El año 2023 marcó el vigésimo aniversario de la Convención del Patrimonio Cultural Inmaterial. Como breve balance de esta efeméride, es relevante señalar que se activó un vasto motor que aceleró procesos sociales en todo el mundo. Las repercusiones de esta nueva fuerza se manifiestan desde las estructuras administrativas hasta la vida cotidiana de numerosas personas.
En estos más de veinte años, tanto el significado del concepto como su sentido han experimentado modificaciones y enriquecimientos en diversas direcciones. En muchas ocasiones, la reflexión y gestión del patrimonio se enfrentan a la falta de actualización por parte de quienes trabajan en este ámbito. El patrimonio existe entonces como una realidad social, como un campo de pensamiento, pero al mismo tiempo como la sombra de algo que fue, un mito arraigado en aquellos que lo convocan diariamente.
En otras palabras, aún se considera novedosa la introducción de las manifestaciones culturales como un ámbito del patrimonio. Persiste la idea de que el patrimonio opera mediante categorías, o se le sigue considerando como un dominio neutro. Diariamente se libra una batalla para superar enfoques que perpetúan mensajes a los que se retorna compulsivamente, manteniendo patologías que afectan la vida de muchos.
Considerando lo anterior, y para contrarrestar la inercia del campo y sus agentes, convocamos en este número del Boletín a reflexionar sobre los patrimonios médico-hospitalarios. Aunque inicialmente pueda parecer una propuesta demasiado especializada, creemos que su desarrollo permite desmitificar los relatos que hemos construido durante más de dos décadas, evidenciando las complejidades del campo.
Así, más allá de la atención médica, este tema refleja las lógicas, sistemas y prácticas de la administración en el ámbito de la ciencia y la salud. Simultáneamente, los hospitales, los instrumentos que utilizan y las prácticas que se desarrollan en su entorno son puntos de referencia para ciudades y personas, resonando de diversas formas en las memorias de quienes orbitan a su alrededor.
Así, queda claro que el espacio médico-hospitalario es un magnífico escenario para reflexionar sobre la relación entre el patrimonio y la salud, no solo como un lugar, un objeto o una manifestación, sino como un proceso complejo vinculado a la vida, las memorias y las narrativas de diferentes grupos.
Dado lo anterior, la invitación se centró en la recepción de textos que exploraran la historia de la ciencia, la medicina y la arquitectura; los universos simbólicos, la significación social y las resistencias ante los sistemas de salud pública; las memorias y pertenencias a espacios altamente significativos por su relación con la vida y la muerte; e incluso las tensiones y encuentros entre la medicina científica y los conocimientos tradicionales. Creemos que los resultados de este llamado no podrían ser mejores.
Los lectores encontrarán como pieza editorial una contribución de Paula Jimena Matiz-López titulada «Patrimonio Cultural de la Salud en Colombia: una dimensión aún por reconocer», donde la autora sostiene y demuestra, cómo el patrimonio cultural de la salud es escasamente reconocido y valorado en Colombia. En este sentido, la autora señala que, aunque algunos hospitales y complejos médicos han sido declarados patrimonio arquitectónico, la comprensión integral y multidimensional del patrimonio médico sigue siendo limitada.
Además, Matiz-López destaca que el patrimonio médico abarca aspectos materiales e inmateriales que aún están en deuda de ser reconocidos como parte del desarrollo de las ciencias médicas del país y protegidos como un acervo relevante para el patrimonio cultural de la nación. El recorrido histórico y geográfico que la autora realiza en este texto ofrece no solo un panorama amplio sobre este tipo de patrimonio en Colombia, sino que destaca la necesidad de una protección más integral para sus diversos aspectos.
Anclado a este artículo, se ofrece a los lectores, un conjunto de 5 tablas en las que María Alejandra Patiño -estudiante del Departamento de Antropología de la Universidad de los Andes y monitora de OPCA, con la asesoría de Paula Matiz-López, sistematizaron un conjunto importante y relevante de información sobre instituciones hospitalarias.
Las siguientes dos contribuciones tienen como eje común el caso del Hospital San Juan de Dios en Bogotá. La primera de ellas es un texto de Manuel Vega Vargas y Adriana Uribe titulado «El Hospital San Juan de Dios desde la perspectiva de los patrimonios integrados» y el segundo es un texto de María Eugenia Martínez, titulado «La reapertura del San Juan de Dios: Un compromiso de gobierno». Los dos textos ofrecen al lector una amplia y referenciada historiografía de lo que este centro hospitalario representa para el país y en particular para Bogotá, planteando claramente las tensiones históricas y actuales en torno a la rehabilitación de este, en sentido pleno, «complejo» hospitalario.