Casa Antiguana en Sierra Morena.
Fotografía: Lidia Iris Rodríguez.
Colombia, la tierra del café, territorio que tomara el nombre del remoto sueño de Simón Bolívar por la unificación de la Patria Grande, la Gran Colombia. La Nueva Granada colonial, la que abriera su costa Atlántica a la Corona, la que vio embarcar tanto despojo. Colombia, la que tantos vaivenes ha tenido en su historia independiente y de la que William Ospina menciona esperanzado “Tarde o temprano lo que era guerra aprenderá a ser diálogo, lo que era violencia aprenderá a ser exigencia y reclamo, lo que era silencio podrá convertirse en relato” (Ospina, 2013); la que alberga democracia aletargada en más de Cien años de soledad (García Márquez, 1967), la Colombia del pueblo Misak.
Quintín Lame, indígena nasa, precursor de la abolición del pago de terraje y las demandas de recuperación de los territorios de los pueblos indígenas del Cauca, cuyos ideales sustentaron el surgimiento de la Federación Campesina e Indígena tres décadas después; ésta es prácticamente aniquilada años después por las Autodefensas Campesinas. El asesinato del liberal Jorge Eliécer Gaitán, suma al contexto con el período de La Violencia que mantuvo una larga historia de enfrentamientos entre conservadores y liberales que actualmente sigue tocando la puerta de la población colombiana.
Sin embargo, la esperanza floreciente continúa el ideal originario y en 1971 se funda el Consejo Regional Indígena del Cauca (CRIC) (Gros, 1988) que buscaba además “el fortalecimiento de los Cabildos” (Fals Borda, 1975: 127), la recuperación de la historia y la cultura. A la vez, el constante acecho y aires de violencia, dan paso a la vinculación del CRIC con el M19, se lanza la “Operación América” en donde el primero funda el Comando Armado “Quintín Lame”, se buscaba para la represión a través de la respuesta armada. Tiempo adelante el CRIC y el Consejo Indígena cesaron toda relación con la guerrilla, pero la represión y el acecho contra los pueblos del Cauca continúo siendo parte de su realidad.
En este contexto, el pueblo Misak, acallado en la horrible figura colonial de resguardo indígena, cobró fuerza y habló a Colombia para hablarle al mundo, y dijo, como muchos otros pueblos y naciones originarias, “Somos raíz y retoño” (Dagua, et al. 1999); así los hijos del Pishimisak, los hijos del agua, hablaron de su historia mutilada y la recuperación de su territorio y cultura en el Páramo. Esta región de tierra arriba alberga una población de 25,000 habitantes guambianos, quienes cuentan con tierras en los tres climas de la región situada entre los 2,600 a 3,200 msnm y continúan reproduciendo el modelo de economía vertical andino.
A partir de 1980 y durante los próximos cuatro años fueron los tiempos más productivos de la recuperación, no sólo de “la tierra, sino nuestro territorio” (Dagua, et al. 1998:272); la coordinación siempre estuvo a cargo del Cabildo, quienes fortalecieron la Minga en el cauce político del trabajo colectivo y como parte fundamental del pensamiento propio, de la manera de vivir como guambianos. El pueblo Misak, también habita los municipios de Jambaló, Totoró, Caldono y Toribio, en éstos se cuenta con Cabildos, sin embargo, el principal se ubica en el territorio de Guambia. La elección sigue la tradición del agua, “como viene el río, empieza todo, primero la vereda Cofre, luego Campana, Pueblito, Michambe, Cacique, Guambia Nueva, Chiman, el Tejal y la Zona Carmelo por Piendamó” (Patricia Velasco, 16 de abril de 2014).
Joven Misak con su territorio de fondo Fotografía: Lidia Iris Rodríguez.
Recuperar la tierra para recuperarlo todo
El desplazamiento Misak tuvo como causa la apropiación de territorio y fuerza de trabajo indígena por parte de los hacendados. En Ambalo y Chiman se situaron los peores contextos de explotación con la terrajería en las haciendas, sin embargo, la defensa del título de tierras “1051” de 1912 y la fundación de la Cooperativa “Las Delicias” en San Fernando, cincuenta años después, propiciaron la primera proscripción en 1969, “las tierras del Gran Chimal fueron la base de la lucha por la recuperación” (Taita Javier Calambás, 5 de abril de 2014). Al Oriente, las veredas de Campana, Cacique, Pueblito –las más antiguas del resguardo y más próximas al Páramo- contenían una buena parte de la población Misak que no padecía de manera tan cruenta el terraje, pero no contaba con mayores posibilidades de subsistencia en espacios agrestes.
En 1985 el Taita Mayor pide a los solidarios que los acompañen a recuperar la historia, Luis Guillermo Vasco, profesor de antropología fue el enlace para el convenio del Cabildo con la Universidad Nacional para realizar investigaciones etnográficas y arqueológicas con el fin de “buscar las huellas de los antepasados” (Dagua, 12 de abril de 2014) para “sustentar el Derecho Mayor” (Dagua, 12 de abril de 2014). Al igual que la metodología de los mapas parlantes del solidario Víctor Daniel Bonilla, los trabajos conjuntos de Luis Guillermo Vasco (1989) y el Cabildo guambiano a través del Comité de historia, brindó una posibilidad etnográfica distinta recorriendo las veredas con los mayores para recoger los conceptos de vida y recorrer el territorio para conocer la historia.
Frente de la Casa-Museo en Santiago.
Fotografía: Lidia Iris Rodríguez
De igual forma, el acompañamiento de la solidaria Martha Urdaneta, entonces estudiante de arqueología de la Universidad Nacional de Colombia, permitió la realización de las investigaciones arqueológicas. A los Misak les interesaba demostrar su larga trayectoria histórica (Trochez, et al. 1992:17). El trabajo arqueológico dirigido por Martha Urdaneta, Cruz Troches y Miguel Flor tuvieron dos temporadas; en la primera entre 1984-85 se excavaron unidades habitacionales que los guambianos llaman plan de vivienda “se trata de un conjunto de 18 planes ubicados en la ladera de un cerro de Santiago (…) se analizó una muestra de carbón recogida a 30-50 cm de profundidad, la cual dio la fecha de 1.620 después de Cristo” (Trochez, et al. 1992:18). En la segunda temporada de campo, entre 1988 y 1989, se realizaron 31 excavaciones “29 en el kausre y dos en el wampiksre” de donde se obtuvieron dos fechas de C14, “La primera se logró en Ñimbe y corresponde a un plan del Piketsutsilchal” con fecha de “130 años antes de Cristo” (Trochez, et al. 1992:26-27), la segunda fecha de 1065 d.C., se obtuvo en una terraza natural conocida como Tañik en la vereda de la Campana. Así entonces “las huellas de las casas de los antiguos guambianos nos dejaron ver cómo vivían los mayores antes y fortalecer el Derecho Mayor para decir que somos de aquí” (Miguel Trochez, 21 de abril de 2014).
Los Misak sostienen que “la historia y la cultura está plasmada en el territorio, es una sola con la gente y el territorio, no se entiende cada una por separado, es integral” (Miguel Trochez, 21 de abril de 2014). Así entonces, con el trabajo conjunto se recuperó “el conocimiento que el Pishimisak le da a los médicos para enseñar a traer el Páramo” (Miguel Trochez, 21 de abril de 2014), el conocimiento de la medicina tradicional, la sabiduría de comadronas y sobanderos. Se fortaleció la tradición del Nakchak, es allí en donde “empieza nuestra relación con el territorio cuando saben enterrar la placenta al lado del fogón, en la parte caliente de la casa, eso nos da un sentido de que somos de aquí, originarios, porque allí está nuestra placenta” (Misael Aranda, 10 de abril de 2014). Los Misak dicen “pase a calentar”, es en la cocina en donde se transmite la tradición, el territorio y su pueblo se conoce en el fogón para saber cómo vivir hacia adelante.
Fundadores de la Cooperativa“ Las Delicias”.
Fotografía: Lidia Iris Rodríguez
El objetivo de “recuperarlo todo” derivó en la creación del Museo- Casa de la Cultura Guambiana en 1986 en Santiago, ex hacienda de las Mercedes, en donde también se pintaron murales y se estableció la Sede del Cabildo. Con base en las excavaciones y la donación de piezas arqueológicas por las personas del resguardo, la Casa-Museo exhibió la cocina, la pieza y el pishiya. Así, las cosas de los antiguos dejaron de estar silencio y cobraron vida para hablar a los de hoy, para dar vida guambiana; el museo aportó principalmente en la producción y reproducción de su vida, cultura y patrimonio cultural; el patrimonio es vida. La Casa-Museo sustentaba la lucha por la recuperación del territorio ancestral y la organización social y política originaria, la educación propia. El patrimonio cultural arqueológico exhibido en el museo tuvo relación directa con la recuperación territorial, la historia y cultura plasmada en cada elemento del territorio.
La colección exhibida originalmente en el Museo fue trasladada a la Casa del Taita Payán, corazón de la cultura Misak a partir de 2002, ubicada en Sierra Morena, junto con la Casa de Medicina Tradicional, la casa antiguana y la habitación para “hacer refrescamiento”; la primera plasma los sueños de los mayores de la recuperación de lo propio a través de las pinturas distribuidas en los niveles del territorio, gobierno y la espiritualidad. El artista plástico Manuel Muelas (19 de abril de 2014) recuerda “con Taita Abelino recorrimos las veredas y aprendimos a soñar para hacer las pinturas”. El período de aprendizaje de los jóvenes participes permitió el involucramiento de una generación que no había sido participe de manera directa en la recuperación del territorio, pero si en el objetivo integral de recuperar la cultura Misak para que los mayores y el patrimonio cultural hablen en su integralidad a los hijos del agua y el arcoíris.
Actualmente la expansión en el territorio Misak no es posible por los límites con otros pueblos, la última recuperación de territorio fue en 1990, en respuesta el Estado ha ofrecido tierras en zonas diferentes al territorio originario, como una forma de apaciguar las demandas originarias; la controversia se mantiene en el aire. Luego de la reforma constitucional que contó con participación de los pueblos y naciones originarias en la Asamblea Constituyente en 1991, Colombia se establece como país multiétnico y pluricultural (Congreso de la República de Colombia, 1992), con lo cual queda asentado el reconocimiento cultural y garantías políticas territoriales originarias3. A partir de dicha reforma pareciera que la Recuperación toma un perfil institucional, en donde la estructura de Estado concilia con los pueblos indígenas que recuperan y los terratenientes afectados son indemnizados por el Estado. Posteriormente con la aprobación de la Ley 60, se oficializan las Transferencias para los pueblos indígenas; lo anterior pareciera haber restado el apoyo solidario de años previos a la reforma constitucional. A pesar del reconocimiento institucional, mucha de la población originaria sigue viviendo en un entorno de hostilidad que ha llevado por ejemplo, al pueblo Nasa a constituir la figura de Guardia Indígena y a todos en general, a redoblar esfuerzos en sus demandas contra hegemónicas.
En julio de 2010 el pueblo Misak celebró los 30 años de la recuperación de la finca de las Mercedes, hoy Santiago de Guambia. Taita Felipe Muelas sostiene que la recuperación se mantiene como una lucha actual “los taitas antes lucharon por el territorio, ahora se tiene que luchar por la educación propia y la salud” (14 de abril de 2014) en tanto “antes la desaparición era física, ahora desaparecen nuestra cultura y forma de pensar, ahora el gobierno usa otras formas, por eso, los mayores trazan nuestro camino, para no desaparecer” (mama Ximena, 5 de abril de 2014). La Misak Universidad desde 2010 a partir de su autonomía, lleva la línea de recuperación de administración propia, Derecho Mayor o derecho propio, Territorio y Cultura propia; el empleo de la ciencia y la tecnología de afuera traídas para cumplir el objetivo de “recuperarlo todo”.
Casa Payán y Casa Antiguana en Sierra Morena.
Fotografía: Lidia Iris Rodríguez
El patrimonio cultural, la lucha por el territorio y reapropiación de la historia
La relación del patrimonio cultural en el proceso de recuperación Misak tuvo una importancia imprescindible en las investigaciones del Comité de Historia y los solidarios (Vasco, 2000 y 2002), en tanto permitió resarcir la afectación que produjo la tergiversación de su historia, y con esto, se produjo el fortalecimiento de su identidad histórica, política y cultural. En Guambia, la vinculación de recuperación del territorio con el patrimonio cultural es evidentemente política y contiene una carga histórica empleada por la población originaria contemporánea como sustento de su proyecto de vida comunitario. Así entonces, la historia, cultura y el territorio, se muestran como elementos imprescindibles e inseparables para la vida del pueblo Misak, los que nacieron de las lagunas, del Namuy Pishimisak, los hijos del agua y del arcoíris, una comunidad firme que transita con las huellas de sus antepasados, que ve atrás para ir hacia adelante en la espiral de su territorio.