La salvaguardia del patrimonio inmaterial es un tema que en la actualidad se encuentra en los discursos políticos y académicos. Sin embargo, en ocasiones resulta ser una cuestión que gira únicamente en torno a un discurso político, sin tener un impacto real en las comunidades. El desarrollo de este artículo surge de las reflexiones generadas a partir del proyecto de investigación que viene desarrollándose en el marco de la maestría en Patrimonio Cultural y Territorio de la Universidad Javeriana , en el cual se pretende realizar un análisis de aquellos elementos que limitan la apropiación del patrimonio musical en un contexto multicultural. Se plantea así una discusión sobre uno de los elementos centrales que afecta directamente la salvaguardia y apropiación del patrimonio musical, a saber su fosilización, explorando las causas que permiten explicar este fenómeno.
El patrimonio musical colombiano contiene un amplio espectro de expresiones, en la medida en que es producto de un país, reconocido hace apenas 20 años, pluriétnico y multicultural. Este patrimonio se refiere al “conjunto de bienes materiales e inmateriales, instituciones, creaciones, expresiones y prácticas musicales que constituyen por su valor y arraigo, referente social y cultural y contribuyen a la conformación de la memoria colectiva” (Quevedo, 2012:26). De esta manera, la música expresa y contiene la historia de los lugares y sus gentes, demuestra la manera en que las comunidades se relacionan con el territorio y entre ellas, y es parte de la cotidianidad de sus espacios. Teniendo en cuenta el valor que tiene la música dentro de las comunidades, la salvaguardia del patrimonio musical se convierte en un tema de interés por parte de la academia y el Estado; como lo señala Londoño, “[…] cuidar, valorizar, y re-crear las músicas locales, rurales y urbanas, asumirlas como memoria colectiva y aprovecharlas como patrimonio cultural singular y propio, abre posibilidades al desarrollo humano individual y comunitario.” (2009:64). Pese a la importancia del patrimonio musical y del interés que existe por protegerlo, es necesario abordar algunas problemáticas que surgen en torno a cómo ha sido el proceso de comprensión de la música como patrimonio inmaterial.
El desarrollo de categorías de clasificación del folclor y sus implicaciones
Como primera medida, es importante tener en cuenta que el patrimonio musical colombiano ha mantenido una estrecha correlación con los conceptos de folclor y cultura popular. Frente a la categoría de folclor, es relevante recordar que esta “fue una categoría aprendida, construida por los intelectuales, y no necesariamente aceptada por los portadores del folclor” (Storey, 2003:2). Lo anterior es justificado por Jesús Martin-Barbero quien argumenta que las “canciones del folclore, permiten a los intelectuales de clase media imaginar una identidad nacional y natural perdida, y pensar en la posibilidad de una unión nacional auténtica de personas unidas bajo lazos orgánicos de tierra y lenguaje” (en Storey, 2003:14). Así mismo, esto se refleja con el desarrollo en Colombia, de categorías de clasificación del folclor, donde se incluye la concepción de músicas por regiones (música atlántica, música andina, música indígena, etc.) y el establecimiento de géneros musicales (bambuco, cumbia, chirimía, etc.). Estas categorías son definidas por los folcloristas, como representantes del sector académico oficial o del sector público.
El uso de las categorías de clasificación bajo estas ideas del folclor ha sido criticado por diversos autores, en la medida en que se considera que estas se relacionan directamente con los procesos de homogeneización de la cultura. Sobre esto, Ochoa (2003:87) señala que “la historia del surgimiento de la idea de género [musical] como concepto unitario, está en parte ligada a la historia de homogeneización cultural emprendida a través del estado-nación”. Con respecto a lo anterior, es pertinente señalar que la definición de folclor musical y sus categorías, tienen como base los primeros estudios sobre música centrados en trabajos de campo, grabaciones y transcripciones musicales. Estos estudios, según Miñana (2000:7) “se caracterizan por ser grandes trabajos de recopilación, fruto de toda una vida, por utilizar fuentes –acríticamente- de segunda y tercera mano, por un trabajo de campo muy débil o poco sistemático, por acumulación/yuxtaposición de mucha información, por un inadecuado uso de las fuentes y casi inexistente aparato crítico, y por su enfoque folclorista”.
Sin embargo, el hecho de que el folclor sea una categoría construida por los intelectuales no es el único elemento que genera discusión en el ámbito académico. Dentro del análisis propuesto, el desarrollo de categorías de clasificación produce la fosilización y la academización de la música, como un fenómeno en el que, las expresiones musicales quedan restringidas a una manera y forma de composición e interpretación específicas que las vuelve estáticas. Lo anterior es sustentado por Ochoa (2003:87), quien refiriéndose a unos géneros musicales, señala que “antes que se convirtiesen en géneros nacionales, era posible identificar una multiplicidad de formas de la cueca, del pasillo y del bambuco. Pero una vez que pasaron del terreno local al nacional, se eliminaron las diferencias estilísticas no deseables”. Lo anterior genera un problema dentro de la concepción del patrimonio musical y las diferentes expresiones locales, y es que no permite que las expresiones musicales se adapten al contexto dinámico de las poblaciones en donde se manifiestan. Sobre este problema de un cierto reduccionismo expresivo, Miñana (2000:2) argumenta que la “identidad está en la cumbia, pero no en cualquier cumbia, sino en “esa” cumbia que cumple con las condiciones y requisitos fijados por los folcloristas. “La cumbia” o “el bambuco “folclóricos” son, en últimas, una elaboración, un producto de los folclorólogos, lo mismo que el traje típico del sanjuanero”. De este modo, al legitimar las expresiones musicales bajo unos géneros y bajo una manera de ser establecida y auténtica “se generó un proceso de uniformización de la cultura popular en todo el país, satanizando su creatividad, y condenando y negando su diversidad y dinamismo” (Miñana, 2000:3).
Como una contribución a abrir un debate sobre los problemas que lleva esta categorización desde el folclor musical, en la actualidad la etnomusicología señala la necesidad de revisar esa rígida taxonomía en aras de dar más relevancia a una mirada local centrada en los productores y no tanto en su conceptualización por parte de los estamentos oficiales, culturales o académicos. A este respecto, por ejemplo, Ochoa señala que si bien “la idea de género [musical] sigue siendo vital como margen organizativo de los estudios sobre músicas populares” (2003:84), hoy en día diferentes estudios se han centrado en “[…] entender de qué maneras las diferentes culturas conceptualizan sus propias músicas y así cuestionar los parámetros mismos de valoración y análisis de lo musical” (Ochoa, 2003:84).
La documentación musical y el proceso de fosilización
Como se expuso anteriormente, la salvaguardia del patrimonio musical es en la actualidad un tema de interés por parte de los especialistas pero también por parte del Estado con relación a las políticas de protección patrimonial. De acuerdo con la UNESCO (www.unesco.org) “[…] se entiende por salvaguardia las medidas encaminadas a garantizar la viabilidad del patrimonio cultural inmaterial […] considerando la importancia que reviste el patrimonio cultural inmaterial, crisol de la diversidad cultural y garante del desarrollo sostenible”.
De acuerdo con la definición de patrimonio inmaterial, actualmente la UNESCO apoya proyectos que involucren la documentación, y la preservación de archivos y grabaciones que registran las tradiciones orales, entre ellas la música. En ese mismo sentido, autores como Iglesias sugieren que “[…] la música como el teatro necesita, para mostrar su identidad real, de la ejecución. Pero también, como el teatro, necesita para perdurar, del apoyo del documento” (Iglesias, 2009:401).
Sin embargo y pese a la importancia que tiene la documentación del patrimonio cultural inmaterial como una estrategia de conocimiento y salvaguardia, es posible encontrar diversos problemas que vale la pena puntualizar.
El primero de ellos radica en que los documentos que se encuentran en centros de documentación como el Centro de Documentación Musical de la Biblioteca Nacional, se encuentran clasificadas en torno a las categorías folclóricas descritas previamente. De esta manera es preciso argumentar que el documento musical no presenta una relación con el contexto geográfico, social, económico y político en el que se desarrollan las expresiones musicales que se documentan; según lo expone Miñana “[…] al folclorista le interesa más perseguir una melodía olvidada, pieza faltante de su colección, que entender las prácticas musicales en sus transformaciones y en su contexto sociocultural, prefiere acumular y catalogar la información” (2000:2). Un ejemplo que refleja esta postura es el proyecto “Cartografía de Prácticas Musicales de Colombia” desarrollado por el Centro de Documentación Musical de la Biblioteca Nacional. Si bien es una propuesta ambiciosa e importante en el ámbito del patrimonio musical, el análisis de la música tradicional se limita, principalmente, a la descripción de los elementos musicales de cada uno de los géneros descritos, sin tener en cuenta elementos contextuales.
Este hecho conduce como un segundo punto problemático, a que dentro de las políticas, programas y proyectos relacionados con el manejo del patrimonio musical, exista un sesgo marcado por la documentación y la estandarización de las expresiones para su conservación. Lo anterior se ve apoyado por la postura de García-Canclini quien señala que frente a la cultura popular “interesan más los bienes culturales – objetos, leyendas, músicas-que los actores que los generan y consumen” (1990:196). Frente a esto, es preciso señalar que la salvaguardia debe incluir estrategias que pongan de antemano el reconocimiento de la diversidad; esto implica reconocer a los portadores de las expresiones para así garantizar su transmisión.
El tercero de los problemas, se centra en que los procesos de documentación pueden generar la fosilización de la música que representan al impedir la transformación de las manifestaciones musicales, al establecer una manera de expresar centrada en un momento dado. Así por ejemplo, la música andina colombiana adquirió unas formas de composición e interpretación que son propias de mediados del siglo XX y que se han convertido en un modelo de deber ser, que parte de las grabaciones realizadas por los folclorólogos hacia los años cincuenta. De esta manera, sin que exista un estudio del contexto de producción musical, de sus condiciones o de su desarrollo, “[…] la grabación por sí misma, no cambia para reflejar las innovaciones que puedan existir dentro de una tradición viva” (Grant, 2010:51).
Tal es el caso del bambuco como representación de la más “alta” forma de creación musical colombiana. Como lo expone Hernández, “las músicas producidas en las zonas bajas debían ser vistas como más primitivas y salvajes que las músicas mestizas de los Andes, lo cual explica, al menos parcialmente, porque los géneros preferidos para crear una música nacional fueron dos géneros andinos: el bambuco y el pasillo” (2007:251). En este sentido, es preciso señalar que estos géneros han sido criticados por la inclusión de nuevos lenguajes compositivos así como el uso de una instrumentación diferente al tiple, la guitarra y la bandola, alejándose así de las formas tradicionales (a través de la inclusión de instrumentos como la guitarra, la batería o el bajo, entre otros) que se asume son las que le otorgan su carácter patrimonial musical; este ejemplo permite observar como el cambio intrínseco de la cultura, y las medidas destinadas a preservar, conservar, salvaguardar y proteger ciertas prácticas culturales tienden a congelarlas. La patrimonialización de las expresiones musicales conduce entonces a la fosilización de las expresiones que se pretenden salvaguardar; en palabras de Kirshenblatt-Gimblett, las “[…] intervenciones patrimoniales tienden a reducir la posibilidad de las manifestaciones a transformarse” (2006:16).
Teniendo en cuenta lo planteado anteriormente, surgen los nuevos modelos de salvaguardia, los cuales buscan “[…] sostener un tradición viva, y en riesgo, apoyando para que existan las condiciones apropiadas para su reproducción cultural.” (Kirshenblatt-Gimblett, 2004:53). De esta manera, si bien resulta necesario trasladar la oralidad en una forma de manifestación material, como los archivos, inventarios, o grabaciones (Bouchenaki en Kurin, 2007:109), “[…] recolectar, grabar y archivar la música no puede ser un fin por sí mismo.» (Grant, 2010:51).
Consideraciones finales
A partir de los elementos señalados previamente es posible evidenciar cómo algunos de los procesos establecidos frente a la salvaguardia del patrimonio musical no son realmente efectivos. El desarrollo de categorías académicas de clasificación para entender el patrimonio musical, así como su documentación, surgen, en primera instancia, como propuestas para proteger estas expresiones, pretendiendo manifestar el valor que tienen para el desarrollo de las comunidades. Sin embargo en la práctica, el resultado de estas políticas de protección ha conducido en muchos casos a una pérdida de dinamismo propia de las manifestaciones culturales, derivada de una estrecha compresión de sus valores y significados, que se ha centrado casi exclusivamente en la expresión como tal, desconociendo el papel que juega el contexto así como los propios productores. Esta paradoja, hace necesario reflexionar alrededor de nuevas maneras de pensar cómo salvaguardar el patrimonio musical, donde se puedan visibilizar los procesos evolutivos de la música y su importancia real para las comunidades desde lo local. El desafío entonces, radica en “sostener todo el sistema como una entidad viva y no simplemente en recolectar artefactos intangibles” (Kirshenblatt-Gimblett, 2004:53).
Notas
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1. Este artículo es parte del proyecto de investigación “Estudio Crítico Del Manejo Del Patrimonio Musical: Hacia Una Salvaguardia Viva” que actualmente desarrollo en la Maestría de Patrimonio Cultural y Territorio de la Universidad Javeriana.