De la crisis al patrimonio
La crisis del Hospital San Juan de Dios de Bogotá y el Instituto Materno Infantil que se precipitó entre 2001 y 2002 condujo al Estado colombiano y a varios sectores de la sociedad a percatarse del valor patrimonial que entrañaba esta institución. En efecto, la imposibilidad de preservarlo en el marco del Sistema General de Seguridad Social en Salud (SGSSS) creado en 1993 abrió el camino para su declaratoria como Bien de Interés Cultural de la Nación por medio de la ley 735 de 2002 y al mismo tiempo convocó un conjunto de reflexiones de múltiples actores sobre su importancia para el país.
En este doble proceso, la discusión sobre el San Juan gravitó en torno a una concepción del patrimonio que podría definirse como convencional, pues privilegiaba la materialidad de los edificios, así como la importancia de su función asistencial en el sector salud. La ley 735 de 2002 y la aproximación inicial del Plan Especial de Manejo y Protección (PEMP) de 2016 comparten en algún grado esa orientación; no obstante, este último instrumento de política pública privilegia el valor y la necesidad de protección, conservación y restauración de la arquitectura hospitalaria francesa que inspiró los pabellones edificados progresivamente entre 1913 y los años cuarenta del siglo XX, bajo la dirección de arquitectos como Ramón Cardona, Arturo Jaramillo, Alberto Manrique o Pablo de la Cruz.1
Esta visión se ha enriquecido en los últimos cuatro años, y particularmente desde 2022, cuando el Instituto Distrital de Patrimonio Cultural (IDPC) firmó un convenio con el entonces Ente Gestor Transitorio ejercido por la Empresa de Renovación y Desarrollo Urbano (ERU, hoy RenoBo). A partir de esta relación, se propiciaron una serie de debates y acciones que fueron enriqueciendo la visión convencional del carácter patrimonial con la introducción de la perspectiva de patrimonios integrados. Este enfoque busca, en primer lugar, borrar las fronteras establecidas entre las nociones de material, inmaterial, natural o vivo, y restituir la integralidad del patrimonio, acercando la reflexión sobre lo patrimonial a la experiencia cotidiana de los habitantes para no limitarla únicamente a un asunto de gestión institucional. De esta forma, las categorías clásicas empiezan a enriquecerse con capas de sentido que surgen de las comunidades, quienes reconocen, eligen y viven el patrimonio en su cotidianidad y no se detienen a calificar las dimensiones materiales o inmateriales del mismo. En un trabajo de doble vía, los patrimonios integrados permiten pluralizar y desmitificar este campo de estudio como un tema canónico y ajeno a la vida cotidiana, al tiempo que permiten enriquecer la mirada institucional sobre el patrimonio al incorporar las tensiones, los afectos y las memorias que portan las comunidades.
En el caso específico del hospital, la apuesta por entender lo patrimonial desde su integralidad permite preguntarse por los procesos sociales que se han trenzado a lo largo de su historia y que enriquecen su valoración. La complejidad de esos procesos hace que la importancia del San Juan vaya más allá de una cosa material a la que el paso del tiempo le va encostrando casi que naturalmente su patrimonialidad, y lo convierten en el producto de un proceso relacional en el cual colectivos sociales, en entramados complejos, tensiones y disputas, le van asignando al hospital sentido y significados que emergen en situaciones históricas concretas y a través de prácticas y nociones que circulan en la vida social. Sin duda no todo en la sociedad es patrimonio, por lo que esa construcción social entraña una excepcionalidad, un valor y elementos identitarios que están por encima de otras manifestaciones culturales.
En efecto, no existe un patrimonio dado del hospital, sino patrimonios en plural que han sido construidos socialmente en procesos de significación y de poder que son posibles por el vínculo de pertenencia o tensión entre el objeto de patrimonialización y uno o varios grupos sociales. Ese vínculo no solo contiene elementos de una filiación identitaria abstracta y positiva, sino que es experiencial. Así, en la producción social del patrimonio resultan centrales los valores, vínculos y afectos que la sociedad ha tejido cotidianamente en torno a este centro asistencial y que son tan antiguos como su propia historia. Estos elementos, presentes en la vida diaria, dan forma a una representación del hospital como proveedor de trabajo, cuidado, salud, solidaridad o conocimiento, pero también como escenario de luchas sociales, dinámicas barriales o epicentro de hechos significativos en el devenir de la nación. Se trata de datos concretos de la vida social que señalan lo que es importante para la gente y no tanto un listado de características patrimoniales.
Entonces, para el caso del San Juan, lo patrimonial no solo reside en el resplandor de su arquitectura hospitalaria afrancesada o en los logros y triunfos de la ciencia médica que tuvieron lugar allí, sino en las disputas y luchas que forjaron una institución pública asediada desde sus orígenes por la crisis y donde la batalla contra la enfermedad no siempre salió bien. El sufrimiento humano, la pobreza y desigualdad social de los pacientes que allí acudían y los problemas del Estado colombiano para organizar los servicios de salud «… Son parte de los sentidos que circulaban a través del vínculo que la gente establecía con el hospital» (Vega 2023, 6), es decir, en lo patrimonial está contenida también la historia difícil del sufrimiento, el dolor o el conflicto.
La potencia de los patrimonios integrados se hace evidente cuando se constata que su alcance va más allá de la clasificación contemplativa y romántica de lo antiguo y se proyecta a abordar aquello que desde la experiencia se ha ido haciendo importante para las personas hasta hoy, o de otro modo, aquello que le va dando un sentido a la vida de los ciudadanos a través del tiempo. Ello, si se mira con atención, invita a abordar temas fundamentales para el presente y para el futuro, como el ordenamiento de la ciudad. En este sentido, la estructura integradora de patrimonios incluida en el Plan de Ordenamiento Territorial (POT) ha permitido llamar la atención sobre el problema de la segregación. Cuando un ordenamiento se hace desde arriba, con una noción más de necesidades que de valores, inevitablemente este ordenamiento lo que está haciendo es operar como un dispositivo de segregación. Entonces los patrimonios integrados, o lo que en el POT se entiende como estructura integradora de patrimonios, puede ser importante en términos de desnaturalizar el dispositivo de segregación, mostrar que este dispositivo funciona, como todos los dispositivos de segregación, a partir del estigma, de estigmatizar zonas, de volverlas no lugares -antropológicamente-, de vaciarlas de sentido o de contenido y de ahí proponer modelos que sean funcionales al uso del suelo rentable.
El giro que ha propuesto en los últimos años el IDPC para abordar el Complejo Hospitalario San Juan de Dios desde esa noción de patrimonios integrados, puede percibirse en dos procesos. Primero en una investigación sobre la historia del hospital que buscaba ir más allá de la historia arquitectónica o médica, temas que ya contaban con publicaciones importantes. Segundo en un proceso que se ha denominado activación social de los patrimonios integrados del Complejo Hospitalario San Juan de Dios. Quizás una mirada a estos dos elementos pueda brindar una aproximación a la importancia que supone abordar el patrimonio hospitalario y el patrimonio en salud desde esta perspectiva.
Fuente: Foto de Eva Bronzini en Pexels
La investigación desde los patrimonios integrados
Entender la investigación histórica como parte fundamental de la aproximación al estudio y gestión del patrimonio implicó la construcción de unos principios básicos que dieran luz a las maneras pertinentes de cuestionar la historia del Hospital San Juan de Dios, proponiendo así lecturas encaminadas a resaltar la integralidad y densidad patrimonial del conjunto hospitalario. Este proceso inició con la labor de realizar un estudio histórico que permitiera entender el lugar del Hospital como un terreno de disputas que nos da la posibilidad de ver la manera en que opera el patrimonio como discurso y política de memoria. Es decir, el Hospital San Juan de Dios permitía aproximarse a la construcción de la noción de patrimonio como una herramienta política construida socialmente y que está en constante debate y movimiento.
Con esa claridad se planteó una investigación y, posteriormente, un producto editorial que amplía la mirada arquitectónica, a la que había estado ligado el estudio patrimonial del Hospital, para ponerla en diálogo con otros procesos sociales que se entrelazan y dan una mayor densidad al valor patrimonial del Conjunto. Adicionalmente, entendiendo que el patrimonio es un concepto socialmente construido y que está en continua transformación, la investigación también tuvo el reto de proponer nuevas lecturas y presentarse como un estudio no canónico sobre la historia y patrimonialidad del San Juan de Dios.
Tras dos años de trabajo, la construcción del producto editorial que salió publicado en septiembre de 2023 hace uso de diversas herramientas narrativas, visuales e históricas para presentarse como una aproximación a los patrimonios del San Juan de Dios, desde la experiencia sensible y con una mirada amplia a los múltiples discursos y procesos sociales que se entrelazan en esta institución. La primera herramienta que vale la pena destacar es la construcción de álbumes fotográficos, con imágenes recientes (2021-2022) del Hospital que fueron organizadas temáticamente y que buscan enfocar la mirada del lector en aquellos detalles materiales que nos cuentan las historias y transformaciones del conjunto hospitalario. Esta serie de fotografías está acompañada de escritos que hablan desde una experiencia sensible del espacio y que fueron en algunos casos elaborados por autores externos a la investigación. Este doble recurso, de imágenes y textos en otro registro narrativo, permite darle un papel principal a la experiencia sensible del lugar, además de ampliar la forma en que nos relacionamos como investigadores y como lectores con el Hospital, dando a la publicación un espacio para propiciar el diálogo con nuevas experiencias y miradas.
La segunda herramienta que se usó en la publicación fue la construcción de una estructura narrativa abierta. Esto supuso organizar la información de manera cronológica, en tres grandes momentos (Inicio, Transformación y Crisis, y Cierre) pero que se construyen en su interior a partir de textos cortos que no son estrictamente cronológicos ni responden a una linealidad de contenidos entre uno y otro. Además, dentro de estos apartados se mezclan también diferentes registros narrativos como las cartografías, las fichas de edificios y los de investigación histórica. Esta diversidad genera una narración que más que construir un relato cerrado, va abriendo ventanas a diferentes escenarios de la historia del hospital que permiten dilucidar, en parte, los momentos en que se construyó la importancia patrimonial del Hospital, los actores y luchas de poder que se estaban tejiendo alrededor de la institución.
Finalmente, el libro se plantea como una guía del Hospital, pero no en términos tradicionales de guía de turismo que señala lo imperdible, lo más importante. La noción de guía que busca construir la publicación es más un acompañante en las aproximaciones al San Juan de Dios. El libro busca ser un artefacto que «nos permite interpretar lo construido, entender sus orígenes y visualizar lo que será, o debería ser, su futuro» (Farfán y Uribe 2023, 22) siempre teniendo en cuenta que tanto el Hospital como la investigación están en obra, en continua transformación y en procesos de cambio e incertidumbre que se convierten en escenarios propicios para gestar nuevas relaciones e interpretaciones sobre lo que nos importa del San Juan de Dios como patrimonio de nuestra ciudad.
La activación social de los patrimonios integrados
El proceso por el cual se construye el patrimonio en un contexto social específico suele tener caminos diversos; unos se abren paso dentro del mismo entramado social, de manera intencionada o no, mientras que otros se despliegan desde la acción de las instituciones estatales o se originan desde otro tipo de actores y organizaciones no gubernamentales. La activación social del patrimonio es, en ese sentido, un ejercicio intencionado que busca movilizar los sentidos y significados que los grupos humanos han establecido en torno a aquello que es objeto de patrimonialización, estimulando la conciencia sobre lo que los vincula -el vínculo es vital- y prestando atención a las manifestaciones culturales que están en juego dentro de dicho vínculo (Vega 2022).
Retos: A partir del 2022 el IDPC no solo identificó cómo se habían dado estas dinámicas previas, sino que puso en marcha un proceso de activación social de los patrimonios del hospital, movilizando los valores, los sentidos y los afectos que sostienen los ciudadanos con el San Juan. |
Desencuentros: Fue claro que la frase “El San Juan es de todos” escondía en realidad disputas y tensiones discursivas sobre su memoria, sobre quién conoce mejor su historia o quién es más legítimo para contarla. |
Participación: En estas actividades participaron profesionales de la salud, extrabajadores, antiguos pacientes, estudiantes, vecinos de los barrios Policarpa Salavarrieta y San Bernardo, entre otros. |
En el caso del San Juan de Dios, su crisis generó un conjunto de acciones colectivas y estrategias que, si bien pretendían fundamentalmente mantener viva la institución y superar su crisis laboral, institucional y financiera, permitieron que afloraran aquellas manifestaciones culturales que lo convierten en patrimonio. Aunque antes del 2000 otro tipo de acciones ya habían tenido un efecto similar, la intencionalidad directa o indirecta de movilizar los valores, sentidos y significados del hospital a partir de 2000 hasta el presente merece especial atención, ya que ha sido una activación que trae implícita la intención política y social de defensa del hospital, inscrita a su turno en la defensa del derecho a la salud en el contexto de la polémica ley 100 de 1993.
A partir del 2022, el IDPC no solo identificó cómo se habían dado estas dinámicas previas, sino que puso en marcha un proceso de activación social de los patrimonios del hospital, movilizando los valores, los sentidos y los afectos que sostienen los ciudadanos con el San Juan. A través de un conjunto de dispositivos metodológicos ampliamente participativos y basados en experiencias significativas (performance, arte, recorridos en bicicleta, dibujatones, un micrositio2, podcast, videos y actividades sensoriales), se logró explorar el sustrato de ese proceso en el cual la gente descubría y decidía por qué el hospital debía ser considerado como un asunto importante para ellos. En estas actividades participaron profesionales de la salud, extrabajadores, antiguos pacientes, estudiantes y vecinos de los barrios Policarpa Salavarrieta y San Bernardo, entre otros.
Esta miríada de actores se acercó a las actividades de activación social con la expectativa de conocer las ruinas del hospital, evocar el pasado y recordar su paso por allí. Muy pronto, el carácter sensorial y experiencial de los recorridos significativos, de los talleres de herbolaria o de tejido3 activaron diversas memorias emocionadas sobre lo vivido y permitieron acceder a relatos contados por la propia ciudadanía sobre héroes anónimos, sobre hechos cotidianos que resumían el carácter único del San Juan, sobre historias de ciencia y de medicina, sobre el humanismo o la solidaridad, sobre los dramas sociales, el conflicto armado y las violencias e incluso sobre acontecimientos tan extraordinarios que en ocasiones lindaban con la ficción.
Lo primero que se hizo evidente fue la pluralidad de vínculos y emociones que tenía la gente con el hospital, así como la diversidad de interpretaciones que existían en relación con su importancia, su historia y las causas de su crisis. También fue claro que la frase «El San Juan es de todos» escondía en realidad disputas y tensiones discursivas sobre su memoria, sobre quién conoce mejor su historia o quién es más legítimo para contarla. Así, el carácter patrimonial del San Juan fue emergiendo como un campo de disputas, como un lugar de tensiones y conflictos, de versiones opuestas y contradictorias, y ello, lejos de ser una anomalía, es un hallazgo significativo.
Del mismo modo, surgieron relatos de ficción, de terror o incluso de morbo sobre espacios como el edificio de salud mental. Pero todo ello no debe ser calificado como un conjunto de versiones defectuosas que faltan a una «única verdad histórica». Se trata más bien de nuevos caminos imaginativos, de nuevas rutas de acceso a la discusión sobre la importancia del centro hospitalario. El mito, la ficción, lo literario, lo teatral, el relato grandilocuente o lo imaginado, en tanto formas de narrar que surgieron dentro del proceso de activación social, dan cuenta de vínculos singulares con el San Juan, así como de un campo propio de conversación sobre su sentido patrimonial que nos recuerda que no hay una sola historia, una sola memoria o verdad o realidad y, por tanto, no hay un solo sentido patrimonial.
Tras cerca de un año y medio de activación social, fue posible rastrear cuatro elementos significativos para los ciudadanos, los cuales configuran una parte del valor patrimonial del hospital: primero, la escuela en salud construida allí, esto es, una manera de entender, conocer y atender los procesos salud-enfermedad caracterizada por la interdisciplinariedad, la visión social de la salud, la creatividad, el sentido de lo público y un alto nivel científico y técnico. Segundo, el hospital como epicentro de luchas sociales que incluían luchas estudiantiles, luchas por la defensa y el derecho de la salud y movilizaciones por derechos laborales. Tercero, la naturaleza y sus valores, profundamente imbricados al hospital desde su asentamiento en su última ubicación: la hacienda Molinos de la Hortua, y, por último, la relación del hospital con los barrios vecinos, lo que permite entender que el hospital más que un centro asistencial fue medular en la dinámica vital de los ciudadanos y en los procesos de transformación urbanos.
Fuente: Foto de Angelo Rosa en Pixabay
Tanto el trabajo de investigación como el de activación social han permitido reconstituir la relación de la ciudadanía con el hospital, llamando la atención sobre su historia y sobre su significación para un país que sigue esperando que se haga realidad el derecho a la salud. En el tenso campo de la activación social y de lo patrimonial ha ido cobrando forma un nuevo significado del San Juan para los colombianos que va más allá del sino trágico de su pasado. La mirada desde las emociones y los afectos proyectan al San Juan como un espacio de vida, un espacio en resistencia y a la vez en construcción. La esperanza de verlo nuevamente en funcionamiento no proviene simplemente de la ley 735 de 2002, del PEMP o del reciente decreto ley 1959 del 15 de noviembre de 2023 que establece las medidas para su adquisición, recuperación y reapertura, sino del proceso social que lo ha mantenido vivo durante los últimos 20 años y que seguirá activo, como un mecanismo imparable, convocando a la ciudadanía a rodear a esta institución que el país entero parece llevar en el corazón.
En síntesis, el abordaje del San Juan de Dios desde la perspectiva de los patrimonios integrados supone un fértil camino para, a través de la experiencia, de los procesos colectivos, de lo sensorial, del arte, de la historia y de la creatividad, restituir esos procesos sociales en los que la ciudadanía disputa, acuerda y produce lo que es importante para ella, lo que debe ser protegido, revitalizado, resignificado y elevado a la condición de patrimonial. Así como la gestión patrimonial se concentra en proteger y restaurar las estructuras físicas del Hospital, el abordaje de patrimonios integrados, y la gestión adelantada en los últimos dos años en el San Juan de Dios, reconocen que los vínculos sociales y afectivos que la comunidad tiene con este espacio son igual de importantes y merecen el mismo esfuerzo en su restitución y protección para garantizar que tanto el Hospital vuelva a ser parte de la ciudad como la ciudadanía vuelva a ser parte del San Juan de Dios.
Notas
- Si bien ocasionalmente el PEMP llama la atención sobre la importancia de los patrimonios inmateriales y naturales del hospital, o sobre la significación del hospital más allá del campo asistencial, habitualmente lo hace de una manera parcial y desarticulada.
- Instituto Distrital de Patrimonio Cultural, En el corazón del San Juan de Dios, 2022. https://idpc.gov.co/sanjuandedios/
- Elaborados por un equipo interdisciplinar del IDPC que incluía al equipo de recorridos, al de activación social y al de investigación y contaba con sociólogos, médicos, historiadores, trabajadores sociales, arquitectos, comunicadores, antropólogos, artistas, entre otros.