativas. Para el caso de los álbumes de familia, se establece varias relaciones de tipo comunicativo y que Silva nos sintetiza de la siguiente manera:
El otro en la Foto tiene una triple acepción. En primer lugar, como el elegido para ser preservado en la memoria (madre, hijo, esposa) y que me relaciona pues es enunciado desde el narrador del álbum; o sea: “mi esposa”, o “mi madre” o “mi hija”. En segundo lugar, el otro como interlocutor, o sea la posibilidad de dialogo y comunicación entre quienes a fuerza de ser puestos en el mismo álbum deben “dialogar” entre sí… Y, en un sentido más analítico, el otro que me hace mostrar lo que ya está en mí. En otras palabras, si muestro algo, al mismo tiempo dejo de mostrar otra cosa y entonces el otro de mi inconsciente se constituye en aquello que hace ser al álbum el deseo de familia: un imaginario colectivo de un grupo, la familia, que así se representa, pero también se borra (Silva, 1998:37).
Por último el álbum de Panini establece interacciones comunicativas mediadas por el conocimiento especializado del tema y que podrían definirse como capitales simbólicos entendidos estos como el factor eficiente en un campo dado, como arma y como apuesta; permite a su poseedor ejercer un poder, una influencia, por tanto existir en un determinado campo, en vez de ser una simple “cantidad deleznable”(Bourdieu, 1995:65), y que para el caso citado operan en el conocimiento específico de situaciones futbolísticas asociadas a los mundiales de los cuales el álbum hace referencia, permitiendo a los participantes de estos espacios de socialización posicionarse adecuadamente de acuerdo a su grado de conocimiento.
Ahora bien, es necesario marcar las diferencias que se plasman en los álbumes Panini con respecto a los álbumes de familia, toda vez que dichas diferencias son significativas. El álbum Panini es un producto mercantil de una multinacional italiana, fundada en 1961 por parte de los hermanos Panini1, con el lanzamiento de la primera colección del futbol italiano. El primer mundial del cual panini realizo álbum fue el mundial de México 70. Como producto mercantil moderno es estandarizado a un segmento poblacional especifico. Es decir, en este álbum no se admite la creación subjetiva en lo que tiene que ver con su llenado. Las monitas o cromos están cuidadosamente seleccionadas en un orden predeterminado definido por el diseño y esquema interno del álbum. Por su parte el álbum de familia, a pesar de ser un elemento igualmente mercantil (los álbumes se venden en papelerías, tiendas de cadena, entre otras), permiten al comprador cierto grado de libertad en la forma en la cual se organizan las fotos. Según Armando Silva, la organización de las fotos se define de acuerdo a la forma en la cual se archiva. El archivo es siempre una manera de guardar y jerarquizar que depende de quién lo organiza, como es apenas natural, pero también del objeto mismo archivable y de su tradición (Silva, 1998:39).
Los relatos construidos desde los álbumes de Panini, se enmarcan exclusivamente dentro del ámbito futbolístico. Reclaman para sí un mínimo conocimiento de jugadores y anécdotas que permitan enriquecer la comunicación que se teje entorno a la observación de dichos álbumes. Por su parte la narrativa de los álbumes Panini viene predefinida desde lo que la multinacional considera relevante. Es decir, el futbol como modelo competitivo de la modernidad, que se hace evidente en la disposición que esta narración determina en las posturas de los jugadores, que se observan, todos en idéntica pose en primer plano.
Los álbumes de familia, remiten, por su parte, a las historias personales y familiares del relator, permitiendo un grado mayor de libertad, para la construcción y reconstrucción de historias asociadas a las fotos allí pegadas. Para Silva la distinción entre narrador y relator se da por qué…
de otro lado se ha distinguido “narrador” de “relator”. Este último, la persona de la familia que cuenta la historia del álbum y por tanto su función es más bien construir una historia en palabras que ya está contada en fotografías. Muchas veces el relato coincide con la historia, pero no siempre es así pues existen pormenores de la narración que no están registrados en las fotos y son novedosos en palabras de quien lo relata (Silva, 1998:147).
En últimas, el álbum de familia hace público el mundo privado de una familia; el álbum de Panini invade lo privado a través de un espectáculo público que se individualiza en su impresión visual.
Comenzaré el análisis planteado, con unas breves reflexiones desde los tres aspectos citados inicialmente para finalmente presentar las conclusiones requeridas por el texto.
La sociedad posmoderna considera a sus miembros primordialmente en calidad de consumidores, no de productores. Esa diferencia es esencial… la vida organizada en torno al consumo debe arreglárselas sin normas: está guiada por la seducción, por la aparición de deseos cada vez mayores y por los volátiles anhelos, y no por reglas normativas (Bauman, 2006:82).
El ser consumidor en las sociedades contemporáneas, permite que las normas tradicionales de comportamiento se afecten permisivamente para favorecer el actor de consumo. Lo anterior explica la flexibilidad social que sobre el acto de comprar álbumes existe hacia segmentos poblacionales distintos a los que inicialmente irían dirigidos estos álbumes. Cuando en la televisión se observa la pauta publicitaria del álbum de Panini Sudáfrica 2010 los protagonistas de dicha pauta publicitaria son niños de aproximadamente 10 años. No obstante, en un simple recorrido por la carrera séptima entre calles 32 y 19, donde se observan en épocas de mundial gran cantidad de vendedores de cromos del mundial, la inmensa mayoría de compradores no son niños de 10 años. Son adultos, estudiantes o trabajadores que han adquirido como afición el llenar el álbum de Panini. No es un acto de “inmadurez sicológica”, ni de “disfuncionalidad en pautas de comportamiento”, sino una afición legitima de personas que gustan del futbol, y que cuentan con los recursos económicos suficientes para comprar los cromos necesarios para llenar el álbum.
Los valores posmodernos según Bauman, hacen que este sencillo acto de consumo se explique por si solo sin llegar a estigmatizaciones innecesarias dado que el valor supremo es comprar por comprar, aunque dicha compra no se requiera en absoluto. Al respecto nos dice:
hay razones más que suficientes para “salir de compras”. Cualquier explicación reduccionista de la obsesión de comprar y cualquier intento de limitarla a una sola causa serian erróneos. Las interpretaciones más comunes de la compra compulsiva como manifestación de la revolución de valores posmoderna, la tendencia a representar la adicción a comprar como una manifestación desembozada de los latentes instintos materialistas y hedonistas o como un producto de la conspiración comercial, es decir de la incitación artificial a perseguir el placer como principal objetivo de la vida, solo dan cuenta en el mejor de los casos de una parte de la verdad. La otra parte, que es complemento necesario de todas esas explicaciones, es que la compulsión a comprar convertida en adicción es una encarnizada lucha contra la aguda y angustiosa incertidumbre y contra el embrutecedor sentimiento de inseguridad (Bauman, 2006:87).
Sentencia certera sobre las pautas socioeconómicas que regulan las actitudes compulsivas de individuos inseguros en sociedades capitalistas contemporáneas y que podrían dar sentido a las acciones de personas adultas, inmiscuidas en juegos de niños, insertadas en la cultura.
Interrelacionado con el aspecto económico, encontramos el aspecto cultural. La difusión y exitosa comercialización de un álbum del mundial, en un país, donde paradójicamente su selección no participa del mundial, deja entrever la forma como se ha tejido todo un entramado comercial que hace que esta situación no afecte significativamente las ventas de álbumes y cromos. Es sorprendente observar lugares considerados como centros de acopio y venta de cromos y álbumes donde grandes cantidades de personas se reúnen a comprar e intercambiar monitas del álbum. Lugares tales como las universidades privadas y públicas, centros comerciales, corredores viales, entre otras permiten evidenciar que efectivamente la actividad asociada a la llenada del álbum Panini es un ejemplo de la forma como este espectáculo masivo se ha incorporado en la cultura2 urbana contemporánea, como el deporte por excelencia.
El acto de llenar un álbum de familia responde a la necesidad de inmortalizar lo efímero de nuestras existencias. Quizás el motivo que subyace a la colección de álbumes como el álbum Panini se encuentre en la necesidad de inmortalizar lo efímero de nuestras sociedades.
Las estructuras mentales que determinan la afición a un deporte como el futbol priorizan los deseos y frustraciones asociadas al triunfo. Esto es especialmente valido en las personas que se definen como hinchas de un equipo de futbol de donde una victoria o una derrota adquieren dimensiones exageradas, que no se compadecen con la naturaleza del deporte mismo y que se han definido como “mimicry” (Caillois, 1979:49). Estas mismas estructuras podrían explicar la necesidad que se encuentra en la colección de estos álbumes y el carácter que para el coleccionista adquieren dentro de su historia personal. Se guardan como una reliquia y se exhiben con orgullo, dado que en estos se materializan logros significativos, referidos a la paciencia que involucra el proceso de llenado, la no despreciable inversión económica que acompaña este ejercicio, y las innumerables estrategias de intercambio de cromos que se realiza con pares. Estos puntos, entre otros, son los que permiten al coleccionista ubicar sus álbumes como patrimonios personales y que harían parte de la cultura que estos individuos practican en sus vidas cotidianas.
La interesante tesis desarrollada por Eric Dunning en su ensayo sobre el Deporte como Coto Masculino (1995), asevera que los espacios modernos han ido reduciendo significativamente las esferas de hegemonía de la masculinidad, entre otras por la toma de conciencia de las mujeres sobre el dominio masculino o patriarcado como problema social (Elias y Dunning, 1995:323) que ha implicado que los hombres encuentren en el futbol, por ejemplo, un refugio exclusivo exento, por ahora, de la incursión femenina, y que ubica la colección de álbumes de fútbol como una práctica significativa que adquiere valor como patrimonio personal. Según Elias y Dunning:
La balanza de poder entre los sexos se inclinará igualmente a favor de los hombres en la medida en que ellos tengan mayores oportunidades que las mujeres para emprender acciones unificadas y monopolicen el acceso y control de las esferas institucionales determinantes en la vida, sobre todo las de la economía y el Estado… Un corolario más es que los valores machistas tenderán a desempeñar un valor más importante en la identidad masculina bajo condiciones sociales en las que la lucha sea moneda corriente y la balanza de poder se incline a favor de los hombres (Elias y Dunning, 1995:325).
En el contexto colombiano a pesar de que aún existen fuertes patrones culturales asociados al machismo y a la condición patriarcal, se ha avanzado en el tema de la equidad de género. Prueba de ello es la ley 581 que reglamenta las cuotas de participación en las entidades oficiales de Bogotá y que evidencian que en este tema las mujeres han venido ganando terreno. Es decir, el escenario otrora privilegiado de los hombres, en lo público, ha venido abriendo paso a la participación de las mujeres como actores determinantes de estos, situación que trae como correlato, el desplazamiento de las prácticas propias de la masculinidad a otros escenarios, tales como los que se ubican en el tiempo libre y el ocio, tal como se describe en los párrafos anteriores.
La caracterización de patrimonio personal sobre los álbumes de futbol Panini, adquiere especial significación dentro de este cambiante panorama de lucha de géneros. La importancia que el individuo le imprime a su colección está asociada a la valoración subjetiva de lo que este considera importante dentro de su vida y que para el caso de los hombres le imprime un valor agregado para colonizar esos nuevos escenarios de despliegue de su masculinidad. Según el diccionario de la Real Academia Española (1992) el patrimonio se define como bienes propios adquiridos por cualquier título de donde se extrae la acotación a bien, entendido como un valor positivo del poseyente. Sobre esta base se debe establecer, entonces, dentro de que tipos de bienes se ubicarían estos álbumes.
En un ejercicio de recorrido por la carrera séptima en Bogotá, reseñado anteriormente, se estableció contacto con un vendedor ambulante de álbumes Panini quien con orgullo mostraba los álbumes desde el mundial de México 70. Al preguntarle por el valor del álbum de Italia 90, nos respondió que costaba 300 mil pesos (150 dólares aproximadamente). El de México 86, ascendía a 500 mil pesos (250 dólares). Esto nos indica que el costo en el mercado de los álbumes adquiere mayor valor en la medida en que aumenten los años de terminado el mundial.
A su vez la inversión realizada por el coleccionista en recursos económicos, para lograr su objetivo de llenado del álbum, es considerable por lo que su valor económico hace que dicho álbum se ubique dentro de las preferencias personales de esta persona. En un simple ejercicio estimaremos el costo de llenado del álbum, según la propia experiencia:
DENOMINACIÓN | COSTO ESTIMADO |
Álbum | $10.000 pesos (5 dólares aprox.) |
Caja con 100 sobres (Cada sobre trae cinco laminas) | $ 90.000 pesos (45 dólares aprox.) |
Unidades de laminitas o cromos3 | $ 89.200 pesos (44 dólares aprox.) |
TOTAL | TOTAL $189.200 pesos (94 dólares aprox.) |
Como se observa la inversión en recursos es considerable para las personas que deciden realizar este tipo de colecciones. Significa lo anterior que el álbum como patrimonio personal posee elementos de tipo económico y financiero, que van configurando su importancia dentro de esta categoría patrimonial.
Se valora por su parte en estos álbumes la posibilidad de establecer interlocuciones especializadas sobre los momentos determinantes o históricos, que las fotos pueden suscitar. El Álbum de México 70 es quizás uno de los más apreciados, dado que contiene dentro de sus fotos al rey del fútbol, PELE. Para las personas que vivieron este mundial, trae maravillosos recuerdos de la forma como la selección del Brasil jugaba al fútbol de la mano de Pele.
Sin irnos tan lejos, podemos recordar al jugador de la Selección Colombia, Andrés Escobar, quien fue asesinado en Julio de 1994, después del mundial de Estados Unidos, y que recuerda fragmentos de la historia colombiana acompañados de la fatalidad y el dolor. Según lo anterior estos álbumes adquieren un valor de tipo emotivo, asociado a los recuerdos que estas fotos pueden generar en los observadores.
Dentro de la modernidad el fútbol se ha ganado un lugar privilegiado como el espectáculo de ésta, entre otras, por el gran número de seguidores que a escala global se definen como hinchas o espectadores de fútbol, que según Jean François Nys para la copa del mundo de 1998 fueron en audiencia acumulada 37.000 millones de personas (Segurola 1999) y que significa el flujo de grandes cantidades de dinero, no solo en entradas para los partidos, sino en transacciones en la venta y compra de jugadores, por no hablar del tema de los patrocinios. El futbol se ha enquistado dentro de la cultura contemporánea en las urbes modernas. El álbum de Panini es un elemento determinante para la reproducción de esta cultura del futbol. Es por tanto un elemento de preciado valor dentro de esta concepción de cultura
La posibilidad de adquirir prestigio dentro de su subgrupo social de ocio, hace de estos álbumes un elemento adicional dentro de esta búsqueda. Esto se puede explicar de acuerdo con lo planteado por Bourdieu en lo que a la efectividad del Capital dentro de los campos se refiere. Sobre esto nos plantea lo siguiente:
En un campo particular, todas las propiedades incorporadas u objetivadas vinculadas a los agentes no siempre son simultáneamente eficientes; la lógica específica de cada campo determina aquellas que tienen valor en ese mercado que son pertinentes y eficientes en el juego considerado, que, en la relación con ese campo, funcionan como capital especifico y en consecuencia, como factor explicativo de las practicas. Esto significa, en concreto, que el rango social y el poder especifico que los agentes reciben en un campo particular dependen en primer lugar del capital especifico que pueden movilizar, sea cual sea, por otra parte, su riqueza en cualquier otra especie de capital (Bourdieu, 1998:112).
De donde el álbum de Panini, se suma a los múltiples capitales que el individuo debe poseer, en su interminable búsqueda de reconocimiento y prestigio, dentro del subgrupo o campo al cual pertenece. Es en última instancia un patrimonio personal que garantiza para el individuo cierto reconocimiento social, que garantiza, entre otras la posibilidad de interactuar con sus iguales sobre temas asociados a sus gustos.
En síntesis, el álbum de Panini adquiere connotaciones de patrimonio personal ya que incorpora los siguientes aspectos descritos en los párrafos anteriores:
- Económico
- Emotivo
- Cultural
Que nutren el capital simbólico requerido en la interminable búsqueda de reconocimiento en sociedades fuertemente efímeras, con individuos efímeros, como quizás sean estos álbumes Panini.
Restaría plantear algunas pistas que permitan leer estos álbumes desde otros lentes. Por ejemplo, seguir las transformaciones estéticas a través de un detallado análisis de las fotos de los jugadores, de acuerdo a las épocas. Explorar los componentes sicosociales que subyacen a la práctica de colección de álbumes. Por último, interpretar las lógicas mercantiles que se imprimen en estos álbumes y que garantizan su arrollador éxito independientemente de que las selecciones clasifiquen o no al mundial.
Notas
1.Información tomada de AQUÍ. Consulta realizada el día 29 de agosto de 2010. Fútbol es fútbol.
2. Entiéndase para este texto el concepto de cultura, como el sistema de valores y creencias compartidos por una sociedad y/o comunidad, que son compartidos en virtud del establecimiento propio del campo de producción ideológica. Para una ampliación del concepto, remitirse a BOURDIEU, Pierre. Obra citada. Cap. 8.
3. Por lo general es mínimo el número de cromos o laminitas que salen repetidas dentro de la caja, es decir, partimos de que las 500 laminitas que salen en la caja no se repiten, por lo que, con respecto al número total de espacios para incorporar cromos dentro del álbum, faltarían 139 para llenar el álbum. Para esto se puede apelar a la compra de sobres individuales (cada uno con cinco laminitas) o a la compra unitaria de laminitas sueltas. Para este ejercicio optaremos por la última alternativa, de donde se calcula el valor unitario de la siguiente manera: De las 139 laminitas, aproximadamente 10 son consideradas las más onerosas (jugadores como Messi, Kaka, Cristiano Ronaldo; laminas como la copa, la de Panini, entre otras) y le calculamos en promedio valor de $4.000 pesos; existen otras consideradas de mediana categoría, a las cuales se les calcula un valor de $1.000 y que son aproximadamente 15 (escudos de equipos, equipos de fútbol, estadios, entre otras) y por último están las consideradas como normales a las cuales le calculamos un valor de $300 pesos que serían las 114 laminitas restantes para llenar nuestro álbum. De este cálculo nos sale un valor total de $98.200 pesos.